jueves, septiembre 10, 2009






La preparación no atenta contra la espontaneidad o la calidez. Cuando vemos a un gimnasta saltar con gracia entre trapecios, o a un músico ejecutar una pieza con maestría, nos parece que lo que está haciendo es fácil por la naturalidad y soltura con la que encara su tarea. Pero el artista sabe la enorme cantidad de trabajo y empeño que hay detrás de esa ductilidad. 

Esto no es querer ocupar el lugar de la providencia. Paradójicamente, cuanto más uno se dedica y se entrega, más crece la certeza de que es Dios quien finalmente hace todo. Y al mismo tiempo dicha certeza nos permite entregarnos más de lleno a lo nuestro: yo no tengo que hacer todo, ni encargarme de todo, sino vivir lo mejor posible aquello que se me confía.

2 comentarios:

Pablo F dijo...

Edu!!! El otro día me acordaba de vos porque escuche una canción y me reía acordandome de cuando limpiábamos beccar Varela al ritmo de Miranda!!!
Entonces decidí volver a darme una vuelta por acá, para alimentar un poco el cuore...
Que bueno que haya tanto espacio en tu blog... No se que te habrá inspirado esta ocurrencia, pero en este exacto momento en que la leo estoy frente al trapecio, que es ahora mi segunda casa y mi trabajo y me alegro tanto con tu comentario!!!
Te mando un gran abrazo!!!

Vero dijo...

Muy impactante este videoo!
(la verdad que llegue a esto de pura casualidad, en realidad estaba buscando lugares de sushi en providencia jaja) pero bueno, lo vi y quería publicarlo, gracias por publicarlo!!
saludos!
saludso