martes, noviembre 10, 2009
Cursos de iconografía
viernes, octubre 09, 2009
lunes, septiembre 28, 2009
A las andadas con San Juan de la Cruz
martes, septiembre 22, 2009
lunes, septiembre 21, 2009
Oración para poder compartir, hablar y escuchar
viernes, septiembre 18, 2009
Ser parte de algo nuevo
jueves, septiembre 10, 2009
Sobre la Iglesia (IV)
miércoles, septiembre 09, 2009
lunes, septiembre 07, 2009
Lecciones de Sushi: dejar los palillos
domingo, septiembre 06, 2009
Nunquam deformata
Vengo de estar esta semana en unos sencillos y ricos días de retiro en un lugar lindísimo de mi diócesis llamado Santa María del Encuentro. En la ermita donde recé y descansé estos días tenía una imagen de San Bruno, fundador de los cartujos, que me acompañaba cuando oraba delante del Santísimo.
Cual sería mi sorpresa cuando al llegar a la parroquia y pasar hoy por la santería parroquial encontré, recién llegada ¡la misma imagen! En un tamaño menor, pero idéntica. La tengo a préstamo por unos días y me mira mientras escribo este post. ¿Será una invitación al silencio?
En todo caso, verla me da mucha paz. Es un pequeño sacramento de estos días de intimidad.
viernes, agosto 14, 2009
Dejarse amar (V)
En un momento me habían pedido una serie de posts sobre este tema y ayer por la mañana me levanté recordando una clase de Revelación donde la profesora nos habló del amor de la Trinidad. Subrayaba cómo todavía hoy no sacamos todas las consecuencias (para la vida) de creer en un Dios que es Padre, pero también es Hijo. El Hijo que vive en actitud de recepción, como bien dirá Von Balthasar. Él es quien hace que recibir amor también sea divino.
Es verdad que hay modos de buscar recibir amor enfermizos y hasta pecaminosos (¡algo que también se da en muchas maneras de querer dar amor!). Pero no es menos cierto que nuestro ser creaturas nos pone antes en actitud de recibir. Cuando reconocemos esta mendicidad del corazón podemos abrirnos más plenamente al don, y es este recibir más abiertamente el que nos convierte a sus vez en fuente para los demás. Como el Hijo, que todo lo recibe del Padre en el Espíritu y en ese mismo Espíritu no se guarda nada, sino que se entrega a los demás.
miércoles, agosto 05, 2009
Algo de Bernárdez
Aquel entendimiento que callaba
tiene toda la voz que no tenía,
y aquella voluntad que estaba fría
tiene todo el calor que le faltaba.
tiene la ciencia de que carecía,
y aquella voluntad que no quería
tiene el deseo que necesitaba.
del sueño en que vivía sumergido
es suficiente con que yo te cante.
de la muerte que hubiera padecido
es suficiente con que yo te quiera.
viernes, julio 31, 2009
Sobre la Iglesia (III)
Sobre la Iglesia (II)
Escuchando a Sonicflood
miércoles, julio 29, 2009
Sobre la Iglesia (I)
lunes, julio 27, 2009
Todo vínculo es un regalo, una ofrenda que tiene a Dios detrás, un misterio que nos deslumbra y al mismo tiempo nos hace sentir en casa, porque descubrimos en ese lazo que nos anuda a otros con un amor verdadero y profundo el sentido de la existencia.
Por eso cada tanto debiéramos recuperar nuestro asombro frente a la familia, los amigos, los compañeros de camino: ¿no es sorprendente que haya alguien y no nadie? ¿No es deslumbrante mirar hacia atrás y ver que sin darnos cuenta un entramado de abrazos, silencios y encuentros nos marca el paso?
Por eso debiéramos postrarnos en el santuario del alma para agradecer por todos aquellos que pasan por él y dejan en nosotros su huella. Sí, aún cuando esta huella nos haya lastimado: el grito de las heridas también nos recuerda que hemos sido hechos para el amor.
Al mismo tiempo, no podemos pretender abalanzarnos sobre nuestros lazos. Hacerlo sería destruirlos. Tal vez por eso decía un sabio que el primer movimiento del amor es bajar los brazos. Dejar al otro el espacio necesario, condición fundamental para el encuentro.
Y así, seguir caminando, de vínculo en vínculo, llevando en nuestro santuario un sinnúmero creciente de nombres y de historias que nos preparan para el Encuentro definitivo. Para ese lazo que se anticipa y se pregusta en cada amor del sendero.
Sobre el ministerio sacerdotal
Desde el principio, una certeza acompañó mis primeras (y limitadas) intuiciones sobre el sacerdocio, cuando todo era apenas un balbuceo y un empezar. Era la convicción de qu e el sacerdote era alguien profundamente comprometido con la unidad, que trabaja por ella y está a su servicio. No podría especificar de dónde venía esta certeza. Pero allí estaba.
Nada, sin embargo, podría haberme preparado para la experiencia de estos años, breves pero intensos. Descubro que mucho de mis alegrías y tristezas pasan por acá: por el servicio a la unidad, o mejor, a la comunión.
Si tuviera que decir hoy cuál es el hilo conductor del sacerdocio, el núcleo del cual nacen todas las iniciativas, tendría que decir que este: el generar lazos, el despertar a otros a la comunión. Pero no cualquier lazo, sino aquel que nace del corazón de Dios y a él lleva. Lazos profundos, de esos que sólo la artesanía del Espíritu puede crear.
Creo que entender el ministerio desde allí ayuda a integrar y realzar cada una de las múltiples iniciativas y actividades que el sacerdote debe realizar, porque brota del ser mismo de Dios y atraviesa el corazón del hombre, creado a imagen de la Trinidad.
miércoles, julio 22, 2009
El Ángel
A mi ángel de la guarda
Variaciones sobre la luz y la sal
Cada tanto la Palabra te muestra otra vez que es una fuente inagotable: esto en realidad no se da tanto ni tan sólo porque de ella uno extrae múltiples enseñanzas, sino sobre todo porque está imbuida del amor de Dios y el amor no cansa sino que renueva por su dinamismo interno.
Pero de todos modos viene bien cada tanto descubrir que hasta de las imágenes más sencillas uno no deja de sacar luces para el camino.
Por lo pronto, la imagen de la luz y la sal en este tiempo se me va haciendo cada vez más llamativa por la genialidad de Jesús para entrelazar dos realidades complementarias que brillan más todavía al combinarlas.
La luz y la sal son de por sí dos imágenes sumamente evocativas: hacen referencia a lo cotidiano, a lo que todo el mundo experimenta y al mismo tiempo están cargadas de simbolismo. Me gusta ver que Jesús no dice “sean sal” o “sean luz” sino “ustedes son la sal y la luz”. Quiere hacernos tomar conciencia de lo que ya somos, del don que hemos recibido.
Pero lo interesante es ver que su combinación permite profundizar en la dimensión paradojal, o si se quiere, en la tensión de cruz que tiene la vida del cristiano, nunca atrapada en una sola dimensión.
La sal y la luz hacen referencia a la dimensión oculta y pública de nuestra fe: el cristiano tiene que meterse en medio de las realidades, con un amor muchas veces escondido, pero también dar testimonio público con la parresía que corre de generación en generación por el corazón de la Iglesia.
También puede ayudarnos a entender la tensión Iglesia-mundo: la Iglesia no puede perder su sabor, su identidad, bajo riesgo de perder su sentido; pero no puede dejar de manifestarse y de buscar insertarse en la sociedad y la historia, sin temor a que su luz se diluya. Si pierde su gusto deja de ser Iglesia; si se esconde, se convierte en gueto o en secta (y de ambas tentaciones y ambas caídas conocemos).
La luz y la sal nos pueden servir para entender el amor de Jesús, que da un sabor distinto a la vida sin que a veces lo terminemos de percibir (hasta que nos falta o lo descuidamos) y que otorga un sentido nuevo a nuestra existencia, iluminando toda nuestra vida, toda nuestra casa.
Elogio de lo escondido
Nuestro tiempo cultiva un gusto morboso por la paranoia, las sociedades secretas y las mil conspiraciones que sucesivamente reciben la acusación de dirigir los destinos del mundo. Pareciera que el mal elige esconderse para perpetrar sus designios, para mantener arrinconada y amenazada la vida de mil maneras, a cada cual más sutil.
Sin embargo, el mal tarde o temprano muestra la hilacha. Como los villanos desenmascarados en las películas, la trama conspiratoria sale a la luz, la sangre se cuela por debajo de la puerta y el escándalo explota a medio día en un estallido de notoriedad. El mal puede servirse del ocultamiento; tarde o temprano, sin embargo, se manifiesta por su propio peso. El mal es ruidoso, molesto y atropellador. Por eso no puede esconderse para siempre, sea porque lo encuentran, sea porque él mismo quiere vanagloriarse de su tarea.
Por el contrario el bien parece elegir lo oculto como su modus operandi habitual (y algo de esto he podido ver en distintos momentos). Corriendo por las acequias escondidas del mundo están pasando mil gestos de amor desconocidos: esas pequeñas reconciliaciones que nadie conoce sino el que las celebra en su corazón; los “sí” que hacen que la historia siga adelante; los sacrificios de miles de personas; la oración de viejos y de chicos, simples y por eso mismo lanzadas directamente al corazón de Dios; los abrazos…
Cuesta entender la lógica del amor oculto (por lo menos a mí me cuesta). Pero cuando uno logra adentrarse en esa corriente secreta, cuando podemos por un momento olvidarnos de nosotros mismos e imitar la generosidad del sol, del aire, de los justos escondidos en los resquicios de la historia… se encuentra una alegría indescriptible, un gozo escondido como el tesoro enterrado de la parábola.
lunes, julio 20, 2009
Sobre la primera lectura de hoy (Lunes de la XVI semana del Tiempo Ordinario)
viernes, julio 17, 2009
PARA UNA VERSIÓN DEL I CHING
El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer.
No hay una cosa que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida es la senda futura y recorrida.
Nada nos dice adiós. Nada nos deja.
No te rindas. La ergástula es oscura,
la firme trama de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas, está Dios que acecha.
miércoles, julio 15, 2009
En la fiesta de San Buenaventura
En un blog que tiene el fuego como leitmotiv, con un autor que admira y venera al Seráfico Doctor, no podía faltar la cita del Oficio de Lectura de hoy. Que Buenaventura interceda para que nunca falten en la Iglesia personas que busquen a Dios, de palabras encendidas que guían y al mismo tiempo dan calor. De las que hacen, como decía Guardini de San Agustín, que la verdad sea cálida y el valor sea lúcido.
Cristo es el camino y la puerta. Cristo es la escalera y el vehículo, él, que es el propiciatorio colocado sobre el arca de Dios y el misterio oculto desde los siglos. El que mira plenamente de cara este propiciatorio y lo contempla suspendido en la cruz, con fe, con esperanza y caridad, con devoción, admiración, alegría, reconocimiento, alabanza y júbilo, este tal realiza con él la pascua, esto es, el paso, ya que, sirviéndose del bastón de la cruz, atraviesa el mar Rojo, sale de Egipto y penetra en el desierto, donde saborea el maná escondido, y descansa con Cristo en el sepulcro, como muerto en lo exterior, pero sintiendo, en cuanto es posible en el presente estado de viadores, lo que dijo Cristo al ladrón que estaba crucificado a su lado: Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Para que este paso sea perfecto, hay que abandonar toda especulación de orden intelectual y concentrar en Dios la totalidad de nuestras aspiraciones. Esto es algo misterioso y secretísimo, que sólo puede conocer aquel que lo recibe, y nadie lo recibe sino el que lo desea, y no lo desea sino aquel a quien inflama en lo más íntimo el fuego del Espíritu Santo, que Cristo envió a la tierra. Por esto dice el Apóstol que esta sabiduría misteriosa es revelada por el Espíritu Santo.
Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la .lectura; pregunta al Esposo, no al Maestro; pregunta a Dios, no al hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima v ardentísimos afectos. Este fuego es Dios, cuyo horno, como dice el profeta, esta en Jerusalén, y Cristo es quien lo enciende con el fervor de su ardentísima pasión, fervor que sólo puede comprender el que es capaz de decir: Preferiría morir asfixiado, preferiría la muerte. El que de tal modo ama la muerte puede ver a Dios, ya que está fuera de duda aquella afirmación de la Escritura: Nadie puede ver mi rostro y seguir viviendo. Muramos, pues, y entremos en la oscuridad, impongamos silencio a nuestras preocupaciones, deseos e imaginaciones; pasemos con Cristo crucificado de este mundo al Padre, y así, una vez que nos haya mostrado. al Padre, podremos decir con Felipe: Eso nos basta; oigamos aquellas palabras dirigidas a Pablo: Te basta mi gracia; alegrémonos con David, diciendo: Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi herencia eterna. Bendito el Señor por siempre, y todo el pueblo diga: «¡Amén!»
martes, julio 07, 2009
Una imagen de esperanza
Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. (Mc 15, 42-46)
Hace un tiempo ya que al meditar la pasión me detengo en la figura de José de Arimatea, sobre todo en el contexto del Evangelio.
Todo el Evangelio de Marcos muestra la dificultad de los discípulos para entender y seguir a Jesús. El miedo se apodera de ellos fácilmente. En el momento de la pasión y la cruz se desbandan. ¡Es el fracaso total del discipulado, como quizás no lo muestre ningún otro Evangelio!
En ese momento de silencio vacío, de ausencia… aparece una figura hasta ahora desconocida, la de José. Cuando todos los nombres que hasta ahora recorrían el camino de Jesús se han desvanecido, alguien se hace presente para realizar un gesto de discípulo. En el peor de los momentos, cuando la muerte parece haber tenido la última palabra, alguien ha elegido el amor.
La audacia de José es quizás el primer signo de la resurrección. La fuerza transformadora de la Pascua manifiesta un primer fruto en este acto. No está todo perdido: alguien ha querido seguir adelante.
Podríamos pedirle a José que interceda entonces para que nosotros también podamos seguir amando en esos instantes de muerte, perplejidad y desazón.
Un tiempo favorable
Los griegos tenían dos palabras para describir el tiempo. Una es cronos, que es el tiempo normal, que transcurre de un momento a otro. La otra es kairós. Quiere decir “tiempo favorable”, “momento oportuno”. Cuando Dios se hace presente comienza un verdadero kairós. Se abre una oportunidad, una ventana que da al tiempo (y a todo lo que se vive en este tiempo) una densidad nueva, distinta y profunda.
Cada tanto uno percibe que está en un kairós. Como un destello en el horizonte, o un impulso de generosidad dentro de uno. Creo que sobre todo lo percibimos porque se mezcla dentro nuestro una rara combinación de miedo y audacia, de entusiasmos y perplejidad… pero supongo que así es siempre que el misterio irrumpe en nuestra vida.
Hay que estar atentos a esos espacios de kairós. Y no dejarlos pasar.
viernes, junio 19, 2009
Escuchando a Madeleine Peyroux
viernes, junio 05, 2009
Otro poema de e. e. cummings
now does our world descend
the path to nothingness
(cruel now cancels kind;
friends turn to enemies)
therefore lament,my dream
and don a doer's doom
create is now contrive;
imagined,merely know
(freedom:what makes a slave)
therefore,my life,lie down
and more by most endure
all that you never were
hide,poor dishonoured mind
who thought yourself so wise;
and much could understand
concerning no and yes:
if they've become the same
it's time you unbecame
where climbing was and bright
is darkness and to fall
(now wrong's the only right
since brave are cowards all)
therefore despair,my heart
and die into the dirt
but from this endless end
of briefer each our bliss--
where seeing eyes go blind
(where lips forget to kiss)
where everything's nothing
--arise,my soul;and sing
Pero de este fin sin fin
donde cada una de nuestras dichas es más breve--
donde ojos que ven enceguecen
(donde labios olvidan besar)
donde todo es nada
-- levántate, alma mía; y canta
Cantar frente a lo que se derrumba
no es silbar en la oscuridad;
es descubrir que aún en medio de un mundo roto
hay brotes de vida, posibilidad
de cambiar, de encontrar sentido y luz.
Es descubrir que uno
sigue teniendo fuego en las entrañas
y por eso
hay que seguir andando...
domingo, mayo 31, 2009
Hace un par de años, viendo la película In her shoes, con Toni Colette y Cameron Díaz, quedé deslumbrado por un poema de e. e. cummings (él firmaba así, en minúsculas) que se recita sobre el final. Después de un tiempo de búsqueda, cayó en mis manos su poesía completa, de lectura difícil pero enriquecedora. Dejo acá el poema de la película. ¡Tal vez entusiasme a otros a leerlo!
i carry your heart with me
i carry your heart with me(i carry it in
my heart)i am never without it(anywhere
i go you go,my dear; and whatever is done
by only me is your doing,my darling)
i fear
no fate(for you are my fate,my sweet)i want
no world(for beautiful you are my world,my true)
and it's you are whatever a moon has always meant
and whatever a sun will always sing is you
here is the deepest secret nobody knows
(here is the root of the root and the bud of the bud
and the sky of the sky of a tree called life;which grows
higher than the soul can hope or mind can hide)
and this is the wonder that's keeping the stars apart
i carry your heart(i carry it in my heart)
ee cummings
jueves, mayo 21, 2009
Un texto de John Bunyan
Who would true valour see,
Let him come hither;
One here will constant be,
Come wind, come weather
There’s no discouragement
Shall make him once relent
His first avowed intent
To be a pilgrim.
Whoso beset him round
With dismal stories
Do but themselves confound;
His strength the more is.
No lion can him fright,
He’ll with a giant fight,
He will have a right
To be a pilgrim.
Hobgoblin nor foul fiend
Can daunt his spirit,
He knows he at the end
Shall life inherit.
Then fancies fly away,
He’ll fear not what men say,
He’ll labor night and day
To be a pilgrim.
Estoy cansado.
El pecado me cansa y me agobia. Sólo tu amor me dará reposo.
Despierta en mí el recuerdo de tu gracia, el anhelo de tu abrazo.
Ya lo siento, de a poco... no puedo negar la fuente, no puedo callar el río que aún ahora fluye.
Me purificas cantando... y conviertes la herida en surco de vida.
Tú me haces volver, Señor, mi Hogar y mi Fuente, mi Abrazo y mi Bendición, mi Todo.
Leyendo al Doctor Místico
Por un lado, la percepción (aguda como pocas veces) de la propia pequeñez y pobreza espiritual. Y eso en sí ya es una gracia.
Pero, como todos los santos, Juan de la Cruz tiene una grandeza que no aplasta, sino que entusiasma y arrastra.
Hoy recordé ese texto de Isaías que dice
"Alguien me grita desde Seír: "Centinela, ¿cuánto queda de la noche? Centinela, ¿cuánto queda de la noche?". El centinela responde: "Llega la mañana y de nuevo la noche. Si quieren preguntar, pregunten; vengan otra vez"." (Is 21, 11-12)
Cada vez que la noche entra en nuestra vida, necesitamos de estos centinelas que nos ayudan a no dormirnos, a mirar la oscuridad de frente, confiando en que la llama del corazón nos irá guiando, y nos mostrará que toda noche es "venturosa", verdadera oportunidad para amar con un amor más puro y ardiente. Personas que nos recuerdan nuestra vocación a lo sublime, lo verdadero... custodios del don de Dios y la dignidad del hombre...
miércoles, abril 08, 2009
Entrar en el misterio de tu entrega, cada mañana. Descubrir una vez más que lo único que tenés para ofrecer, es amor. Dejar que tu ternura me vaya haciendo pan para los otros. Que transformes mi puño cerrado en mano abierta.
Eso te pido para estos días. Ahora sé que sacrificio no es lo que pensaba. Que es alianza, acción de gracias y amor hasta el extremo.
Como decía otro orante, entonces, dame todo eso que no puedo pedirme a mí mismo, porque sólo puedo recibirlo de vos. Sólo puedo quedarme al pie de la cruz, y esperar que de esa fuente surja un amor nuevo para mí y para todos.
Durante mucho tiempo no entendí el sentido del bocado que Jesús le ofrece a Judas durante la última cena. Recientemente, leyendo un comentario del P. Maloney al Evangelio de Juan, se me hizo claro. Es un gesto de comunión.
Aún en el borde de la pasión, cuando la traición es evidente y el rechazo manifiesto para Jesús, su único gesto es ofrecer amor.
Realmente, esto es amor hasta el extremo. Amor loco, como decía Catalina de Siena. Necedad y debilidad de Dios, en palabras de Pablo.
Pero acá es donde se juega todo. Este es el amor que sostiene al mundo, el que se revela pobre y humilde en un pan ofrecido. Es la fuerza de unidad que permite que nuestras divisiones no destruyan todo.
Ahora entiendo un poco mejor porque el documento de Aparecida, con una inspiración genial, dice que la Eucaristía es el centro vital del universo. Sólo un amor así puede salvarnos. Sólo el amor vulnerable puede generar lazos de unidad. A pesar de todo. La eucaristía es ese pan ofrecido, como el que Jesús dio a Judas. La comunión regalada a todos.
martes, marzo 24, 2009
Delante del misterio de la cruz, todo se quiebra.
En el silencio del calvario, nuestras pretensiones de tener siempre razón cesan: Dios ha elegido otro lenguaje y otro modo de expresarse.
Las manos clavadas recuerdan que hasta la acción más pura puede tener su deseo de imponerse y aplastar: el amor en algún momento se detiene y se entrega sin forzar.
La desnudez herida muestra que el camino del amor se despoja inclusive de la propia piel para acercarse al otro.
Y el costado abierto es el lugar de la revelación, es la máxima paradoja: la herida vivificante, el hueco que se convierte en hogar, la muerte hecha vida para todos. Para mí. Para vos.
Romano Guardini decía que el primer movimiento del amor es bajar los brazos. Es la condición indispensable para el encuentro: permitirse la vulnerabilidad, bajar las defensas… renunciar a todo intento de aferrar y retener. Es uno de los mayores riesgos, pero es también el único modo de vivir una vida verdadera.
No es fácil, ciertamente, por eso muchas veces nos conformamos con los sucedáneos del amor: el control, la obsesión, la sobreprotección. Supongo que en general, lo que nos pasa es que no aceptamos un amor puro: lo mezclamos con un poco de estos reemplazos.
Pero si el amor es verdadero, lleva dentro de sí la semilla de su resurrección… y va de a poco despejando todo hasta emerger plenamente en nosotros. Es la hora de la luz y de la alegría, cuando el abrazo es verdadera libertad, es estrechar los brazos pero a la vez hacer espacio al otro.
jueves, marzo 19, 2009
El camino se hace borroso a partir de ahora.
Las huellas de los otros viajeros ya no son parte de mi ruta.
Llega la hora de horadar senderos nuevos.
¿Y cómo saber hacia dónde ir? Muchas cosas han ido quedando atrás, para aligerar la marcha.
Pero el norte sigue siendo el mismo.
Y el horizonte que llevo dentro sigue teniendo tus ojos.
martes, marzo 17, 2009
San Sergio de Radonezh confiaba en que “por la contemplación de la Santa Trinidad venzan el odio desgarrador del mundo” todos aquellos que se sumerjan en el misterio de Dios. Frente a la bronca, la competitividad, el deseo de vencer a toda costa y de aplastar al otro; frente a la indiferencia y la injusticia que agrandan los abismos; frente al egoísmo y el pecado… entrar en el misterio de amor ofrecido, del don constante de sí mismo que uno descubre en el corazón de Dios.
Pienso que el cristiano de hoy tiene que ser especialmente consciente de su raíz trinitaria si quiere aportar algo a este mundo roto y cansado. En la Eucaristía, contemplar y participar de este misterio que es salvación para nosotros, que se nos revela especialmente diáfano en la Pascua que renovamos cada día.
viernes, marzo 13, 2009
Dondequiera que estés, no tengas miedo de empezar de nuevo. Cada momento tiene dentro de sí una semilla de misericordia y esperanza que Dios depositó para vos. Cada instante puede ser una renovación, si te abrís a su amor.
¿No lo ves? En las cenizas de tu dolor y tu arrepentimiento ya está naciendo un fuego nuevo. Es el Espíritu Santo, que trae hasta nuestras oscuridades la llama de la resurrección. Él es el resucitador, el que trae a nuestro mundo avejentado la novedad eterna de Dios, que es su Pascua. Es entrar con comunión con Cristo también ahora, especialmente ahora.
Viernes de la segunda semana de Cuaresma
Dios no deja de buscarnos ni de esperar fruto de nosotros. Esta parábola es una síntesis de la historia de salvación. Frente al rechazo, Dios lo único que hace es redoblar la apuesta, ofrecer más posibilidades. Es llamativo que aunque la gente dice que el dueño eliminará a los viñadores homicidas, para Jesús el final queda más abierto. Los viñadores perderán su viña, pero no habrá castigo, o mejor dicho: se perderá la viña, castigo peor que ninguno. Pero sobre todo lo llamativo es que el rechazo aquí se vuelve oportunidad para que Dios revele más hondamente su amor.