Señor, quiero ser como el almendro:
despertar a tu presencia,
florecer a tu primavera el primero de todos.
Estallar en alegría
cuando todavía parece cernirse la muerte,
ayudar a los otros a despertar:
"¡Ya llega la luz!
¿No la sienten, trepando desde sus raíces?"
Quiero ser como el almendro,
que tiene flores hechas de la espera atenta,
de vigilancia y de noches.
Quiero ser el que renace, el que renace...
y que ayuda a seguir esperando.
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