martes, noviembre 30, 2010

Están pasando más cosas buenas de las que imaginamos.
En algún lugar, alguien elige perdonar.
Alguien está pensando en dar su vida por amor.
Otro vela el sueño de alguien que ama.
O llora de amor o de pena alguien que ya no sabe cómo expresarse.
Alguien tiene un gesto de amor puro.
Hay más, más de lo que imaginamos.

Miedo de amar

El otro día releía ese poema maravilloso de Borges, "El Amenazado":

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. 
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. 
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. 
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, 
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, 
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, 
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? 
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. 
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se 
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. 
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. 
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. 
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. 
Ya los ejércitos me cercan, las hordas. 
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) 
El nombre de una mujer me delata. 
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Es un texto realmente maravilloso, porque muestra tan claramente de qué manera el amor irrumpe y nos llena de temor y anhelo al mismo tiempo. Y de golpe nos damos cuenta que nada sirve para nada, que todas nuestras medallas son apenas barreras para el encuentro, que simplemente estamos llamados a ser para el otro y desde el otro. Pero entrar en este dinamismo de gratuidad, donde, como dice también Borges "no hay poseedor ni poseído, pero los dos se entregan", nos aterroriza. Y tantas veces terminamos comprando sucedáneos que nos atontan y nos hacen pensar que en realidad no nos hace falta amor. Es la tentación de la omnipotencia controladora que tantas veces rige nuestra vida. Pero si por un momento glorioso elegimos la pobreza del amor, nos hacemos ricos en serio.

lunes, noviembre 29, 2010

¿Por dónde iréis hasta el cielo/ si por la tierra no vais?
Pedro Casaldáliga, 
Preguntas para subir y bajar el Monte Carmelo

Esta vida es la que se nos da para hacerla antesala del cielo, no hay otra.
Estas personas con las que comparto mi camino son las que me invitan a amar y dejarme amar. No hay otras.
Esta Iglesia, este país, esta realidad es en la que Dios se hará presente. No hay otra.
Este corazón mío, con sus heridas, sus dones y limitaciones, con su historia y su presente es aquel con el que soy llamado a la plenitud y la vida. No hay otro.

Qué fácil es pensar que en otro contexto, en otras alternativas o con otras personas todo sería mejor. Pero es mentira y tentación. Este camino que tengo es el que me lleva al cielo. Y para llegar, tengo que hollar en él cada vez con más fuerzas. Ir a lo profundo de mi corazón, más allá de las heridas, donde se oculta la fuerza de la vida. A lo profundo de los vínculos, más allá de las desilusiones y los choques, donde está el encuentro. Más allá de las fachadas, donde se intuye el paso de un Dios vivo y escondido, donde el amor dice su palabra última, la única que da sentido a las cosas.