Cada tanto la Palabra te muestra otra vez que es una fuente inagotable: esto en realidad no se da tanto ni tan sólo porque de ella uno extrae múltiples enseñanzas, sino sobre todo porque está imbuida del amor de Dios y el amor no cansa sino que renueva por su dinamismo interno.
Pero de todos modos viene bien cada tanto descubrir que hasta de las imágenes más sencillas uno no deja de sacar luces para el camino.
Por lo pronto, la imagen de la luz y la sal en este tiempo se me va haciendo cada vez más llamativa por la genialidad de Jesús para entrelazar dos realidades complementarias que brillan más todavía al combinarlas.
La luz y la sal son de por sí dos imágenes sumamente evocativas: hacen referencia a lo cotidiano, a lo que todo el mundo experimenta y al mismo tiempo están cargadas de simbolismo. Me gusta ver que Jesús no dice “sean sal” o “sean luz” sino “ustedes son la sal y la luz”. Quiere hacernos tomar conciencia de lo que ya somos, del don que hemos recibido.
Pero lo interesante es ver que su combinación permite profundizar en la dimensión paradojal, o si se quiere, en la tensión de cruz que tiene la vida del cristiano, nunca atrapada en una sola dimensión.
La sal y la luz hacen referencia a la dimensión oculta y pública de nuestra fe: el cristiano tiene que meterse en medio de las realidades, con un amor muchas veces escondido, pero también dar testimonio público con la parresía que corre de generación en generación por el corazón de la Iglesia.
También puede ayudarnos a entender la tensión Iglesia-mundo: la Iglesia no puede perder su sabor, su identidad, bajo riesgo de perder su sentido; pero no puede dejar de manifestarse y de buscar insertarse en la sociedad y la historia, sin temor a que su luz se diluya. Si pierde su gusto deja de ser Iglesia; si se esconde, se convierte en gueto o en secta (y de ambas tentaciones y ambas caídas conocemos).
La luz y la sal nos pueden servir para entender el amor de Jesús, que da un sabor distinto a la vida sin que a veces lo terminemos de percibir (hasta que nos falta o lo descuidamos) y que otorga un sentido nuevo a nuestra existencia, iluminando toda nuestra vida, toda nuestra casa.
3 comentarios:
Buenísimo!
Respetos alumbrados.
Natalio
Vengo por la recomendación de los pases de Natalio y, como suele ocurrir con sus recomendaciones, no le pifió.
EXCELENTE!
Abrazo.
Jero
...y como la sal, desaparecer, entrar en la dinámica del que no es más que su maestro... llevando en la propia vida el "morir de Jesús"... acabando para que otros inicien, muriendo para que otros vivan y puedan encuentrar "luz y sabor" en medio de lo insípido y oscuro que en ocasiones puede tornarse el mundo.
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