miércoles, julio 15, 2009

En la fiesta de San Buenaventura

En un blog que tiene el fuego como leitmotiv, con un autor que admira y venera al Seráfico Doctor, no podía faltar la cita del Oficio de Lectura de hoy. Que Buenaventura interceda para que nunca falten en la Iglesia personas que busquen a Dios, de palabras encendidas que guían y al mismo tiempo dan calor. De las que hacen, como decía Guardini de San Agustín, que la verdad sea cálida y el valor sea lúcido.

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Cristo es el camino y la puerta. Cristo es la escalera y el vehículo, él, que es el propiciatorio colocado sobre el arca de Dios y el misterio oculto desde los siglos. El que mira plenamente de cara este propiciatorio y lo contempla suspendido en la cruz, con fe, con esperanza y caridad, con devoción, admiración, alegría, reconocimiento, alabanza y júbilo, este tal realiza con él la pascua, esto es, el paso, ya que, sirviéndose del bastón de la cruz, atraviesa el mar Rojo, sale de Egipto y penetra en el desierto, donde saborea el maná escondido, y descansa con Cristo en el sepulcro, como muerto en lo exterior, pero sintiendo, en cuanto es posible en el presente estado de viadores, lo que dijo Cristo al ladrón que estaba crucificado a su lado: Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Para que este paso sea perfecto, hay que abandonar toda especulación de orden intelectual y concentrar en Dios la totalidad de nuestras aspiraciones. Esto es algo misterioso y secretísimo, que sólo puede conocer aquel que lo recibe, y nadie lo recibe sino el que lo desea, y no lo desea sino aquel a quien inflama en lo más íntimo el fuego del Espíritu Santo, que Cristo envió a la tierra. Por esto dice el Apóstol que esta sabiduría misteriosa es revelada por el Espíritu Santo.
Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la .lectura; pregunta al Esposo, no al Maestro; pregunta a Dios, no al hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima v ardentísimos afectos. Este fuego es Dios, cuyo horno, como dice el profeta, esta en Jerusalén, y Cristo es quien lo enciende con el fervor de su ardentísima pasión, fervor que sólo puede comprender el que es capaz de decir: Preferiría morir asfixiado, preferiría la muerte. El que de tal modo ama la muerte puede ver a Dios, ya que está fuera de duda aquella afirmación de la Escritura: Nadie puede ver mi rostro y seguir viviendo. Muramos, pues, y entremos en la oscuridad, impongamos silencio a nuestras preocupaciones, deseos e imaginaciones; pasemos con Cristo crucificado de este mundo al Padre, y así, una vez que nos haya mostrado. al Padre, podremos decir con Felipe: Eso nos basta; oigamos aquellas palabras dirigidas a Pablo: Te basta mi gracia; alegrémonos con David, diciendo: Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi herencia eterna. Bendito el Señor por siempre, y todo el pueblo diga: «¡Amén!»

martes, julio 07, 2009

Una imagen de esperanza

Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. (Mc 15, 42-46)

 

Hace un tiempo ya que al meditar la pasión me detengo en la figura de José de Arimatea, sobre todo en el contexto del Evangelio.

Todo el Evangelio de Marcos muestra la dificultad de los discípulos para entender y seguir a Jesús. El miedo se apodera de ellos fácilmente. En el momento de la pasión y la cruz se desbandan. ¡Es el fracaso total del discipulado, como quizás no lo muestre ningún otro Evangelio!

En ese momento de silencio vacío, de ausencia… aparece una figura hasta ahora desconocida, la de José. Cuando todos los nombres que hasta ahora recorrían el camino de Jesús se han desvanecido, alguien se hace presente para realizar un gesto de discípulo. En el peor de los momentos, cuando la muerte parece haber tenido la última palabra, alguien ha elegido el amor.

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La audacia de José es quizás el primer signo de la resurrección. La fuerza transformadora de la Pascua manifiesta un primer fruto en este acto. No está todo perdido: alguien ha querido seguir adelante.

Podríamos pedirle a José que interceda entonces para que nosotros también podamos seguir amando en esos instantes de muerte, perplejidad y desazón.

Acercarse al fuego

lleno de sed, hecho jirones el anhelo

capitular los proyectos

hacerse ofrenda

en la hoguera silenciosa

de cada día

donde el amor sacrifica

donde se está gestando

tu vida y tu promesa

Un tiempo favorable

Los griegos tenían dos palabras para describir el tiempo. Una es cronos, que es el tiempo normal, que transcurre de un momento a otro. La otra es kairós. Quiere decir “tiempo favorable”, “momento oportuno”. Cuando Dios se hace presente comienza un verdadero kairós. Se abre una oportunidad, una ventana que da al tiempo (y a todo lo que se vive en este tiempo) una densidad nueva, distinta y profunda.

Cada tanto uno percibe que está en un kairós. Como un destello en el horizonte, o un impulso de generosidad dentro de uno. Creo que sobre todo lo percibimos porque se mezcla dentro nuestro una rara combinación de miedo y audacia, de entusiasmos y perplejidad… pero supongo que así es siempre que el misterio irrumpe en nuestra vida.

Hay que estar atentos a esos espacios de kairós. Y no dejarlos pasar.

viernes, junio 19, 2009

Escuchando a Madeleine Peyroux


Un amigo de mi viejo me recomendó a Madeleine Peyroux... y la verdad estoy fascinado. Me hace acordar mucho a Billie Holliday. Dulce y melancólica, como buena cantante de jazz. No soy un tipo muy jazzero (me inclino más al soul y al blues), pero creo que hasta al más lego en la materia le hará bien degustar un par de sus temas.

viernes, junio 05, 2009

Otro poema de e. e. cummings

Sigo leyendo a cummings (¡ardua tarea!). Pero entre muchos poemas que todavía se me hacen arduos (por los numerosos juegos de lenguaje y tipografía que hace cummings), encontré este que me gustó mucho. Es una descripción patética del mundo, pero tiene una última línea que redime todo, una última estrofa que gira todo al mostrar que frente a lo que se derrumba y cae la respuesta... es levantarse y cantar. Aquí el poema:

now does our world descend
the path to nothingness
(cruel now cancels kind;
friends turn to enemies)
therefore lament,my dream
and don a doer's doom

create is now contrive;
imagined,merely know
(freedom:what makes a slave)
therefore,my life,lie down
and more by most endure
all that you never were

hide,poor dishonoured mind
who thought yourself so wise;
and much could understand
concerning no and yes:
if they've become the same
it's time you unbecame

where climbing was and bright
is darkness and to fall
(now wrong's the only right
since brave are cowards all)
therefore despair,my heart
and die into the dirt

but from this endless end
of briefer each our bliss--
where seeing eyes go blind
(where lips forget to kiss)
where everything's nothing
--arise,my soul;and sing

Pero de este fin sin fin
donde cada una de nuestras dichas es más breve--
donde ojos que ven enceguecen
(donde labios olvidan besar)
donde todo es nada
-- levántate, alma mía; y canta


Cantar frente a lo que se derrumba
no es silbar en la oscuridad;
es descubrir que aún en medio de un mundo roto
hay brotes de vida, posibilidad
de cambiar, de encontrar sentido y luz.
Es descubrir que uno
sigue teniendo fuego en las entrañas
y por eso
hay que seguir andando...


domingo, mayo 31, 2009

Hace un par de años, viendo la película In her shoes, con Toni Colette y Cameron Díaz, quedé deslumbrado por un poema de e. e. cummings (él firmaba así, en minúsculas) que se recita sobre el final. Después de un tiempo de búsqueda, cayó en mis manos su poesía completa, de lectura difícil pero enriquecedora. Dejo acá el poema de la película. ¡Tal vez entusiasme a otros a leerlo!

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i carry your heart with me

i carry your heart with me(i carry it in
my heart)i am never without it(anywhere
i go you go,my dear; and whatever is done
by only me is your doing,my darling)
i fear
no fate(for you are my fate,my sweet)i want
no world(for beautiful you are my world,my true)
and it's you are whatever a moon has always meant
and whatever a sun will always sing is you
here is the deepest secret nobody knows
(here is the root of the root and the bud of the bud
and the sky of the sky of a tree called life;which grows
higher than the soul can hope or mind can hide)
and this is the wonder that's keeping the stars apart
i carry your heart(i carry it in my heart)
ee cummings

jueves, mayo 21, 2009

Un texto de John Bunyan

... sobre el ser peregrino (si mi estimado Juan Ignacio lo lee, probablemente le guste).

Who would true valour see,
Let him come hither;
One here will constant be,
Come wind, come weather
There’s no discouragement
Shall make him once relent
His first avowed intent
To be a pilgrim.

Whoso beset him round
With dismal stories
Do but themselves confound;
His strength the more is.
No lion can him fright,
He’ll with a giant fight,
He will have a right
To be a pilgrim.

Hobgoblin nor foul fiend
Can daunt his spirit,
He knows he at the end
Shall life inherit.
Then fancies fly away,
He’ll fear not what men say,
He’ll labor night and day
To be a pilgrim.

Déjame volver, Señor.
Estoy cansado.

El pecado me cansa y me agobia. Sólo tu amor me dará reposo.

Despierta en mí el recuerdo de tu gracia, el anhelo de tu abrazo.

Ya lo siento, de a poco... no puedo negar la fuente, no puedo callar el río que aún ahora fluye.

Me purificas cantando... y conviertes la herida en surco de vida.

Tú me haces volver, Señor, mi Hogar y mi Fuente, mi Abrazo y mi Bendición, mi Todo.

Leyendo al Doctor Místico


Leer a San Juan de la Cruz genera siempre sentimientos encontrados.

Por un lado, la percepción (aguda como pocas veces) de la propia pequeñez y pobreza espiritual. Y eso en sí ya es una gracia.

Pero, como todos los santos, Juan de la Cruz tiene una grandeza que no aplasta, sino que entusiasma y arrastra.
Hoy recordé ese texto de Isaías que dice

"Alguien me grita desde Seír: "Centinela, ¿cuánto queda de la noche? Centinela, ¿cuánto queda de la noche?". El centinela responde: "Llega la mañana y de nuevo la noche. Si quieren preguntar, pregunten; vengan otra vez"." (Is 21, 11-12)


Cada vez que la noche entra en nuestra vida, necesitamos de estos centinelas que nos ayudan a no dormirnos, a mirar la oscuridad de frente, confiando en que la llama del corazón nos irá guiando, y nos mostrará que toda noche es "venturosa", verdadera oportunidad para amar con un amor más puro y ardiente. Personas que nos recuerdan nuestra vocación a lo sublime, lo verdadero... custodios del don de Dios y la dignidad del hombre...

“Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis?...” (Cántico, Canción 39)

miércoles, abril 08, 2009

Entrar en el misterio de tu entrega, cada mañana. Descubrir una vez más que lo único que tenés para ofrecer, es amor. Dejar que tu ternura me vaya haciendo pan para los otros. Que transformes mi puño cerrado en mano abierta.

Eso te pido para estos días. Ahora sé que sacrificio no es lo que pensaba. Que es alianza, acción de gracias y amor hasta el extremo.

Como decía otro orante, entonces, dame todo eso que no puedo pedirme a mí mismo, porque sólo puedo recibirlo de vos. Sólo puedo quedarme al pie de la cruz, y esperar que de esa fuente surja un amor nuevo para mí y para todos.

Durante mucho tiempo no entendí el sentido del bocado que Jesús le ofrece a Judas durante la última cena. Recientemente, leyendo un comentario del P. Maloney al Evangelio de Juan, se me hizo claro. Es un gesto de comunión.

Aún en el borde de la pasión, cuando la traición es evidente y el rechazo manifiesto para Jesús, su único gesto es ofrecer amor.

Realmente, esto es amor hasta el extremo. Amor loco, como decía Catalina de Siena. Necedad y debilidad de Dios, en palabras de Pablo.

Pero acá es donde se juega todo. Este es el amor que sostiene al mundo, el que se revela pobre y humilde en un pan ofrecido. Es la fuerza de unidad que permite que nuestras divisiones no destruyan todo.

Ahora entiendo un poco mejor porque el documento de Aparecida, con una inspiración genial, dice que la Eucaristía es el centro vital del universo. Sólo un amor así puede salvarnos. Sólo el amor vulnerable puede generar lazos de unidad. A pesar de todo. La eucaristía es ese pan ofrecido, como el que Jesús dio a Judas. La comunión regalada a todos.

martes, marzo 24, 2009

Delante del misterio de la cruz, todo se quiebra.

En el silencio del calvario, nuestras pretensiones de tener siempre razón cesan: Dios ha elegido otro lenguaje y otro modo de expresarse.

Las manos clavadas recuerdan que hasta la acción más pura puede tener su deseo de imponerse y aplastar: el amor en algún momento se detiene y se entrega sin forzar.

La desnudez herida muestra que el camino del amor se despoja inclusive de la propia piel para acercarse al otro.

Y el costado abierto es el lugar de la revelación, es la máxima paradoja: la herida vivificante, el hueco que se convierte en hogar, la muerte hecha vida para todos. Para mí. Para vos.

Romano Guardini decía que el primer movimiento del amor es bajar los brazos. Es la condición indispensable para el encuentro: permitirse la vulnerabilidad, bajar las defensas… renunciar a todo intento de aferrar y retener. Es uno de los mayores riesgos, pero es también el único modo de vivir una vida verdadera.

No es fácil, ciertamente, por eso muchas veces nos conformamos con los sucedáneos del amor: el control, la obsesión, la sobreprotección. Supongo que en general, lo que nos pasa es que no aceptamos un amor puro: lo mezclamos con un poco de estos reemplazos.

Pero si el amor es verdadero, lleva dentro de sí la semilla de su resurrección… y va de a poco despejando todo hasta emerger plenamente en nosotros. Es la hora de la luz y de la alegría, cuando el abrazo es verdadera libertad, es estrechar los brazos pero a la vez hacer espacio al otro.

jueves, marzo 19, 2009

El camino se hace borroso a partir de ahora.

Las huellas de los otros  viajeros ya no son parte de mi ruta.

Llega la hora de horadar senderos nuevos.

¿Y cómo saber hacia dónde ir? Muchas cosas han ido quedando atrás, para aligerar la marcha.

Pero el norte sigue siendo el mismo.

Y el horizonte que llevo dentro sigue teniendo tus ojos.

martes, marzo 17, 2009

San Sergio de Radonezh confiaba en que “por la contemplación de la Santa Trinidad venzan el odio desgarrador del mundo” todos aquellos que se sumerjan en el misterio de Dios. Frente a la bronca, la competitividad, el deseo de vencer a toda costa y de aplastar al otro; frente a la indiferencia y la injusticia que agrandan los abismos; frente al egoísmo y el pecado… entrar en el misterio de amor ofrecido, del don constante de sí mismo que uno descubre en el corazón de Dios.

Pienso que el cristiano de hoy tiene que ser especialmente consciente de su raíz trinitaria si quiere aportar algo a este mundo roto y cansado. En la Eucaristía, contemplar y participar de este misterio que es salvación para nosotros, que se nos revela especialmente diáfano en la Pascua que renovamos cada día.

viernes, marzo 13, 2009

Dondequiera que estés, no tengas miedo de empezar de nuevo. Cada momento tiene dentro de sí una semilla de misericordia y esperanza que Dios depositó para vos. Cada instante puede ser una renovación, si te abrís a su amor.

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¿No lo ves? En las cenizas de tu dolor y tu arrepentimiento ya está naciendo un fuego nuevo. Es el Espíritu Santo, que trae hasta nuestras oscuridades la llama de la resurrección. Él es el resucitador, el que trae a nuestro mundo avejentado la novedad eterna de Dios, que es su Pascua. Es entrar con comunión con Cristo también ahora, especialmente ahora.

Viernes de la segunda semana de Cuaresma

Dios no deja de buscarnos ni de esperar fruto de nosotros. Esta parábola es una síntesis de la historia de salvación. Frente al rechazo, Dios lo único que hace es redoblar la apuesta, ofrecer más posibilidades. Es llamativo que aunque la gente dice que el dueño eliminará a los viñadores homicidas, para Jesús el final queda más abierto. Los viñadores perderán su viña, pero no habrá castigo, o mejor dicho: se perderá la viña, castigo peor que ninguno. Pero sobre todo lo llamativo es que el rechazo aquí se vuelve oportunidad para que Dios revele más hondamente su amor.

jueves, marzo 12, 2009

Jueves de la Segunda Semana de Cuaresma

Un texto decía que el abismo entre Lázaro y el rico Epulón se había construido con cada paso que el rico no dio hacia Lázaro en vida. Aún en la muerte, Epulón no habla con Lázaro, y lo considera un inferior, un siervo. El abismo del egoísmo y la mezquindad es realmente desesperante.

Lazarus and the Rich Man, 1865

Sólo Jesús puede franquear este abismo, rompiendo nuestra miseria en mil pedazos, esa miseria que nos hace acumular y aislarnos, para entrar en el círculo del don y la compartida. Sólo el fuego nos puede llevar al camino de la ofrenda y el don de sí. Jesús es realmente el puente, no sólo entre nosotros y Dios, sino también entre nosotros y los hermanos. 

Vivir el servicio, para el cristiano, es mucho más que una actitud o un gesto. Es descubrir que la pascua se hace carne justamente en cada iniciativa, en cada oportunidad de darse al otro, de poner al otro en el centro, como lo hace Jesús. Servir y dar la vida… servicio y cruz, misión y Pascua…

Es también, redescubrir la paradoja de perder la vida para encontrarla. En esta cultura que guarda tanto su vida por miedo a quemarla para terminar desfogándola en cualquier cosa, entrar en esta paradoja nos puede, literalmente, salvar. Nos hace entregar aquello que más preciamos para recuperarlo al ciento por uno.

En el servicio me pierdo para encontrar mi yo más sincero, mi verdad más profunda. Sólo el que tiende la mano puede encontrar su misterio, que casi siempre está escondido en el corazón de los otros, que necesita de la voz de los hermanos para salir a la luz.

domingo, marzo 08, 2009

No todos los dolores son malos, ni indeseables. Hay heridas que hablan de los anhelos profundos que llevamos dentro, y hay que tener cuidado de no cerrarlas, por lo menos no a las apuradas. Si hay voces internas que nos arrastran y nos absorben, hay otras que nos impulsan hacia adelante, que se convierten en oración y servicio, en preguntas fecundas. Hay llagas que uno no quiere curar porque intuye que de algún modo son espacios abiertos por donde la gracia se abrirá paso. Quizás algunas veces se trate de eso, no de buscar inútilmente cerrar esas heridas (llevados en alguna oportunidad por un deseo de omnipotencia e invulnerabilidad), sino de descubrir que ellas se pueden transfigurar, que pueden ser manantiales de amor, como las llagas serenas del Señor Resucitado.

Tocar las puertas del misterio, el fleco del manto, la orilla de la luz...
para que se disipen todas las minucias, el ruido que no deja ver...
sólo te pido tocar, por un instante, el fleco de tu manto.

jueves, marzo 05, 2009

Bendecidos y rengueando…

… como Jacob el patriarca. Así salimos de cada encuentro con Dios. Con una certeza más arraigada de nuestra vocación y nuestra identidad, del amor que Él siente por nosotros. Salimos renacidos.

Pero al mismo tiempo, tenemos que atravesar la noche y la pelea. Dar golpes contra las sombras hasta que en un abrazo trabado encontremos al Señor. Es un combate que no podemos ganar, o mejor, que se gana al rendirse. Hay que tener valor para permanecer en esa brecha y decir “No te soltaré si antes no me bendices”.

Salimos entonces de ese round, más breve o más extenso, tambaleando. ¡Somos tan frágiles, y no nos habíamos dado cuenta! Pero ahora sí, nuestras rengueras se nos hacen más evidentes, nuestros moretones están a la vista de todos. En el fondo, como el encuentro con Dios nos hace más humanos, nuestra paradoja se revela con más intensidad después de estas experiencias: esa mezcla de barro y fuego, de bendición y combate, de flaqueza y gloria que es cada uno de nosotros.

lunes, marzo 02, 2009

Un texto para meditar

En estos días, estoy releyendo (y terminando de leer) un libro maravilloso de Olivier Clément, “Sobre el hombre”. Del primer ensayo del libro extraigo esta cita que me ha dejado rumiando un buen tiempo. ¡Que la disfruten!

“No puede accederse a la comprensión del hombre en Cristo más que por la penitencia y la oración. Quizá, entonces, hablaremos, pero a través de un cierto silencio que es adoración y atención de una capacidad de descubrir en el otro, tanto en el destino de una persona, cuanto en la historia de los hombres, la promesa de vida, la posibilidad de belleza. Las palabras que salen de un corazón purificado pueden sembrar en otro corazón. Así como Moisés, en el Sinaí, no puede a ver a Dios “más que de espaldas”, así también las palabras se convierten en el revés del silencio, en el revés de la paz. Y esta paz, desde las apariciones del Resucitado a los discípulos - “La paz sea con vosotros” – hasta las celebracioens litúrgicas de hoy en día  - “En paz roguemos al Señor” – testimonia la presencia del Resucitado. La dulzura de los fuertes convierte al hombre en un árbol de paz - “es como un árbol plantado cerca de un curso de agua… y sus hojas no se secan nunca (Sal 1, 3) –. Hemos sacrificado los árboles con el pretexto que no servían para nada. Y nos damos cuenta hoy de que, sin árboles, la tierra ya no es fecunda. Esta época necesita hombres que sean como árboles, cargados de una paz silenciosa, arraigada a la vez en plena tierra y en pleno cielo.” Clément, Olivier, Sobre el hombre, Madrid, Encuentro, p.31.

miércoles, febrero 25, 2009

Para el miércoles de Ceniza

En la Biblia no son todos los tiempos iguales: hay momentos distintos, importante, señeros. Tiempos oportunos, porque en ellos se nos manifiesta Dios. Eso es la Cuaresma: un tiempo oportuno, un kairós. La imagen podría ser la de la ventana abierta que nos permite salir a un lugar nuevo.

Frente con cenizas

  1. Ir de la mano de Jesús: él es el centro de la cuaresma, el núcleo de todo. Vamos a vivir la pascua con Él.
  2. La oración, el ayuno, la limosna, apuntan justamente a vivir como él: orientados hacia el Padre, entregados a los demás, libres plenamente para amar.
  3. Desde acá se entiende mejor el pecado: es negar lo que Dios sueña para nosotros, es impedir que la imagen de Jesús se forme en nuestro corazón. Es todo aquello que nos impide vivir como verdaderos discípulos. De todo ello nos queremos alejar y nos queremos convertir, es decir, volver.
  4. Por todo esto, la cuaresma es un tiempo de alegría. Es el gozo que se siente cuando uno vuelve a casa, o cuando uno descubre el camino después de haber estado perdido. Es probable que tengamos un largo tramo por recorrer... pero tenemos el gozo de saber que ya no estamos sin horizonte, que tenemos una meta hacia donde peregrinar. Es lo que vivimos cada vez que vamos a comulgar: mi horizonte es Jesús, mi camino es hacia él.
  5. Pidámoste al Señor que nos de la abundancia de su Espíritu, para que sea Él quien siga haciendo crecer su imagen en nosotros, liberándonos de todo aquello que frena su proyecto.

¿Para qué la cuaresma?

Para vivir la pascua con Cristo

Para crecer en libertad

Para abrirnos más a la gracia y dejar más atrás al pecado

Para que el Espíritu nos lleve al desierto

Para rezar más, o mejor, o ambas cosas

Para caminar como Iglesia hacia la Pascua

Para renovar nuestro bautismo

Para poder amar como Él.

martes, febrero 24, 2009

Eucaristía y misión (Crónicas de Catamarca III)

La experiencia de celebrar la Eucaristía en una misión tiene siempre un sabor particular. Saber que el amor de Cristo, que quiere llegar a todos y tocar el corazón de cada ser humano, se hace presente en un lugar donde la Eucaristía no se celebra a menudo (a veces donde nunca se la ha celebrado antes o donde han pasado años desde la última celebración) le da a la misa una densidad única, una fuerza que ayuda a descubrir un poco más de este misterio. Percibir con más claridad que el amor de Jesús no sabe de fronteras y que nos lleva a a superar nuestras barreras y desencuentros, a salir al encuentro del otro. Descubrir que la Pascua atraviesa todas las historias y toda la Historia…

Quizás, sobre todo, entrar en la alabanza, en la acción de gracias de Jesús. Volver al asombro y la admiración por este don inmenso que es el centro de la vida del cristiano y del universo mismo. La ofrenda de Cristo es el núcleo escondido del mundo.

Sobre el Evangelio de hoy (Martes de la VII Semana del Tiempo durante el Año)

Ponerse al servicio del otro es la aplicación más concreta y contundente del mensaje de cruz y abajamiento que Jesús viene anunciando estos últimos días. Disipa cualquier afectación, imaginación vana o dolorismo que podría hacernos perder de vista lo esencial del misterio de la cruz: la entrega por amor, el poner al otro en el centro.

El servicio es vivir en el día a día el camino de amor humilde y desarmado de Jesús. Tener al hermano como objeto de nuestro amor, tener el bienestar del otro como horizonte permanente. Es lo que Jesús sigue haciendo hoy: se pone a nuestro servicio, se entrega por amor, para que nosotros podamos hacer lo mismo por los demás.

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lunes, febrero 23, 2009

Sentir que tu ausencia me duele y tu recuerdo me llama, a pesar de mí mismo a veces, a tiempo y destiempo, como una campana enloquecida, como un dolor que me habla de tu paso por mi alma.
Respirar para entrar en tu presente, para escucharte más claro, para despertar...

Recibir tu ternura como una sorpresa, como una gracia que me hace seguir caminando, entre la sed y la tiniebla...

martes, febrero 17, 2009


Se acerca la cuaresma... tiempo para volver a sentir la sed. En este tiempo he vuelto a descubrir que una de las cosas que más despierta la sed de Dios es el silencio. Silencio suficiente para que uno pueda escuchar ese hilo de agua que corre, por debajo de tantas y tantas cosas. Ese hilo que nos despierta el anhelo de algo mejor, de un agua nueva, fresca, viva. Tener sed de Dios y darnos cuenta que no podemos conformarnos más que con él.

viernes, febrero 13, 2009

Las migajas y los flecos

En estos días aparecieron en el Evangelio el encuentro entre Jesús y la mujer cananea, la curación de la mujer con hemorragias y una mención que dice que con sólo tocar los flecos del manto de Jesús la gente quedaba sanada.

A lo mejor hace falta menos de lo que buscamos. Quizás haya que recuperar la fe en que lo pequeño puede darnos lo necesario. Dios, como buen artesano, o como una madre pobre, hace milagros con poco. Tal vez haya que volverse medio mendigos, y dejar de pretender panes para llenarnos con la abundancia de las migajas de Jesús.

domingo, enero 25, 2009

Apuntes sueltos II

A pesar de todo, no desesperar de buscar la comunión.
Ir lo más pronto posible a lo esencial. Escuchar, siempre, intuir, aún detrás de un modo ácido o brusco, la verdad que se quiere proteger o presentar.
No dejar de buscar el encuentro. No rendirse frente a la dureza.
Siempre, siempre, purificar el corazón: despojarlo de toda manipulación, de todo deseo de victoria. Confiar en la fuerza de la verdad, que termina por abrirse paso.
Y saber que esta nunca puede ir separada del amor: pues para el que cree en una Verdad que también es Amor, y Amor-Persona, el modo en que se defiende el punto de vista y se escucha el del otro es tan importante como aquello que se presenta.

sábado, enero 24, 2009

Memento mori

Cuando viví en Virreyes, como he contado en otros posts, dediqué bastante tiempo a la celebración de las exequias (el "responso", como se lo conoce tradicionalmente). Cada uno de ellos fue dejando su huella, pero hay uno que caló en mí de modo particular.

Una tarde calurosa tuve que ir a rezar junto con una familia que había perdido a uno de sus hijos. Unos chicos habían querido robarle su motoneta, y frente a su resistencia, lo mataron de un balazo. Rezamos juntos, pidiendo paz y justicia.

A diferencia de otras veces, donde en general volvía rápido a la parroquia para seguir con las actividades del día, me quedé un rato. El chico tenía mi edad (en ese momento contaba con 23). Yo andaba en bici por el barrio y en ese tiempo no usaba todavía el hábito clerical. No pude evitar pensar que tranquilamente podría haber sido yo el destinatario de ese balazo en algún encuentro desafortunado. De repente, palpé mi propia fragilidad de un modo desconocido hasta entonces para mí. Esta experiencia se ha repetido,desde entonces, cuando la muerte ha pasado cerca a lo largo de mi historia.

Sin embargo, esto no ha sido algo negativo. Me ha hecho valorar más la vida, el peso de las decisiones que tengo y a la vez, lo pasajero que es todo. Tomar conciencia de la propia muerte no es necesariamente caer en un nihilismo o en una apología del dolor o el absurdo. También puede servir para aprovechar mejor el tiempo que uno tiene, para recordar eso que decía Gustav Thibon: "Todo lo que no es eternidad recuperada es tiempo perdido". Para descubrir el don. Ponerse delante de la propia muerte nos ubica y nos relativiza en el mejor de los sentidos. Nos hace más humildes.

Algo de razón tenían los antiguos cuando decían Memento mori: "Recuerda que has de morir". No para amargarse, no para despreciar esta vida... para vivirla mejor. Algo que también dice esa chacarera: "La vida me han prestado y tengo que devolverla/cuando el Creador me llame para la entrega/ Que mis huesos, piel y sal/ abonen mi suelo natal".

La fuente (Crónicas de Catamarca II)

Una de las particularidades que tuvo el viaje fue que no lo hice solo. Mi viejo me llevó hasta allá, dado que no manejo a menudo y menos en la ruta. Y como suele pasar con los viajes, el camino tuvo tanto de experiencia como la meta misma.

Cuanto más pasa al tiempo, más uno se descubre vinculado con su propia historia y más allá de ella a la vez. El paso de los años hace que uno perciba su singularidad que va tomando un contorno más definido. Pero junto con eso se acrecienta la percepción de brotar de algo y alguien más. La conciencia de haber nacido de un amor, frágil pero cierto, limitado pero auténtico, es una de las mayores alegrías que uno puede experimentar. Somos misterio, pero este misterio no es una célula aislada: es una comunión. De los lazos nace y busca generar nuevos encuentros, nuevos vínculos.

Viajar con mi padre me llevó una vez más a esta alegría, al asombro, a redescubrir mis raíces... y en ese asombro, percibir una vez más que todos estamos en camino, padres e hijos... y entre todos nos acompañamos, aprendiendo unos de otros, mientras el horizonte nos convoca.




La corriente secreta (Crónicas de Catamarca I)




Dentro de unos días partimos con un grupo de jóvenes a misionar a La Majada, un pueblo pequeño ubicado dentro de la parroquia que corresponde a la zona de Ancasti, en la provincia de Catamarca. Será toda una experiencia. Experiencia que empezamos a preparar desde Buenos Aires y para la cual viajé antes a fin de conocer el lugar, al párroco y a la gente que vive allí.

De ese encuentro, y del camino que ser realizó para llegar hasta él, brotaron muchas vivencias, de esas que uno guarda dentro porque intuye que en el relámpago de una imagen o una palabra puede haber una enorme riqueza. Me pareció que un buen modo de preparar la misión era sacar estas imágenes a la luz, para que las palabras desplieguen mejor esa fecundidad a veces escondida.

En el camino a la Majada, cuando estábamos llegando a Catamarca capital, en medio de un calor aplastante, casi de pasada, vi a una chiquita caminando, sola, con su guardapolvo y su mochila. Algo que uno ve todos los días en la ciudad. Pero en la soledad y el calor de ese rincón perdido del país, algo le daba un relieve especial al hecho, a ella, al gesto...

Que en medio de ese rincón semidesierto una chiquita estuviera caminando hacia la escuela me hizo pensar en la innumerable cantidad de actos anónimos de amor y esperanza que la gente realiza día a día. En que así como ella, muchos otros chicos estarían yendo ahora a clases. Pensé en que, así como es cierto que ocurren miles de cosas malas, en todo lo que nos llega a través de las noticias, y todo aquello que permanece oculto pero hiere, de un modo u otro, nuestro cansado mundo... también están estos fueguitos que se van encendiendo unos a otros, para mantener el amor andando, para que la esperanza no se pierda... para seguir dándonos motivos, unos a otros, para permanecer en el camino.

Recordé ese poema de Borges, Los Justos:

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

miércoles, enero 21, 2009

Apuntes sueltos

Uno de los misterios más grandes, ciertamente, es el de la comunión... esa intuición, profunda por momentos, oscura por otros, de estar unido a todos, a tantos... es el misterio del amor, que, como decía un sabio, hace que vayamos "el uno en el otro". Es saber que llevamos un poco del otro, y que el otro se lleva algo nuestro. Hay una trampa, igual. Si uno no se entrega, no hay comunión. La unión nace de la entrega, que paradójicamente, nos afirma más todavía en nuestra persona y nos hace crecer...

viernes, diciembre 12, 2008

Para ayudarnos a esperar

Dadme para mi vida
todas las vidas,
dadme todo el dolor
de todo el mundo,
yo voy a transformarlo
en esperanza

Pablo Neruda, El hombre invisible


Hoy, más que nunca, descubro en estas palabras de Neruda algo que sólo puede aplicarse a Jesús. Es necesario ir al centro de la Pascua, al corazón ardiente del Cordero, del crucificado y resucitado para que el dolor se convierta en ofrenda, para que las puertas cerradas se conviertan en oportunidad, para que encontremos, en medio de todo, un motivo para seguir esperando, una luz que nos indique el camino.



jueves, octubre 30, 2008

Sobre San José

Uno de los regalos que me hicieron para mi aniversario de ordenación, hace apenas unos días, es una imagen lindísima de San José. En ella está él acompañando a Jesús que tiene en sus manos una paloma, como las que habrá ofrecido José junto con María cuando lo presentaron a Dios en el templo (Lc 2, 22-24). Las palomas eran la ofrenda más humilde que se podía hacer... la ofrenda de los pobres. Veo la imagen y me quedo pensando... José le fue marcando el camino a Jesús para hacer de su vida una ofrenda silenciosa. José pasa por el Nuevo Testamento sin decir una palabra. Sin embargo, sin él, ¡nos quedamos sin Jesús! Fue para Él la primera imagen del amor del Padre, su sombra, como dice una novela.

Pensaba que podríamos tomarlo a José también como compañero para nuestro camino de fe. Pedirle que nos ayude para que en lo secreto y escondido de cada día, en la fidelidad de lo diario y desconocido para el mundo, se teja también historia de salvación para los demás.

martes, octubre 07, 2008

Sobre la reconciliación

Me pidieron dar una charla sobre la reconciliación a los coordinadores de confirmación de la parroquia. Acá va el apunte:

Dios crea de la nada, pero sobre todo, tiene como atributo principal crear vida donde sólo hay muerte. Saca orden del caos, luz de la oscuridad, amor del odio... Esto es importante porque esto se manifiesta de modo especial cuando Dios perdona. El salmo 50 lo canta cuando le pide a Dios que cree "un corazón puro"... el perdón repite en la vida del hombre el milagro de la creación.

Esto nos hace comprender que el pecado no es simplemente “romper una norma”. Es empezar a borrar nuestro rostro original, es olvidarse de quién somos realmente. Dios no quiere eso, no quiere que su obra se pierda... y por eso, pone gestos de amor, sale a nuestro encuentro.

En esa búsqueda, Dios se revela como el misericordioso. Esto en la Biblia se dice de modo muy gráfico: Dios tiene rehemim “entrañas de madre”. Siente lo nuestro como una madre siente al niño que lleva en su vientre. El amor de Dios no es una cosa teórica, abstracta, de manual: es una pasión, un fuego devorador que no se detiene hasta alcanzarnos, hasta que logra encender lo que está muerto y apagado.

El gesto máximo de este amor es Jesús. En él, el amor del Padre se hace palpable, visible, sacramento. La gente descubre en Jesús ese amor que no juzga ni condena, y por eso mismo, un amor que saca a la gente de esas situaciones sin salida. El amor misericordioso libera a la gente de su imagen negativa, del peso de su historia, de los prejuicios y las heridas... Jesús con su amor hace presente el amor creador de Dios. Esto hasta llegar a la cruz y la pascua, hasta el lugar de la compartida máxima, del máximo don. Jesús muerto y resucitado es la prueba viviente de que el amor es más fuerte que el pecado y la muerte. Jesús nos acerca ese amor en los gestos sacramentales.

La reconciliación es el espacio donde vivimos ese momento de encuentro con la misericordia de Dios. Nosotros, como todos, necesitamos de gestos concretos y sensibles de perdón. Es natural que a veces esto nos cueste, pero después ¡es algo tan liberador!

En la reconciliación:

  • Jesús nos muestra que el bien es más fuerte que el mal. Llegamos a la confesión a veces dudando, con miedos, con culpa... la reconciliación nos devuelve la certeza de que lo primero en nuestra vida es siempre la gracia, el don que antecede a toda falta, a todo pecado... ese mismo don que se nos da generosamente en el sacramento.

  • Nos devuelve nuestro rostro original. Sólo el amor de Dios nos puede revelar nuestro misterio, nuestra vocación a la plenitud, nuestra llamada a la santidad. El pecado oscurece ese llamado y la reconciliación nos ayuda a redescubrirlo y purificarlo. Cuanto más avanzamos por el camino de la reconciliación, más descubrimos nuestro fondo: el amor infinito de Dios.

  • Nos sana el corazón: todos tenemos heridas, vacíos, dolores... en la reconciliación, al reconocer esas heridas y ponerlas en manos de Jesús, al entregar lo que nos duele, abrimos esas zonas de nuestra vida a la compasión del Señor.

  • Nos ayuda a crecer - ¡por eso es para recibirlo de modo frecuente! Es un camino constante el de la reconciliación... pero cada paso trae consigo un nuevo avance, un nuevo crecimiento, una certeza creciente del amor incondicional de Jesús.

  • Nos ayuda a hacernos cargo y a la vez nos libera de darle vueltas a las cosas. El que se acerca a la reconciliación realiza uno de los gestos de mayor valentía: asumir responsabilidad y tomar conciencia de lo hecho. Al mismo tiempo, de ese modo nos salvamos de caer en el autoencierro que el repreguntar permanente produce.

  • Nos hace encarnar la misericordia de Dios para compartirla con los demás. El perdón va haciendo su obra en nosotros... y cuando queremos darnos cuenta, nos hemos convertido en un instrumento de ese amor infinito del Padre, que sana, reconcilia y envía.

miércoles, octubre 01, 2008

De amicitia (sobre la amistad) (II)

Creo que muchas veces vamos dejando lo mejor de nosotros en nuestros amigos. Nuestros sueños, nuestro mejor deseo, nuestros anhelos más nobles...

Y cuando nos olvidamos de esa parte más luminosa de nuestra vida,
cuando la amargura, la desilusión o el cinismo
pretenden adueñarse de nosotros,
los amigos de verdad nos devuelven esa luz que hemos depositado en ellos
para que recuperemos nuestro verdadero rostro
y reemprendamos el camino que recorremos codo a codo.
Señor, que vea otra vez. (Lc. 18, 42)

Necesito encontrarte
percibir tu aliento suave entre la podedumbre
afinar mi tacto al máximo, para sentir las grietas
donde se está colando tu amor

Necesito escucharte
saber que en algún lugar tu corazón me espera
saber que está palpitando la vida
entre tanta muerte

Necesito verte
para ver como vos
para tener una mirada de Pascua
sobre todas las cosas

lunes, septiembre 22, 2008

Aunque la noche arrecie
es necesario seguir
algo me palpita
y me ilumina desde adentro

luz oscura
que empuja y susurra
en las horas vacías

fuego
en esas horas
donde la promesa se esconde
para cambiar de piel
y andar más cómoda

algo me palpita
¿será que me está creciendo
la promesa?

Canciones que alegran

Me puse a hacer una playlist de temas que últimamente me alegran. Ahí va, sin otro criterio que el simple (pero nada despreciable) hecho de que me pone contento el mero hecho de escucharlas.

1. Merry Happy - Kate Nash
2. Bad Day - Daniel Powter
3. Here comes the sun - The Beatles
4. We can work it out - The Beatles
5. Pa' los changos - Dúo Coplanacu
6. Qué Bello Abril - Fito Páez
7. High - Ligthhouse family
8. Rescue Me - Fontella Bass
9. Soul Man - Sam & Dave
10. Miracle - Queen
11. Life is a highway - Rascal Flatts
12. Do the Whirlwind - Architecture in Helsinki

martes, septiembre 16, 2008

Explicación de un símbolo: la cruz del Cordero


Algo dije sobre esta cruz hace muy poco. En estos días he meditado sobre su valor y su importancia para mí.

Hace tiempo había visto a un amigo llevar esta cruz pero tengo que reconocer que en ese momento no me llamó demasiado la atención. Pero a lo largo del año pasado, distintos acontecimientos, diferentes situaciones me llevaron a meditar sobre la mansedumbre de Jesús, sobre el despojo y la humildad de su camino. Aún la victoria de Jesús es mansa: la luz de la Pascua es una luz serena, de mañana, como el sol del alba que ilumina sin encandilar.

Entonces la imagen de Jesús Cordero me llegó al corazón con una fuerza desconocida hasta entonces. Jesús es realmente el manso que transforma todas las situaciones desde su amor inerme, desarmado. En medio de un mundo violento, donde tantos pelean por el poder, el secreto de la historia se juega en la entrega humilde y silenciosa de un hombre que da la vida por amor.

Esto necesariamente voltea todas nuestras estructuras y pretensiones, invita a la conversión y a la vez, da un profundo consuelo: nuestro Dios se hace presente de modo silencioso pero real en todas las situaciones de dolor para llenarlas con su presencia y su amor. Desde abajo, desde lejos, desde lo que para otros es despreciable e indigno de consideración, llega la salvación de Dios. Por eso sabemos que no hay situación, por difícil y lejana que sea que Jesús no pueda compartir con nosotros. Sólo el que acepta la mansedumbre y la humildad puede generar ese espacio abierto necesario para amar a los demás.

Para mí esta cruz se ha vuelto un símbolo de camino espiritual y de búsqueda como cristiano y como cura. Estoy cada vez más convencido de la necesidad que tenemos todos de un amor así: manso, misericordioso, tierno... pero a la vez firme y apasionado porque el camino del Cordero es un camino de cruz y compromiso hasta el fin.

jueves, septiembre 11, 2008

¡Estoy vivo...

... y el blog también! Pero estuve de retiro y a las corridas. Prometo posts prontamente (y de paso un poco de aliteración).

sábado, agosto 23, 2008

Guías para la adoración (III)

En este segundo encuentro, te proponemos seguir con el método que tuvimos ayer. Tomar un texto, profundizarlo a través de la meditación y la oración... y ver a dónde te lleva Jesús. Ayudate con la página del día anterior si querés recordar los momentos. ¡No te olvides de aprovechar para anotar al final! Es importante guardar registro de lo que Dios va haciendo en vos en el momento de la oración.

El texto que te proponemos hoy es del Evangelio de Juan, está en el capítulo 4, versículos 1 al 42. Es un texto largo, pero vale la pena ir leyéndolo despacio y sin apuro. Una pista para la lectura. Probá leerlo una vez. La segunda vez, lee solamente lo que dice la samaritana. La tercera, lo que dice Jesús.

Algunas pautas para la meditación

š Fijate como Jesús va llevando de a poco el diálogo. Sin forzar las cosas ni apurar tiempos, deja que la samaritana saque a la luz lo que tiene en el corazón. Su historia, sus preguntas, su sed de vida... todo va surgiendo a medida que conversa con Jesús.

š Y Jesús también se va mostrando de a poco, hasta que le revela que es el Mesías. No se apura a revelarse, sino que con sencillez y paciencia, le da tiempo a la samaritana.

š Por eso este es un buen texto parar descubrir el sentido de la misión. Igual que Jesús, nosotros nos tomamos tiempo para el anuncio: nos dejamos conocer, compartimos... hasta que llegamos de a poco al anuncio.

š También nos puede ayudar pensar cómo Jesús se fue acercando a nosotros... ¿qué caminos eligió, qué personas nos mostraron a Jesús? ¿Qué cosas nos fueron llevando al encuentro con el Señor?

š Dos palabras aparecen muchas veces en este relato: el agua y la sed. Es evidente que Jesús no está hablando de la sed de agua “material”... Se refiere a una sed más profunda... Una sed que sólo él puede calmar. La samaritana tenía esa sed de vida, de amor... pero no sabía que sólo Jesús podía saciarla. ¿Y vos? ¿De qué cosas “tenés sed ahora? ¿Cuáles son las cosas que te mueven el corazón, que necesitás especialmente? ¿Te animás a ponerles nombre?

Para la oración, además de contarle a Dios lo que nos pasa por el corazón al escucharlo, a veces es lindo pedirle a Dios que nos preste sus palabras. Por eso tenemos el libro de los Salmos, que es doble palabra de Dios, por que es la colección de oraciones del pueblo de Israel y que los cristianos también rezamos desde siempre. Es la respuesta a Dios que también ha terminado por volverse parte de su Palabra. Este es un salmo muy lindo que habla de la sed y del amor de Dios. Te hago una sugerencia: si encontrás alguna frase que te guste, tomala como jaculatoria para ir repitiéndola a lo largo del día, como una especie de “amarra” que te lleve a la oración.


Salmo 63

Señor, tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua.

Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán.

Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios.

Mientras me acuerdo de ti en mi lecho
y en las horas de la noche medito en ti,
veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.

Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene.


viernes, agosto 15, 2008

Guías para la adoración (II)

Estos días de misión siempre son un tiempo fuerte de presencia de Jesús, y por eso mismo, de oración. La idea es que en este rato de oración puedas profundizar en ese encuentro con Jesús. Y para eso, nada mejor que disfrutar de su presencia en la Eucaristía y en su Palabra. Por eso te queremos invitar a que en este momento te dejes acompañar por el Evangelio.

Te propongo que estos ejercicios los dividas en tres momentos:

  1. š Meditación: Se trata de buscar relacionar lo que escuchamos en la lectura con nuestra vida, prestar atención... ¿qué me llamó más la atención, que me “pegó más? Para esto nos puede ayudar el siguiente ejercicio: leer el texto “en primera persona”.. es un buen método para descubrir que esta palabra de Dios es para vos...
  2. š Oración: Este es un tiempo distinto al anterior de meditación, necesitamos hacer algo que nos ayude a tomar conciencia que deseamos “encontrarnos” con Dios. La idea es que esto que vas rumiendo te lleve al diálogo con Jesús. Decile a Él lo que pensás y sentís… y tratá de escuchar lo que Él tiene para decirte.
  3. š Anotación: Trata de anotar algunas cosas que crees son importantes y te pueden ayudar ahora y después a entenderte y a convertir la vida en oración. Las anotaciones sirven como “testimonio” de lo pasa “hoy” en tu interior.

Disponete entonces a rezar. Pedile a Dios que te ilumine el corazón y la inteligencia para entender su Palabra. El texto que te proponemos hoy es Mc 1, 40-45.

Leelo despacio, una y otra vez. Estamos acostumbrados a leer a las apuradas, pero la Palabra pide un ritmo distinto, más sereno, más calmo, más lento.

Una vez que lo hayas leído (¡varias veces!), te dejo algunos puntos que te pueden ayudar en el momento de la meditación para “ubicarte mejor” en el paisaje de la lectura:

1. En la época de Jesús, los leprosos eran marginados. Impuros para la ley judía, se los consideraba incapaces de vivir con los demás y también con Dios. Además, como el mero contacto con uno de ellos dejaba impuro a quien los tocase, quedaban completamente aislados. Y a todo esto se lo veía como un castigo de Dios. “Si le había pasado esto, por algo sería”, era lo que pensaba la gente de su tiempo.

2. Por eso el gesto de Jesús tiene tanta fuerza: Jesús toca al leproso, y, en vez de quedar él impuro, su amor transforma la situación. La compasión de Jesús (sufre-con el otro) se transforma en un gesto de inclusión que saca al leproso de su aislamiento y su soledad. El amor de Jesús rompe las barreras de la enfermedad y el prejuicio.

3. Por eso este leproso se vuelve un símbolo de nuestras heridas y de las barreras que a veces ponemos entre nosotros y Jesús, entre nosotros y los demás. Puede ser que esta barrera nos la hayan impuesto otros... puede ser que nuestras heridas nos las hayamos infligidos nosotros mismos. No importa. Lo importante es que Jesús también quiere tocar esas zonas de nuestra vida que se encuentran heridas, aisladas, impuras. No hay lugar de nuestro corazón al que Jesús no quiera llegar.

Las preguntas nos pueden llevar un poco más hondo, y permitirnos profundizar:

š ¿Hay algún lugar de mi vida (puede ser una relación con alguien, un lugar, una actividad, un recuerdo) que esté necesitado de la sanación que sólo Jesús me puede dar?

š ¿Cuáles son esas cosas que me cuesta confiar, que me cuesta entregar a otros, abrir a otros (sea a Dios o a los demás)? ¿Por qué? ¿Dónde me experimento más cerrado, más desconfiado?

š ¿En algún momento experimenté que Jesús me sanaba, me curaba? ¿Cuándo? ¿Cómo fue?

En la oración, fijate si te animás a compartir algo de lo que fuiste meditando con Jesús. Quizás sientas que todavía no te animás a confiarle todo... pero al menos, pedirle más confianza para poder hacerlo en el futuro.

Guías para la adoración (I)

Para la misión que realizamos este invierno los chicos del grupo me pidieron que escribiera algunas guías para los tiempos de adoración eucarística (había una hora libre para adorar todos los días). Dejo entonces aquí las guías para que quien las necesite las pueda usar.

La eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia, porque en ella hacemos presente el amor entregado de Jesús. El misterio pascual, su muerte y su resurrección, que es la fuente de nuestra fe, esperanza y caridad, se hace presente en la misa, cuando a través de gestos sencillos y humanos el Espíritu Santo nos hace entrar en comunión con Jesús resucitado.

En la Eucaristía Jesús nos une como hermanos en su amor, y nos transforma el corazón para que aprendamos a amar como él. Por eso toda la vida cristiana tiene que ser como una eucaristía prolongada: una ofrenda a nuestro Padre Dios y un servicio constante a los hermanos, que es lo que Jesús realiza en cada misa.

Esta “eucaristía prolongada” que tiene que ser nuestra vida se profundiza de distintas maneras: a través de los gestos de amor y servicio a los demás; en la búsqueda de una conversión cada vez más honda y sincera; y, especialmente, en una oración que prolongue en la intimidad del corazón el diálogo con Jesús.

Hay muchos modos de oración: un camino especial es la adoración a Jesús en la Eucaristía. La adoración es un modo de “estirar” en el encuentro orante con Jesús lo que celebramos en la misa.Cada vez que nos tomamos un tiempo para adorar al Señor aprendemos a amar, a creer, a esperar.

  • š La adoración nos hace crecer en la fe porque al verlo a Jesús en el Santísimo aprendemos a creer en su presencia, no sólo en la Eucaristía sino en todas las dimensiones de nuestra vida: en nuestra historia, en los hermanos, en nuestro corazón. Miramos a Jesús para que él abra nuestros ojos a una contemplación más profunda, para que él, como hizo con el ciego de nacimiento, ilumine nuestro corazón.
  • š Nos permite crecer en la esperanza, porque al rezar, experimentamos un poquito lo que será el cielo: estar con Jesús y con los demás, en comunión, unidos por el amor. La presencia de Jesús nos ayuda a descubrir que ya aquí y ahora empiezan a aparecer signos de su amor, de su Reino, de su vida surgiendo en lugares y personas, y en nuestro propio camino. Cuando nos encontramos con Jesús Él nos ayuda a levantar la mirada y ver un poco más allá.
  • š Nos ayuda a amar. No sólo porque Jesús nos fortalece para que podamos amar más hondamente: sino porque en la Eucaristía Jesús nos va enseñando a amar “a su estilo”. Jesús resucitado nos salva en la sencillez y humildad de la Eucaristía. ¡Pero no nos olvidemos que en esa sencillez está toda la plenitud del amor y la luz de Dios! Eso nos muestra que nuestro amor tiene que tener los rasgos de Jesús resucitado: amor extraordinario en gestos ordinarios y sencillos.


Puede ser que estés acá sentado y te digas a vos mismo que no sabés rezar. Si es así, ¡ya somos dos! Nadie “sabe” rezar, porque antes que nada, rezar no es una técnica sino una gracia, un regalo. Y nadie aprende a rezar, sino rezando. Es en el diálogo constante con Jesús donde experimentamos que él nos muestra el camino que debemos recorrer para alcanzar una oración constante y sólida.Sin embargo, sí vienen bien algunos “tips” que tal vez te despejen un poco el camino:

š

  • Siempre ayuda empezar pidiendo la gracia de la oración. Rezarle al Espíritu Santo (el “maestro interior”, como le decía San Agustín), a María (nuestra Madre y Maestra Espiritual) o a Jesús o al Padre mismo que nos lleven a la oración. Y también terminar agradeciendo: por más que no hayamos experimentado (aparentemente) nada en la oración, es un tiempo que hemos tenido para estar con Dios y amarlo. ¿No es algo para agradecer?

  • š La oración pide fe: confiemos en que Jesús está realmente presente, que él nos quiere, nos escucha y acompaña. Busquemos abrirnos a su presencia. Confiemos en que él está acá, con nosotros, en este rato de intimidad.
  • š La oración es trazar una historia de amistad con Dios. Y como toda amistad, requiere tiempo e intimidad. Si no le abrimos el juego a Jesús en la confianza, y si no nos tomamos tiempo para cultivar esa relación, será difícil que nuestra oración sea verdaderamente fecunda.
  • š No somos ángeles, somos carne y hueso... cuerpo y alma. Es importante que nuestra postura exprese y alimente la actitud de nuestro corazón. Busquemos entonces una postura que nos permite rezar cómodamente, pero también que muestre con el gesto corporal el deseo del espíritu.

jueves, agosto 14, 2008

Bajar al llano

Volver a lo cotidiano después de una experiencia no suele ser fácil. Lo diario parece carente de vida cuando venimos de la euforia, de lo extraordinario.

Y sin embargo, precisamos de lo ordinario, porque es justamente en la humildad del suelo de cada día donde la semilla de lo novedoso y fuera de lo común germina y crece.

Cuando el Evangelio de Mateo va llegando a su final, después de vivir la Pascua con Jesús, él dice que los discípulos tienen que ir a Galilea, que en ese evangelio es el lugar donde todo empezó.

Después de vivir algo que cala en nosotros, estamos invitados a volver a Galilea, pero lo fundamental no es que las cosas sigan cambiando. Sino que hemos cambiado nosotros, y eso nos permite vivir lo cotidiano de un modo nuevo.

El que no tiene esa chispa en el corazón, podrá vivir mil novedades, pero no servirán. Para el que la guarda y acrecienta, hasta el momento más gris puede estar lleno de eternidad.

martes, agosto 12, 2008

Un texto de Bernard Hahring

Los payasos que pueden reírse de sí mismos también se pueden reír de los demás. El humor, ese gran don de Dios, se manifiesta en su autenticidad en el hecho de que a la persona dotada de humor le gusta reírse de sus propias debilidades. El que ridiculiza a los demás sin reírse de sí mismo es una persona llena de malhumor que, de hecho, no tiene en absoluto la virtud del buen humor.
No sólo los curas que trabajan en los circos, sino también todos los demás curas deberían tener cualidades, capacidades y virtudes de los entrañables payasos.
Una Iglesia que no reconoce el don del humor y no lo cultiva intensamente no es una Iglesia seria.

En "¿Qué sacerdotes para hoy?", Madrid, PPC, p. 118

lunes, agosto 11, 2008

De Amicitia (sobre la amistad) (I)

Creo que son pocas las cosas que me resultan tan queridas como la amistad, y sin embargo, ¡qué difícil encontrar las palabras para hablar sobre ella! Quizás justamente por eso, porque cuanto más cerca del corazón está algo, más difícil es hallar la precisión, porque estamos más cerca del misterio y por eso, también más silenciosos. Pero a la vez, es necesario hablar de lo que nos llena el corazón...

La amistad requiere tiempo y trato, decía Aristóteles. Pide esfuerzo y dedicación, confianza, diálogo... pero a la vez, siempre es un don. Porque la libertad es un rasgo característico de la amistad, no puede vivirse sino en el contexto del don. Es cierto que a los amigos uno los elige... pero no es menos cierto que uno tiene que ser elegido por ellos.

Por eso, cada tanto es bueno volver a tomar conciencia del don de tener compañeros de camino. Descubrir que el amigo es una gracia. Que por un tramo del sendero, al menos, tendremos quien vaya junto a nosotros. Hasta que el misterio nos reclame quizás separarnos... pero seguros siempre de que algo nuestro se va con el otro, y que algo del amigo hace camino con nosotros.

viernes, agosto 08, 2008

A la vuelta de la misión...

... uno se queda rumiando todo lo vivido. La misión, junto con las peregrinaciones, los retiros y otro tipo de experiencias similares, son momentos donde uno puede vivir la vida "en concentrado", por así decirlo. Se nos regala la oportunidad de percibir con claridad los núcleos de nuestra existencia: compartir el camino con otros, estar al servicio, rezar y celebrar juntos... y sobre todo, salir al encuentro de los demás. Anunciar a otros aquellos que nos moviliza y enamora. Reconocer una vez más que la vida crece en la medida en que se entrega a los demás. A los que no lo hayan vivido, los invito a que prueben hacer la experiencia en algún momento... y si alguno sí pudo ir en algún momento de su vida, aunque haya sido hace muchos años... recuerde lo que recibió en esos días y que se pregunte... "¿y dónde ha quedado todo eso hoy?".
Tuve la oportunidad de descansar unos días en una quinta tras una semana intensa y fecunda de misión. Tiempo para leer, dormir y rezar a pata suelta...
El centro de la casa (y de esos días para detenerme) fue la chimenea, en torno a la cual pasé largos ratos.
Como el nombre del blog denota, el fuego me fascina, así que aproveché para dedicarme mucho tiempo a contemplarlo, encenderlo y mantenerlo vivo.
Recordaba que de chico, al ayudar a mi papá o mi abuelo a encender la chimenea o el fuego del asado, me fascinaban las llamas, con su vivacidad y su potencia.
En cambio ahora, me detenía en mirar las brasas, percibiendo en ellas, más discretas pero también más intensas y constantes, el secreto del fuego. En su concentrada incandescencia nacía la fuente de calor para toda la casa.

Creo que voy entendiendo que el secreto para permanecer al servicio del fuego no será, la mayoría de las veces, convertirse en llama... sino en esconderse entre las brasas, manteniendo vivo el ardor para que el calor no se pierda y sean muchos los que encuentren fuerza en torno al hogar.