Vivir el servicio, para el cristiano, es mucho más que una actitud o un gesto. Es descubrir que la pascua se hace carne justamente en cada iniciativa, en cada oportunidad de darse al otro, de poner al otro en el centro, como lo hace Jesús. Servir y dar la vida… servicio y cruz, misión y Pascua…
Es también, redescubrir la paradoja de perder la vida para encontrarla. En esta cultura que guarda tanto su vida por miedo a quemarla para terminar desfogándola en cualquier cosa, entrar en esta paradoja nos puede, literalmente, salvar. Nos hace entregar aquello que más preciamos para recuperarlo al ciento por uno.
En el servicio me pierdo para encontrar mi yo más sincero, mi verdad más profunda. Sólo el que tiende la mano puede encontrar su misterio, que casi siempre está escondido en el corazón de los otros, que necesita de la voz de los hermanos para salir a la luz.
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