miércoles, febrero 25, 2009

Para el miércoles de Ceniza

En la Biblia no son todos los tiempos iguales: hay momentos distintos, importante, señeros. Tiempos oportunos, porque en ellos se nos manifiesta Dios. Eso es la Cuaresma: un tiempo oportuno, un kairós. La imagen podría ser la de la ventana abierta que nos permite salir a un lugar nuevo.

Frente con cenizas

  1. Ir de la mano de Jesús: él es el centro de la cuaresma, el núcleo de todo. Vamos a vivir la pascua con Él.
  2. La oración, el ayuno, la limosna, apuntan justamente a vivir como él: orientados hacia el Padre, entregados a los demás, libres plenamente para amar.
  3. Desde acá se entiende mejor el pecado: es negar lo que Dios sueña para nosotros, es impedir que la imagen de Jesús se forme en nuestro corazón. Es todo aquello que nos impide vivir como verdaderos discípulos. De todo ello nos queremos alejar y nos queremos convertir, es decir, volver.
  4. Por todo esto, la cuaresma es un tiempo de alegría. Es el gozo que se siente cuando uno vuelve a casa, o cuando uno descubre el camino después de haber estado perdido. Es probable que tengamos un largo tramo por recorrer... pero tenemos el gozo de saber que ya no estamos sin horizonte, que tenemos una meta hacia donde peregrinar. Es lo que vivimos cada vez que vamos a comulgar: mi horizonte es Jesús, mi camino es hacia él.
  5. Pidámoste al Señor que nos de la abundancia de su Espíritu, para que sea Él quien siga haciendo crecer su imagen en nosotros, liberándonos de todo aquello que frena su proyecto.

¿Para qué la cuaresma?

Para vivir la pascua con Cristo

Para crecer en libertad

Para abrirnos más a la gracia y dejar más atrás al pecado

Para que el Espíritu nos lleve al desierto

Para rezar más, o mejor, o ambas cosas

Para caminar como Iglesia hacia la Pascua

Para renovar nuestro bautismo

Para poder amar como Él.

martes, febrero 24, 2009

Eucaristía y misión (Crónicas de Catamarca III)

La experiencia de celebrar la Eucaristía en una misión tiene siempre un sabor particular. Saber que el amor de Cristo, que quiere llegar a todos y tocar el corazón de cada ser humano, se hace presente en un lugar donde la Eucaristía no se celebra a menudo (a veces donde nunca se la ha celebrado antes o donde han pasado años desde la última celebración) le da a la misa una densidad única, una fuerza que ayuda a descubrir un poco más de este misterio. Percibir con más claridad que el amor de Jesús no sabe de fronteras y que nos lleva a a superar nuestras barreras y desencuentros, a salir al encuentro del otro. Descubrir que la Pascua atraviesa todas las historias y toda la Historia…

Quizás, sobre todo, entrar en la alabanza, en la acción de gracias de Jesús. Volver al asombro y la admiración por este don inmenso que es el centro de la vida del cristiano y del universo mismo. La ofrenda de Cristo es el núcleo escondido del mundo.

Sobre el Evangelio de hoy (Martes de la VII Semana del Tiempo durante el Año)

Ponerse al servicio del otro es la aplicación más concreta y contundente del mensaje de cruz y abajamiento que Jesús viene anunciando estos últimos días. Disipa cualquier afectación, imaginación vana o dolorismo que podría hacernos perder de vista lo esencial del misterio de la cruz: la entrega por amor, el poner al otro en el centro.

El servicio es vivir en el día a día el camino de amor humilde y desarmado de Jesús. Tener al hermano como objeto de nuestro amor, tener el bienestar del otro como horizonte permanente. Es lo que Jesús sigue haciendo hoy: se pone a nuestro servicio, se entrega por amor, para que nosotros podamos hacer lo mismo por los demás.

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lunes, febrero 23, 2009

Sentir que tu ausencia me duele y tu recuerdo me llama, a pesar de mí mismo a veces, a tiempo y destiempo, como una campana enloquecida, como un dolor que me habla de tu paso por mi alma.
Respirar para entrar en tu presente, para escucharte más claro, para despertar...

Recibir tu ternura como una sorpresa, como una gracia que me hace seguir caminando, entre la sed y la tiniebla...

martes, febrero 17, 2009


Se acerca la cuaresma... tiempo para volver a sentir la sed. En este tiempo he vuelto a descubrir que una de las cosas que más despierta la sed de Dios es el silencio. Silencio suficiente para que uno pueda escuchar ese hilo de agua que corre, por debajo de tantas y tantas cosas. Ese hilo que nos despierta el anhelo de algo mejor, de un agua nueva, fresca, viva. Tener sed de Dios y darnos cuenta que no podemos conformarnos más que con él.

viernes, febrero 13, 2009

Las migajas y los flecos

En estos días aparecieron en el Evangelio el encuentro entre Jesús y la mujer cananea, la curación de la mujer con hemorragias y una mención que dice que con sólo tocar los flecos del manto de Jesús la gente quedaba sanada.

A lo mejor hace falta menos de lo que buscamos. Quizás haya que recuperar la fe en que lo pequeño puede darnos lo necesario. Dios, como buen artesano, o como una madre pobre, hace milagros con poco. Tal vez haya que volverse medio mendigos, y dejar de pretender panes para llenarnos con la abundancia de las migajas de Jesús.