Vengo de estar esta semana en unos sencillos y ricos días de retiro en un lugar lindísimo de mi diócesis llamado Santa María del Encuentro. En la ermita donde recé y descansé estos días tenía una imagen de San Bruno, fundador de los cartujos, que me acompañaba cuando oraba delante del Santísimo.
Cual sería mi sorpresa cuando al llegar a la parroquia y pasar hoy por la santería parroquial encontré, recién llegada ¡la misma imagen! En un tamaño menor, pero idéntica. La tengo a préstamo por unos días y me mira mientras escribo este post. ¿Será una invitación al silencio?
En todo caso, verla me da mucha paz. Es un pequeño sacramento de estos días de intimidad.
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