En estos días aparecieron en el Evangelio el encuentro entre Jesús y la mujer cananea, la curación de la mujer con hemorragias y una mención que dice que con sólo tocar los flecos del manto de Jesús la gente quedaba sanada.
A lo mejor hace falta menos de lo que buscamos. Quizás haya que recuperar la fe en que lo pequeño puede darnos lo necesario. Dios, como buen artesano, o como una madre pobre, hace milagros con poco. Tal vez haya que volverse medio mendigos, y dejar de pretender panes para llenarnos con la abundancia de las migajas de Jesús.
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