Uno de los regalos que me hicieron para mi aniversario de ordenación, hace apenas unos días, es una imagen lindísima de San José. En ella está él acompañando a Jesús que tiene en sus manos una paloma, como las que habrá ofrecido José junto con María cuando lo presentaron a Dios en el templo (Lc 2, 22-24). Las palomas eran la ofrenda más humilde que se podía hacer... la ofrenda de los pobres. Veo la imagen y me quedo pensando... José le fue marcando el camino a Jesús para hacer de su vida una ofrenda silenciosa. José pasa por el Nuevo Testamento sin decir una palabra. Sin embargo, sin él, ¡nos quedamos sin Jesús! Fue para Él la primera imagen del amor del Padre, su sombra, como dice una novela.
Pensaba que podríamos tomarlo a José también como compañero para nuestro camino de fe. Pedirle que nos ayude para que en lo secreto y escondido de cada día, en la fidelidad de lo diario y desconocido para el mundo, se teja también historia de salvación para los demás.
4 comentarios:
Preciosa imagen. ¿Podrías confirmarme si es de las hermanitas de Belén?
¡Sí! Se nota su estilo, ¿no es cierto? A mí me encantan sus imágenes, tengo un par acá en casa y las venden en la santería de la parroquia.
Hola Eduardo,como siempre lo fundamental en esta vida es descubrir lo que cada una de las personas que nos acompaña en ella nos muestra. Cuando uno está atento, es capaz de descubrir estos gestos silenciosos que algunas de esas personas -las que son particularmente especiales en sus formas- nos muestran. Y en ese momento la felicidad que da tener un ejemplo de esos para la vida diaria, tener a alguien como esa persona para confiar y recurrir, y la seguridad que da sentirse acompañado, hace que el mundo que por momentos parece irreparable, tenga "esperanza". Gracias por traer siempre puntos para la reflexión, y gracias también porque desde tu blog, transmitis tu ser como otro ejemplo de estos. Un beso.
¡Te extrañamos, Edu!
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