miércoles, octubre 01, 2008

De amicitia (sobre la amistad) (II)

Creo que muchas veces vamos dejando lo mejor de nosotros en nuestros amigos. Nuestros sueños, nuestro mejor deseo, nuestros anhelos más nobles...

Y cuando nos olvidamos de esa parte más luminosa de nuestra vida,
cuando la amargura, la desilusión o el cinismo
pretenden adueñarse de nosotros,
los amigos de verdad nos devuelven esa luz que hemos depositado en ellos
para que recuperemos nuestro verdadero rostro
y reemprendamos el camino que recorremos codo a codo.

2 comentarios:

Octavio dijo...

Verdaderamente importante tener amigos, "todo pasa pero algo permanece". Quizás sean los buenos amigos, quizás sean ellos, los que tiene el derecho de, en algún momento, cachetearte y decirte estás mal, o levantarte o alegrarte.

Un abrazo Edu, estaba pensando que me gustaria charlar con voce.

Anónimo dijo...

Cómo estás.P.Eduardo?

Hubo un tiempo, en que realmente pensé que no tenía amigos.Empecé a buscar por internet grupos donde conocer gente linda, dispuesta a compartir.

Y, después de conocer tantas personas, llegué a la conclusión que no hay amigo como Dios, ni amiga como María. Y, empecé a tener una nueva familia de ángeles, santos y almas benditas.E hice de Dios mi mejor amigo y a María mi mejor consejera.

Amigos en el mundo los hay. Y, qué mucho disfrutamos de su presencia. Pero no es una amistad duradera. He notado que cada cual va en busca de su propia felicidad y que tarde o temprano abandonan.

Pero si, he podido comprender a través de este análisis, que no es importante el tiempo que esta personita esté a tu lado. Lo valioso es saber aprovechar cada segundo con él o ella . Y, agradecer su compañia y ser feliz y hacer felices a quienes se dignan a compartir con uno ,una sonrisa o el trato agradable de su presencia, aunque sepamos que mañana tal vez no esté.

Valorar a quien va a tu lado, es lo verdadero digno. Que si tenemos enfados, no tardemos en enmendar el error. Dios ha hecho algo maravilloso, no nos ha dejado solos. pOrque siempre habrá alguien cerca de tu hombro y habrá alguien al final de mi mano.

Un abracito, P. Eduardo
Con cariño, Maríe