lunes, febrero 23, 2009

Sentir que tu ausencia me duele y tu recuerdo me llama, a pesar de mí mismo a veces, a tiempo y destiempo, como una campana enloquecida, como un dolor que me habla de tu paso por mi alma.
Respirar para entrar en tu presente, para escucharte más claro, para despertar...

Recibir tu ternura como una sorpresa, como una gracia que me hace seguir caminando, entre la sed y la tiniebla...

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Quizá lo que le está faltando a nuestra Iglesia Católica sea un poco de poesía".
¡Gracias por tu regalo!
La poesía es capaz de atrapar "breve, pero singularmente, momentos de reconocimiento y epifanía". En dichos momentos se inician, precisamente, nuevos caminos en los que el poema se convierte en un agente transformador".
Esther de Waal.
"Invitación al asombro" Sígueme, 2007.