domingo, febrero 20, 2011

No saber lo que nos pasa puede ser algo terrible. Como dice Antonio en las primeras líneas de "El Mercader de Venecia":

"No entiendo la causa de mi tristeza. A vosotros y a mi igualmente nos fatiga, pero no sé cuándo ni dónde ni de qué manera la adquirí, ni de qué origen mana. Tanto se ha apoderado de mis sentidos la tristeza, que ni aún acierto a conocerme a mi mismo."

Así andamos muchas veces, sumidos en angustia, tristeza o bronca... Y no sabemos por qué. Es cierto que tenemos que aceptar momentos de no saber, permitirnos primero sentir y dar tiempo al corazón para decantar.

Pero llega un momento donde debemos poner nombre a lo que sentimos. Y es en ese momento donde se empieza a hacer la luz. Un cura muy sabio me dijo una vez: "hay fantasmas que se disipan con sólo ponerle el nombre".

Darle nombre a algo es tener poder sobre lo nombrado, es descubrir que lo que nos aqueja no es una amenaza omnipresente, sino una parte apenas de nuestra vida.

Es empezar a dialogar con ese dolor o ese interrogante, que mal que nos pese también es una parte de nosotros mismos.

Se trata de tomar una vez más la vida en las propias manos y elegir vivirla a fondo, exponiéndonos a lo que nos pasa.

Enviado desde el Camino

lunes, febrero 14, 2011

Memoria y esperanza


Una y otra van profundamente unidas. Cuanto más memoria tengo de mi vida como lugar de salvación y amor (que es más que recordar; es ver el pasado con fe y gratitud, algo que sólo se logra con tiempo y trabajo), más me doy cuenta que mi futuro no está sellado ni condenado al fracaso. Que la misma presencia que me acompañó y me sacó de los lugares oscuros de mi historia, la columna de fuego que me llevó en la tiniebla... es la misma mano que suave y firmemente me conduce hacia un destino feliz.

martes, febrero 08, 2011

Empezar empezando

Una de mis frases preferidas pertenece al Tao Te King: "Un camino de mil millas empieza con el primer paso". Me gusta porque necesito recordarla constantemente y sobre todo cuando tengo que comenzar algo, sea una etapa nueva, una actividad o simplemente algo que tengo pendiente y que quizás aparece especialmente arduo o desafiante. 
Creo que una de las dificultades para dar inicio a las cosas es la inmensa presión que ponemos sobre ese comienzo. Nos llenamos la cabeza de prerrequisitos y por eso mismo más de una vez no llegamos ni a la línea de largada. Nos cansamos antes de empezar.
Entonces me ayuda volver a esta frase de Lao Tsé y darme cuenta que ahora sólo tengo que comenzar, que no hay tantas exigencias sino necesidad de empezar a caminar. Hay cosas que el camino mismo las soluciona y el resto no pueden resolverse de antemano. Habrá que verlas cuando llegue el momento. 

Con esto no me opongo ni de lejos a la planificación. Pero es cierto que junto con ella hay que combinar la audacia y la soltura para poder empezar. Sólo se puede prever y proyectar hasta cierto punto. Cuando uno es especialmente cerebral y ve todas las aristas de una situación, recordar esto se hace necesario para evitar la parálisis que detiene nuestro andar.

Por eso cuando me doy cuenta que estoy dando muchas vueltas con algo me acuerdo de esta frase, dejo de pensar, tomo aire... y empiezo. 


jueves, febrero 03, 2011

Estar en la zona

El otro día hablaba con una futura psicóloga que me comentaba sobre su tesis de licenciatura en torno al concepto del "flow" en la psicología positiva. Más allá de las elaboraciones teóricas en torno al tema, me puse a pensar en los momentos en los que uno se siente justamente "en la zona", como dicen los norteamericanos, cuando hay una conjunción de factores internos y externos armonizados que hacen que todo transcurra "fluidamente", valga la redundancia. Un ejemplo que me vienen a la mente es ver a Michael Jordan prácticamente flotando a través de una maraña de jugadores tirándose encima de él.


Quizás lo mejor de esos momentos es que uno no piensa, no hace, no siente, sino que simplemente es. Es en eso que se está haciendo, o mejor, otro es, algo que no es uno mismo y sin embargo es lo mejor de uno mismo sale a la luz. Escuchando sobre este concepto me acordé de lo que leía en Zen en el arte de tiro con arco, cuando el aprendiz finalmente deja que "ello" tire la flecha y por eso mismo acierta. 

En estos momentos estoy leyendo un libro muy bueno de Julia Cameron, "The right to write" donde ella insiste en que lo que uno escribe quiere ser escrito. Dentro nuestro hay un artista, un creador (en el sentido amplio y no sólo estético de la palabra) que quiere salir a la luz. Son nuestros miedos, trabas y mezquindades (nuestro "yo" pequeño) los que le impiden terminar de nacer. Tal vez por eso el principal trabajo para la creatividad sea el silenciar esos gritos internos, correrse del medio, para que entrar en ese flujo de vida que nos hace sentir tan bien cuando nos impulsa hacia "la zona". 

martes, febrero 01, 2011

Perseverancia y providencia

Para Mery L., que persevera en la distancia...




Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo. 2 Tes 3, 5




Me piden una reflexión sobre dos palabras enormes, que como todas las palabras grandes abren la puerta a miles de palabras más: Fidelidad, paciencia, confianza, amor, alianza...

La perseverancia es una de las actitudes fundamentales de cualquier que comienza un camino espiritual. Implica elegir integrar la vida y el corazón, elegirse a uno mismo a través de una constancia en actitudes, gestos y palabras. 

Por esto mismo la perseverancia está profundamente relacionada con el proceso de ser cada vez más uno mismo, de ser aquello que estamos llamados a ser y que busca ir consolidándose a lo largo de nuestra existencia. Es una actitud existencial antes que una cuestión de moral. De allí que no dependa simplemente de querer hacer las cosas bien, sino de querer hacerlas mías, de apropiarme una manera de vivir, o mejor, vivir de una manera que exprese lo propio, que brote cada vez más de nuestro centro. 

Vivir perseverantemente pide al mismo tiempo firmeza y conciencia de la gradualidad. Empezar y continuar "con determinada determinación", como decía Santa Teresa de Ávila. Pero parte de esa determinación es no desesperar frente a las inevitables caídas y retrocesos. Para levantarse rápidamente de las caídas es necesario no lamentarse de más ni sorprenderse por ellas. Son parte del proceso y a menudo ellas nos enseñan más de lo que hubiéramos imaginado. 

Pero por sobre todo, la perseverancia es un don de Dios (antes se escuchaba más pedir el don de la "perseverancia final", el llegar hasta la muerte unidos a Jesús). En este sentido, perseverar sólo es posible si se desarrolla un sentido profundo de la providencia de Dios. Puedo perseverar porque Dios me lo concede, porque él me dará todo lo necesario para que pueda hacerlo. Puede ser el "pan de cada día" que pedimos en el Padre Nuestro. Y en ese sentido creo que uno empieza a caminar con más rapidez cuando deja de preocuparse por cómo está andando y se concentra más en aquel que nos llama y nos cuida a lo largo del camino. Al final del día nos daremos cuenta que todo fue un regalo, como dice ese obispo y poeta:

Y llegaré, de noche
con el gozoso espanto
de ver,
por fin,
que anduve,
día a día,
sobre la misma palma de Tu mano. (Pedro Casaldáliga)

sábado, enero 29, 2011

Reflexiones sobre la distancia y los afectos

Escribo esto mientras un micro nos lleva a mí y a un grupo de jóvenes de mi parroquia de vuelta a Buenos Aires tras unos días de campamento en Córdoba.

La lejanía, como siempre, es generadora de pensamiento, especialmente en lo que hace los vínculos.

Mi vida ha estado marcada muchas veces por la separación física de la gente que quiero (tanto familia como amigos). Cosas en parte de este mundo globalizado y también de mi vida sacerdotal que tiene algo de itinerante.

Pero esta distancia, si bien es dolorosa (y a veces desgarradora), también es oportunidad para revalorizar esos lazos y por otro lado para darse cuenta que son más íntimos a nosotros mismos de lo que hubiéramos imaginado.

Además, en cada eucaristía, me acuerdo de las palabras de Efesios: "los que antes estaban lejos ahora se han acercado". El amor achica todas las distancias y en la mesa de la comunión seguimos compartiendo un abrazo.

Esto no niega la necesidad de la presencia concreta. ¡Al contrario! Pero mientras caminemos, tendremos que aceptar estos alejamientos. Hasta el día del encuentro definitivo, donde no habrá más distancias porque todos viviremos en el corazón de todos.

El instante fugaz

Aprovechar el momento,
Como una gracia,
Como un rayo de lo eterno,
Como la oportunidad única de recibirlo todo
Y decirse a uno mismo
En un suspiro
Un abrazo
Un grito
Un silencio

sábado, diciembre 11, 2010

Desilusionarse (Sobre el 3° Domingo de Adviento)

"¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?" ¡Qué cruda la pregunta de Juan el Bautista! No tanto para Jesús, pero sí para él mismo. Hay que animarse a preguntar algo que puede romper con nuestras esperanzas y previsiones. Al decir esto se juega el todo por el todo. 

A Juan le pasa lo que a varios de nosotros en distintos momentos de nuestra vida: hemos creído que Jesús es Dios, que es el Mesías, pero no terminamos de creer o de aceptar su manera de serlo. Tenemos que vivir una "segunda vuelta" de nuestra fe, que muchas veces la vivimos cuando un dolor o una crisis entra en nuestra vida. Más allá de las diferentes cosas que uno vive y escucha frente a la dimensión crítica de nuestro camino, hay algo que es cierto. Toda crisis implica una cierta desilusión. Una pretensión nuestra, una expectativa se quiebra, un sueño se esfuma. Pocas experiencias son tan dolorosas como esta, cuando algo que anhelábamos se nos deshace y nos deja con las manos vacías de futuro. 

Pero en estas desilusiones está muchas veces la semilla de un camino nuevo, más profundo y real. Es ahora cuando podemos empezar a vivir desde la autenticidad, cuando el otro y yo mismo podemos mirarnos desde lo que somos y elegirnos desde nuestra verdad, y no a partir de nuestras fantásticas idealizaciones. En muchas de nuestras expectativas hay una omnipotencia y un narcisismo escondido que gracias a Dios quedan heridos de muerte al vivir estas crisis. 

En mi primer año de seminario, uno de mis formadores me hablaba de esto, y me dijo algo que se grabó profundamente en mi memoria: "Cuando nos desilusionamos, no perdemos nada, porque simplemente se ha esfumado eso: una ilusión. No la realidad". 

Juan el Bautista encontró en las palabras de Jesús los signos de un mesianismo diferente pero mucho más profundo y fiel a la Palabra de Dios que el que él se había imaginado. Su ilusión tenía que deshacerse para despertarse a algo más luminoso y grande que Dios le ofrecía. Tal vez tengamos que protestar menos cuando algún proyecto se nos cae de la manos, porque probablemente el Señor nos esté preparando algo mejor. O por lo menos, más real. 

viernes, diciembre 10, 2010

Miedo de amar II

Nos retobamos, escapamos, ponemos excusas para no ser invitados a la fiesta (probablemente porque intuimos que no estamos a la altura de la participación), o tememos el momento del encuentro... pero cuando nos entregamos, nos damos cuenta que era lo mejor que nos podía pasar en la vida.

martes, diciembre 07, 2010

Sobre los miedos

Vengo pensando mucho sobre los miedos últimamente. Los propios y los ajenos. Es notable como el miedo es una fuerza conductora de muchísimas opciones y estilos de vida, a veces sutilmente escondido detrás de la racionalidad, la prudencia y el buen tino. 
¿De dónde viene el miedo? En la Biblia la primera vez que aparece es cuando el hombre se da cuenta de que está desnudo al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, cuando quiere erigirse en su propio Dios. Pareciera entonces que hay una relación entre el miedo y la individualidad a toda costa, el querer erigirse como sostén y controlador de todo y percibir al mismo tiempo que esto es imposible. ¿Será que el miedo brota cuando percibimos esa fragilidad y no nos animamos a manifestarla? Y así nos escondemos mientras Dios pregunta "¿dónde estás?".

Pero también es cierto que hay un miedo a dejar que lo más propio salga a la luz. Cuando nos dejamos llevar por la corriente, cuando elegimos lo fácil frente a lo conflictivo en aras de una falsa paz de cadáveres, cuando nuestros sueños se ahogan antes de empezar a nadar. Es el miedo de la promesa, el miedo a la desilusión del amor. El que hace que no digamos quiénes somos y que no nos juguemos porque tal vez no seamos suficiente para el otro, o para el lazo, o para la comunidad, o para la misión... El miedo que hace que Pedro diga "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". Ese miedo que nos hace más de una vez empujar lejos de nosotros a los que nos quieren y por eso mismo son una amenaza (como decía tan bien Borges en su poema citado recientemente). 

El camino, creo, pasa por el amor y la confianza. Abrirse al otro y la promesa que trae consigo, porque es así como se disipan las ilusiones de pesadilla generadas por el miedo. Sólo un amor más grande que nuestros temores puede llevarnos más allá. Nadie lo dijo mejor que esa frase fabulosa de la primera carta de Juan:

En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. (1 Juan, 4, 18)

martes, noviembre 30, 2010

Están pasando más cosas buenas de las que imaginamos.
En algún lugar, alguien elige perdonar.
Alguien está pensando en dar su vida por amor.
Otro vela el sueño de alguien que ama.
O llora de amor o de pena alguien que ya no sabe cómo expresarse.
Alguien tiene un gesto de amor puro.
Hay más, más de lo que imaginamos.

Miedo de amar

El otro día releía ese poema maravilloso de Borges, "El Amenazado":

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. 
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. 
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. 
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, 
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, 
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, 
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? 
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. 
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se 
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. 
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. 
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. 
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. 
Ya los ejércitos me cercan, las hordas. 
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) 
El nombre de una mujer me delata. 
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Es un texto realmente maravilloso, porque muestra tan claramente de qué manera el amor irrumpe y nos llena de temor y anhelo al mismo tiempo. Y de golpe nos damos cuenta que nada sirve para nada, que todas nuestras medallas son apenas barreras para el encuentro, que simplemente estamos llamados a ser para el otro y desde el otro. Pero entrar en este dinamismo de gratuidad, donde, como dice también Borges "no hay poseedor ni poseído, pero los dos se entregan", nos aterroriza. Y tantas veces terminamos comprando sucedáneos que nos atontan y nos hacen pensar que en realidad no nos hace falta amor. Es la tentación de la omnipotencia controladora que tantas veces rige nuestra vida. Pero si por un momento glorioso elegimos la pobreza del amor, nos hacemos ricos en serio.

lunes, noviembre 29, 2010

¿Por dónde iréis hasta el cielo/ si por la tierra no vais?
Pedro Casaldáliga, 
Preguntas para subir y bajar el Monte Carmelo

Esta vida es la que se nos da para hacerla antesala del cielo, no hay otra.
Estas personas con las que comparto mi camino son las que me invitan a amar y dejarme amar. No hay otras.
Esta Iglesia, este país, esta realidad es en la que Dios se hará presente. No hay otra.
Este corazón mío, con sus heridas, sus dones y limitaciones, con su historia y su presente es aquel con el que soy llamado a la plenitud y la vida. No hay otro.

Qué fácil es pensar que en otro contexto, en otras alternativas o con otras personas todo sería mejor. Pero es mentira y tentación. Este camino que tengo es el que me lleva al cielo. Y para llegar, tengo que hollar en él cada vez con más fuerzas. Ir a lo profundo de mi corazón, más allá de las heridas, donde se oculta la fuerza de la vida. A lo profundo de los vínculos, más allá de las desilusiones y los choques, donde está el encuentro. Más allá de las fachadas, donde se intuye el paso de un Dios vivo y escondido, donde el amor dice su palabra última, la única que da sentido a las cosas.

jueves, octubre 28, 2010

Hablar desde el camino

Muchos hablan hoy de encontrar un nuevo lenguaje en la pastoral, que tienda puentes (función de todo lenguaje). Una de las maneras de profundizar en esta búsqueda es empezar a hablar desde el camino. Desde las búsquedas personales y comunitarias. Desde el mirar un horizonte común y no desde el proponer metas y normas inalcanzables. Desde el sentirse fascinados por una belleza que nos atrae y que queremos compartir con los otros peregrinos.

jueves, octubre 21, 2010

Momentos de transfiguración

Pensando en Tania y Andy, que se casaron este sábado...

Qué momento de gracia cuando el misterio del otro se nos revela, desbordando de luz y de gloria,cuando tomamos conciencia de la persona que está al lado nuestro.Y más cuando, del mismo modo que en el monte Tabor, percibimos que esa luz viene de lo profundo de alguien frágil, vulnerable, que camina hacia la cruz, como todos. Todos necesitamos experiencias así. Sin transfiguración no hay amor. 
Sólo sé que una vez más
el rumor de tus sandalias pasa cerca
un sonido sutil del silencio
un dulce peso en el alma
una voz que me lleva al desierto
donde el poder muere para hacer sitio al amor
donde el pan partido es escuela
donde la noche está grávida de vida

y tu voz me hace recuperar la mía.

martes, octubre 19, 2010

Constructores de nuestro propio camino

En estos últimos meses he tomado mucha más conciencia del peso que tienen nuestras acciones. Limitadas, frágiles y condicionadas, como somos nosotros mismos, cada "sí" y cada "no" tienen sin embargo una fuerza enorme escondida en su interior, sobre todo cuando en vez de ser decisiones dispersas nuestras opciones tienen un hilo conductor, un horizonte previo que las unifique y concentre. Esto no debiera ser algo que nos presione, pero sí que nos haga tomar conciencia de que podemos elegir-nos, y que esas elecciones pueden convertirse en la afirmación más precisa de nuestro misterio. 

Y al mismo tiempo, cuanto más vamos realizando ese camino nos vamos dando cuenta que llegar a ser plenamente nosotros mismos siempre será un don, algo que se nos otorga y que no podemos simplemente arrebatar. Es una conquista regalada, un llegar al lugar en el que siempre estábamos. Quizás por todo esto me doy cuenta que no se trata sino de caminar humildemente, como dice ese poema despojado y hermoso de Hugo Mujica:


como toda una vida en el gesto
                                  de apenas los dedos.

ya no pido el horizonte,
                                ruego mis pasos  

Así vamos todos, rogando nuestro caminar cotidiano. Pero debiéramos hacerlo con una buena mezcla de seriedad y ligereza, con perseverancia y paciencia, con la paz que da saber que es Otro quien nos lleva y la alegría que brota de ser uno quien elige al mismo tiempo tomar las riendas de la propia vida. 

lunes, octubre 18, 2010

Un nuevo blog...

... no suele ser noticia. Pero cuando el que lo abre es un amigo y un poeta y persona cabal, uno no puede menos que promocionarlo. Además. ¿cuántas veces en la vida uno tiene la suerte de que le dediquen un poema? Pueden leerlo aquí y encontrar más cosas en "El corazón y el alma al descubierto". ¡Que lo disfruten!

martes, octubre 05, 2010

Camino hacia la Pascua dando gracias

Hace un par de años leí un librito espectacular del Cardenal Vanhoye "Tanto amó Dios al mundo. Lectio sobre el sacrificio de Cristo". Altamente recomendable para entender bien la noción de sacrificio desde una perspectiva bíblica y cristológica.
Dentro de  ese librito, destaca una joyita: un capítulo sobre el sacrificio como acción de gracias, donde describe la particularidad del agradecimiento de Jesús, que agradece no por recibir sino por la posibilidad de dar algo (en este caso en particular, a sí mismo) y que agradece no después que algo ocurra sino antes (de manera similar a cuando está por resucitar a Lázaro). 

El agradecimiento anticipa la realidad, es un paso de confianza sostenido por la certeza de la providencia y el amor bondadoso del Padre. Me ha hecho vivir de otra manera de la eucaristía. Ahora cuando llega el momento de la consagración muchas veces pienso en aquellas cosas de mi vida que están en tensión, sin resolverse: conflictos cuya resolución no asoma, preguntas e incertidumbres, dolores que siguen sanándose (propios y ajenos)... trato de que todo eso entre allí, en ese momento misterioso y sagrado donde la acción de gracias de Cristo toma todo lo que soy y vivo y lo deposita con amor y suavidad en las manos del Padre. Y eso me ayuda a confiar en que, de alguna manera, la Providencia de Dios va a actuar y transformar esa realidad que por ahora es simplemente un grito abierto a la intervención del Señor. 

lunes, septiembre 27, 2010

Gestos de amor - Permanecer despiertos

Amar es permanecer despiertos. Elegir una vida con el corazón y los ojos abiertos, capaces de estar atentos a lo que pasa dentro de nosotros y a nuestro alrededor.  Esto no es fácil. Pareciera que las pesadillas nos esperan al despertar y por eso mismo elegimos dormirnos, entumecernos frente a lo que pasa y nos pasa. Sin embargo, lo que no percibimos desde la atención no deja por eso de anidar en algún rincón para lastimarnos y dominarnos. Tal vez por eso la atención es una disciplina espiritual que está en el corazón de todo viaje espiritual y de toda verdadera experiencia de crecimiento. Y probablemente por eso mismo en muchas religiones las experiencias de crecimiento se vinculan con un despertar. Así se les decía a los primeros cristianos al bautizarlos: “Despierta, tú que duermes en la sombras”. Y cuando a un maestro Zen le preguntaron cuál era el secreto para la iluminación dijo “Atención. Atención. Atención”.



El amor pide estar despierto. Es mentira que el amor es ciego: pide cada vez más luz, porque el amor no puede vivir si no va a lo más profundo. Cuando el amor está despierto, anticipa la realidad y permite que eso que soñamos deje de ser sueño y empiece a ser realidad.

Hacer este camino pide una verdadera entrega, un don de uno mismo, un despojarse de la omnipotencia, porque para poder estar atentos hay que vaciarse de uno mismo. Y esto es una cruz, un dolor, una muerte. Pero es una muerte grávida de vida, un dolor necesario para ganar esa hondura indispensable para crecer, amar y ser feliz. 

viernes, julio 23, 2010

Salir a misionar

 

Mañana salgo a misionar una vez más. Será breve, apenas una semana (dos días en San Antonio de Areco y el resto en Trenque Lauquen). ¡No puedo esperar! Cada vez que vivo una misión vuelvo a renovarme en los núcleos de mi fe: el encuentro con Jesús, el llamado a compartirlo, el vivir en la sencillez junto a otros. Son días del Reino… días de Fuego. Días para dejar por las calles, como dice un himno de la Liturgia, el rumor de las sandalias de Jesús.

 P1010580

domingo, julio 18, 2010

Los ritos

Ahora que estoy a punto de sentarme a escribir, pienso antes en los ritos que rodean este momento. Es necesario tener a mano cosas que me inspiren y me predispongan mejor. Tener mi gorrito de lana verde (auténtico "thinking cap" de los últimos meses), mi taza de café caliente, la lámpara de aceite y la imagen serena de San Juan el Teólogo... algo de música de fondo... y ya estoy listo.

No debiéramos despreciar los ritos. Gente tan de carne y hueso como nosotros debiera saber que nuestro cuerpo necesita acompañar al corazón cuando se lanza a cualquier aventura, so pena de pagar un precio si lo olvidamos. Y cuando todo en cambio está en unísono, pareciera que una energía nueva brotara de nuestras manos y que ellas se prestaran con más entusiasmo a la obra que si sólo nos hubiéramos sentado a darle a las teclas.

Los ritos son importantes, ciertamente, para darnos cuenta que cada momento tiene su sacralidad, su liturgia personal que es necesario amar, cuidar y fomentar.

jueves, junio 24, 2010

Gestos de amor - Hacer lugar

Si bien en general lo primero que viene a nuestra mente al pensar en el amor es la unión, la intimidad, el abrazo... no es menos cierto que una dimensión insoslayable del amor es la de dejar lugar, la de hacer sitio. No hay amor verdadero si en algún momento no se recorre el camino que permite darle espacio al otro para que crezca.
¡Esto no es nada fácil! Sin embargo, es condición y creación del amor, como dice un autor. Cuando el amor es real genera autonomía, se hace interior al amado/a, lo hace libre, fuerte, interdependiente (que no es lo mismo que dependiente). El amor verdadero genera espacio para respirar.

I can feel your love teaching me, how
Your love is teaching me how,
how to kneel, kneel

U2, Vertigo

El amor nos lleva, siempre, en algún momento, al asombro y la alabanza. Llegamos eventualmente a esa instancia en la que percibimos que el don de que el otro nos quiera es eso, es puro regalo, pura gracia. Y uno se pone de rodillas frente a ese amor, que nos revela algo más grande y sorprendente que cualquier otra cosa: el milagro de la soledad rota, de la comunión ofrecida porque sí.

jueves, junio 17, 2010

Iron Man, o la fuerza de la debilidad

Soy un fanático de los cómics desde chico. Y desde chico también presencié el ingreso creciente (con mejor o peor suerte) del mundo del cómic (aquí en Argentina mucho menor que en otros lugares) en el mainstream a través del cine. En los últimos años proliferan las adaptaciones (crisis de creatividad de Hollywood o filón que siguen explotando por sus réditos y el merchandising que puede tener, sólo Dios sabe) de historietas a una  versión cinematográfica. Entre las más afortunadas están las dos películas de Iron Man, protagonizadas por Robert Downey Jr., sumamente exitosas a nivel crítico y comercial. Iron Man es, casualmente, uno de mis superhéroes preferidos (los otros dos son Linterna Verde - que pasa al cine en el 2011 - y Batman). 


La historia es bastante conocida por todos: Iron Man, industrialista especialista en armamentos, es capturado y al serlo recibe una herida en el pecho que le deja trozos de metralla en camino al corazón, dejándolo literalmente a centímetros de morir. Construye una batería para mantener alejadas las esquirlas alojadas en su pecho, que a la vez se vuelve el motor para una armadura que irá perfeccionando con el paso del tiempo y  le permitirá convertirse en Iron Man para redimir de sus faltas del pasado.

Ahora bien, no pretendo leer en la historia más de lo que ella pretende decir. Pero hay algo que me gusta especialmente del personaje y de su relato iniciático: para Iron Man el punto de partida de su transformación es la experiencia de la fragilidad. Lo mismo que lo está matando es lo que luego será el puntapié para una transformación interna que terminará convirtiéndolo en héroe. A diferencia de otros, como el invulnerable Superman o el estoico Batman, su fortaleza reside en aquello que también lo hace más vulnerable. 

Y si bien luego Tony Stark (el álter ego de Iron Man) se recubrirá de una armadura, signo de su nueva fuerza, esa parte suya permanece siempre expuesta. Da que pensar a la hora de ver cómo vemos nuestras propias debilidades, ¿verdad? Como decía el hermano Roger, "en la misma herida en que se hunden las angustiosas inquietudes se elaboran también las energías para amar.".

miércoles, junio 16, 2010

Cuando la mano izquierda no sabe lo que hace la derecha

De eso habla el Evangelio de hoy (miércoles de la Semana XI del tiempo durante el año). Qué momento glorioso cuando los gestos de amor se han vuelto tan parte nuestra que justamente ni siquiera nos damos cuenta que estamos amando. Esta frase de Jesús me hace acordar a esa frase budista que afirma "El mejor Buda es el que no sabe que está iluminado". Lo más lindo de los santos es que ellos viven así, y que van desparramando amor casi sin darse cuenta, de la misma manera que uno ve a un deportista moverse con agilidad que parece espontánea y natural simplemente porque se ha vuelto un virtuoso de lo suyo y así ni siquiera piensa en lo que está haciendo.

Tras las huellas de Elías

Quedé enamorado de la figura del profeta Elías después de estudiar todo su ciclo en el Libro de los Reyes cuando cursé históricos. El hombre de Dios, el profeta fogoso, tan carismático y al mismo tiempo de golpe tan frágil, el enviado más importante después de Moisés... Sus relatos están llenos de matices que lo hacen digno de una película. 

Me gusta el pedido de Eliseo antes de la "ascensión" de su maestro: dos tercias partes de su espíritu.Quisiera pedírselo hoy también: un poco de esa pasión para anunciar la presencia de Dios, de su fidelidad a la Palabra, de su fortaleza y su fuego. 

Al mismo tiempo, me quedo pensando en ese último gesto de Elías que es, justamente, el de irse. ¡No es fácil irse para los maestros y reconocer que es el momento de dejar el lugar a otros, saber que lo mejor nuestro vive en los demás!... Que es momento de partir para que todo lo sembrado tenga el aire suficiente para crecer. Confiar en la bondad de la tierra, del corazón de los demás. Y en su originalidad y libertad para ser mejores que nosotros. Pienso en Jesús, que llega a decirle a sus discípulos que harán obras más grandes que él. ¡Él dice eso! ¿No es sorprendente! Él, el maestro y el Señor, dice que conviene que él se vaya. Porque su Espíritu hará de ellos verdaderos apóstoles, plenamente ellos mismos y al mismo tiempo (o tal vez por eso) un reflejo claro y fiel de Jesús.

martes, junio 15, 2010

De Teilhard de Chardin


"Un día el Hombre tiene conciencia de que es sensible a una cierta percepción de lo Divino extendido por todas partes. Preguntadle. ¿Cuándo se ha iniciado este estado en él? No sabrá decíroslo. Todo lo que sabe es que un espíritu nuevo ha atravesado su vida." 

"Llegará el día en que después de aprovechar el espacio, los vientos, las mareas y la gravedad; aprovecharemos para Dios las energías del amor. Y ese día por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego."

Un Santo poeta

Hace unos días celebramos la fiesta de San Efrén el Sirio, un santo poeta y teólogo. Se ganó uno de los piropos más lindos de la historia de la Iglesia, pues se lo ha apodado "la cítara del Espíritu Santo". Qué bueno que, junto a teólogos y misioneros, a pastores y mártires, a grandes impulsores de obras de caridad... también haya santos poetas y artistas. Personas que nos recuerdan el misterio, que con palabras sugieren lo que está más allá de las palabras, la belleza silenciosa e infinita que pide de infinitas maneras ser cantada y nombrada. ¡San Efrén, ruega por nosotros!

domingo, junio 13, 2010

Lc 7, 36-50

Cuando me miraste, y vi que me aceptabas,
que no había sino misericordia
entonces mi pasado fue pasado
y el futuro se llenó de promesa y esperanza.

Porque me di cuenta que el amor estaba ahí,
esperando para que tu mirada lo descubra
y tu perdón lo libere.

jueves, junio 10, 2010

Oración para perseverar en comunidad

Me pidieron esta oración para un encuentro de jóvenes. ¡Espero que les guste!



Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias. (Col 3, 12-15)

Jesús, una vez más nos reunimos para descubrirte presente entre nosotros, para dar gracias por el enorme regalo de tu presencia fiel y constante en nuestra comunidad. ¡Qué alegría enorme saber que nos elegís, que nos mirás con amor a cada uno de nosotros y decís nuestro nombre para llamarnos a compartir la vida con vos! En esa elección, en ese sí que pronunciás sobre nosotros está el secreto para perseverar. Sólo podemos elegirte porque vos nos elegís primero, porque tu sí es constante, firme como la roca sobre la cual podemos siempre apoyarnos. Sólo podemos construir nuestra perseverancia sobre tu amor, sobre su abrazo que siempre nos recibe y nos vuelve a confirmar. 

Por eso queremos dejar en tus manos nuestros miedos frente al futuro, nuestras inquietudes, nuestras dudas… todo lo que hoy en nuestro corazón oscurece la esperanza y la alegría que nos da tenerte cerca. Todo lo que nos impide ver claro cuando queremos mirar hacia delante. Queremos que nos digas las palabras que siempre repetís cuando llamás a alguien: “No temas” y “Yo estaré contigo”. 

Jesús, muchas cosas nos inquietan al pensar en el camino que nos proponés. El miedo a lo que dirán los demás; la sensación de soledad que a veces nos inunda; el saber que somos frágiles y pequeños, responsables de un regalo inmenso. Qué bien que nos hace entonces saber que nos llamás, pero además, que nos llamás junto a otros que comparten la misma vocación, el mismo llamado, el mismo don. Vos nunca invitás a vivir este camino en soledad: siempre es lado a lado con los que se descubren amados y sostenidos por vos. Sólo así podemos encarar el desafío de vivir tu amor y de anunciarlo a los demás. 



Vos dijiste que en el amor mutuo entre hermanos estaría nuestro distintivo, nuestro rasgo más particular y único. Es lo que hace que en el mundo tu presencia se haga más clara y fuerte, lo que permite que la canción de tu Evangelio resuene en los corazones de la gente. Por eso queremos empezar por ahí: por cultivar el amor que vos nos regalaste, por crecer en el deseo de amar y ser amados. 



Ayudanos a descubrir que tener hermanos que comparten la fe y la misión es un regalo; que podamos mirar al otro con asombro y agradecimiento, porque su mera presencia es un regalo para nosotros. Que podamos también tomar conciencia que nosotros tenemos algo único para aportar, algo para darle a los demás, a nuestra comunidad, que nadie más puede dar. 



Jesús, cada vez que vos llamás a hermanos a compartir y vivir juntos en el amor, un poco del cielo se hace presente acá en la tierra. Que en nuestra comunidad, en nuestras casas, con nuestros amigos, al vivir el amor que vos nos regalás, podamos ir preparando ese cielo que vos soñás para todos. Que al ver cómo nos tratamos, nos queremos y valoramos, la gente pueda descubrir que se puede vivir de una manera distinta y que en este camino está el secreto para la felicidad. 


María nos dijo en las Bodas de Caná “Hagan todo lo que Él les diga”. A ella le pedimos también que nos acompañe para que podamos dejarnos llevar por tu Palabra hacia el amor, la comunión y la perseverancia, para que podamos seguir avanzando juntos hacia vos.

De Isabel de La Trinidad

"No hay leño como el de la cruz para encender el fuego del amor"


Dios no tiene miedo de nuestras desprolijidades. ¡Por suerte! Somos tan frágiles, tan vuelteros, tan inconstantes. Y sin embargo, Dios ha querido amar nuestra fragilidad. Ha querido tomarla sobre sí para transfigurarla.

Muchas veces el camino pasa por escuchar, aceptar y amar esas desprolijidades que parecen desviarnos del camino pero que en realidad son el sendero que Dios ha elegido para llegar hasta nosotros y para que nosotros nos acerquemos a él. Tal vez lo que nos asustaba tanto era simplemente un fantasma, y detrás de eso está la energía creadora que necesitábamos para volver a crear.

jueves, marzo 04, 2010

Buscando caminos

Esta mañana quedó resonando dentro mío un fragmento del oficio de lecturas escrito por San Hilario:

Muchos son los caminos del Señor, aunque él en persona es el camino. Y, refiriéndose a sí mismo, se da a sí mismo el nombre de camino, y nos muestra por qué se da este nombre, cuando dice: Nadie va al Padre sino por mí.
Por lo tanto, hay que buscar y examinar muchos caminos e insistir en muchos de ellos para hallar, por medio de las enseñanzas de muchos, el único camino seguro, el único que nos lleva a la vida eterna. Hallamos, en efecto, varios caminos en la ley, en los profetas, en los evangelios, en los apóstoles, en las distintas obras mandadas; dichosos los que, movidos por el temor de Dios, caminan por ellos.




Me gustó esta imagen de los numerosos caminos. Me hizo pensar en cómo muchas veces, frente a las búsquedas, los repentinos "desvíos" que la vida nos hace tomar, en realidad son parte del único camino, el que sólo reconocemos cuando lo hemos recorrido. Algo de eso encontré en un libro que tuve la suerte de recuperar y releer recientemente, "El Señor es mi Pastor", un comentario al Salmo 23 del Rabino Harold Kushner. Cuando el salmo dice "me guía por el recto sendero por amor de Su Nombre", el Rabino explica que el término significa literalmente "caminos con muchos rodeos que terminan en la dirección correcta". Lo explica de esta manera:

"Tal vez en geometría pura la distancia más corta entre dos puntos sea la línea recta. Pero en la vida la distancia más corta hacia nuestra meta puede ser una ruta indirecta y errática. [...] espero que recordemos agradecer a Dios por habernos guiado por ma' aglei tzedek, caminos tortuosos que finalmente nos conducen a donde se suponía que debíamos llegar. Una vez más, es cuando encontramos que el mundo es desconcertante y frustrante que Dios nos inspira y nos ayuda a hacer de la vida algo más satisfactorio."

Cuando el sendero nos hace desviarnos de lo que nosotros pensábamos que era el camino correcto, tal vez tengamos que darle a Dios el beneficio de la duda y preguntarnos sinceramente qué bendición se esconde en este recodo que tal vez no es el que nosotros hubiéramos tomado, pero tal vez sea el que Dios ha puesto delante nuestro para hacernos crecer.

martes, marzo 02, 2010

Algo loco

Cada tanto, está bueno animarse a hacer algo un poco loco. Y con esto no hablo de hacer tonterías. Hablo de otras locuras, de esas que realmente prácticamente nadie se anima a hacer.

Tener un gesto de esos inesperados. Dejar la vida en un acto de entrega de esos que por desmesurados nos recuerdan que la única medida del amor es el amor mismo.

Jugarse por alguna causa perdida. Ponerse del lado del más débil. Por una vez, pensar que vale la pena hacerse el héroe y meterse en un problema por la justicia y la verdad.

Por una vez, perdonar. Y no mirar atrás, porque el perdón justamente anticipa el futuro y lo va generando desde ahora.

Animarse a soñar en grande. ¡Qué triste cuando nuestros sueños, que son muchas veces la reserva de vida del corazón, también son pequeños!

Pensar que a lo mejor, a lo mejor, lo de cambiar al mundo sí nos sale.

Dar un salto de fe. Y confiar. En Él. Y en uno mismo. 

Una ausencia tan prolongada...

... merece una explicación. Si bien, como saben, no soy de hacer comentarios personales en el blog, este tiempo estuvo marcado por mucho trabajo pastoral, un cambio de residencia (hace tres días me cambié de parroquia y por lo tanto estos han sido meses de cierre, transición y apertura de una experiencia nueva) y un extenso verano fuera de la parroquia (misión, vacaciones, misión de nuevo). 

Pero por suerte siempre quedan rescoldos que permiten volver a encender el fuego.

Así que estamos, tratando de seguir al servicio del mismo. ¡Ya van cinco años! y hay más antorchas para encender... Ojalá que haya quien encuentre aquí lo necesario para la suya.



martes, noviembre 10, 2009

Cursos de iconografía

Natalia Gortchacow, una amiga mía y eximia iconógrafa, ha comenzado hace un tiempito a dar clases en la modalidad de taller a aquellos que quieran incursionar en esta hermosa manera de estar cerca del Señor a través de la belleza de los iconos. Pueden visitar su blog (del cual soy también colaborador) en http://tallersantasofia.blogspot.com  . ¡Disfruten de sus iconos! Y hagan correr la voz. 

viernes, octubre 09, 2009



Vivir en el amor no es tarea fácil. Pero a la vez es la tarea más bella y noble que hay. Es el “camino mejor” del que hablaba San Pablo, y es justamente eso: un camino. Algo que se vive de a etapas, de a poco y que no se puede acelerar demasiado, porque es una peregrinación y no una carrera.





Las carreras uno las corre solo. Las peregrinaciones se hacen despacio y, en general, con otros, en un mutuo acompañarse que es uno de los dones más preciados de la experiencia. Por eso hay que tener paciencia y disfrutar del recorrido. Estar en el camino ya es, en cierta manera, estar también participando de la alegría de la meta, del destino.

lunes, septiembre 28, 2009

A las andadas con San Juan de la Cruz

Un compañero de lujo de este año ha sido (y es) San Juan de la Cruz. Ya escribí algo sobre él en un post anterior. A través de una biografía excelente de José María Javierre y de algunos prestigiosos sanjuanistas, busco acercarme al santo. Una de las más agradables sorpresas es encontrarme a alguien profundamente humano y cálido, justamente porque está tomado por la gracia. Sin el carisma y la simpatía de Teresa: más parco y sobrio, pero quizás por eso más accesible en alguna cosa que La Grande.
Además de retomar mi lectura del cántico, estuve leyendo hoy sus "Dichos espirituales". Y entre ellos encontré este que me llamó la atención, la "oración del alma enamorada":


¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos. Y si es que esperas a mis obras para por ese medio concederme mi ruego, dámelas tú y óbramelas, y las penas que tú quisieras aceptar, y hágase. Y si a las obras mías no esperas, ¿qué esperas, clementísimo Señor mío?; ¿por qué te tardas? Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te pido, toma mi cornadillo , pues le quieres, y dame este bien, pues que tú también lo quieres.

¿Quién se podrá librar de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío?

¿Cómo se levantará a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas, si no le levantas tú, Señor, con la mano que le hiciste?

No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero.

¿Con qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?

¡Qué lejos está San Juan del rigorismo y el desprendimiento a rajatabla que algunos le achacan! Yo no soy un experto en su doctrina, pero de lo poco que he visto, abundan textos como este donde el corazón de Juan de la Cruz se revela profundamente abierto al don, enamorado, apasionado. Pocos que vibren con la intensidad de este místico. Pocos, porque pocos se animan a dejarse prender fuego por la llama de amor viva.

martes, septiembre 22, 2009

Cada tanto vale la pena tener un gesto loco de amor.
No pensarlo tanto. No medir. No calcular. Y lanzarse.
Tal vez nos demos algún topetazo...
pero estamos tan enfermos de estadísticas,
miedos y probabilidades,
que prefiero una herida real
a cualquier paz de sepulcro que me vendan.

lunes, septiembre 21, 2009

Oración para poder compartir, hablar y escuchar

Me pidieron una oración-meditación en torno al hablar y compartir para un grupo que está preparando un retiro. ¡Ahí va!


Jesús, vos nos dijiste en tu Evangelio “Donde dos o más se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de ellos”. La certeza de tu presencia entre los hermanos es lo que nos impulsa a reunirnos. Sabemos que en cada uno de nosotros tu amor brilla con luz propia. Pero cuando nos encontramos para compartir la fe, para abrir el corazón, esa luz cobra una intensidad única e irrepetible.

Sabemos que muchas veces no es fácil encontrarnos y compartir. Hay muchos miedos en el corazón, muchas trabas que nos impiden ser auténticos, que nos privan de revelar tu presencia escondida dentro nuestro o reconocer la que late en el corazón del hermano.
Nuestros prejuicios, la preocupación por el qué dirán o la inquietud de querer responder antes de terminar de escuchar.

Sin embargo, queremos hoy repetir el milagro del encuentro que se dio por primera vez en aquel Cenáculo, donde tus discípulos se reunieron junto con María para orar. Queremos abrirnos a la presencia de tu Espíritu Santo. Él es el fuego que derrite nuestras muros; es el agua vive que disuelve nuestras dudas y máscaras. Es el lazo que nos une con ese amor que brota del corazón mismo de Dios.

Jesús, envianos ese Espíritu de compartida y encuentro, esa fuente de gracia que nos abre los ojos para que podamos descubrir el regalo de tener hermanos con quienes compartir nuestra fe, nuestro camino, nuestras búsquedas. Que podamos experimentar así este misterio de las realidades del corazón: que la alegría compartida se hace aún más grande y el dolor comunicado se hace aún más pequeño.

Que ese Espíritu nos abra los ojos y los oídos para contemplar y escuchar al otro como vos lo hacés: llenos de admiración y de aprecio, de amor y estima porque el otro es una historia sagrada que de golpe se me comparte, porque el otro es una herida que pide compasión y consuelo; el otro es el consejo que estaba esperando, la palabra que necesitaba para seguir mi camino.

Ayudanos a descubrir que somos aprendices y maestros los unos de los otros, porque en cada uno estás hablando vos, susurrando palabras de amor detrás de nuestras torpes palabras humanas.

Sólo entonces podremos vivir como hermanos, porque podremos compartir de corazón a corazón, y así crecer en ese misterio de unidad que es tu Iglesia, tu comunidad. Sabemos que esto no es poco. Que si vivimos en el amor de hermanos, ese amor mutuo que lleva tu sello inconfundible, el mundo sabrá que somos tuyos, que somos tus discípulos y misioneros.

Como en el día de la resurrección, te pedimos que te hagas presente en medio nuestro. Que podamos escuchar tus palabras de paz, de alegría y perdón. Y así como vos nos compartís tus palabras, nosotros podamos hacer lo mismo con los demás.

Confiamos en la intercesión de María, señora de la Escucha y la palabra, que supo escuchar y hablar, preguntar y alabar. Que ella, que te llevó a vos, Palabra de encuentro y vida, en su vientre, nos ayude ahora a llevar a los demás palabras de amor y a recibir las suyas para que así siga creyendo su comunidad, su Iglesia. Amén.

viernes, septiembre 18, 2009

Ser parte de algo nuevo



Todos tenemos la posibilidad de evangelizar en cada momento y situación de nuestras vidas. Pero cuando uno tiene la oportunidad de comenzar algo, de abrir las puertas de la Iglesia y del corazón de Jesús por primera vez a alguien o a un grupo, esa es una verdadera gracia, un verdadero regalo. Porque uno puede experimentar al mismo tiempo lo frágiles y chiquitos que somos (y eso nos hace más humildes) y lo grande que es Dios. Es necesario tener fe, sin embargo. Fe y esperanza para confiar en la obra de Jesús y para adivinar lo grande que Dios está gestando en este principio humilde.
Jesús “no vino a ser servido sino a servir, y a dar su vida en rescate por una multitud” (Mc 10, 45). El camino de Jesús pasa por poner al otro en el centro: el plan del Padre y las necesidades de los hermanos; la voluntad de Dios y el dolor de los pobres. Toda la vida pública de Jesús es un gesto constante de servicio. Al leer las páginas del Evangelio nos encontramos con alguien que se vuelca totalmente y sin reservas hacia aquellos que lo requieren. 

Y esto no se da de un modo genérico, indistinto. ¡Al contrario! En Jesús se combinan un amor apasionado y compasivo para con todos y una adaptación a las necesidades y situación de cada persona. Para cada uno, un gesto y una palabra distintos; para todos, un amor incondicional y sin límites. 

Más aún: Jesús relaciona el servicio con su entrega pascual. El gesto de amor máximo es el que realiza en la cruz, donde todo se pone a disposición nuestra. Lava nuestros pies con el agua y la sangre de su costado. Toma sobre sí lo que nos pesa para cargarlo y liberarnos. 

Al mismo tiempo, nosotros vivimos nuestra entrega pascual en el día a día del servicio. Es allí donde nos asimilamos a Cristo, donde él nos transfigura para hacernos un reflejo más fiel de su presencia. Es en el día a día del servicio donde hacemos la experiencia de la muerte y la resurrección: morir a nuestro egoísmo, a nuestras mil pequeñas mezquindades para resucitar a una existencia nueva, donde es el otro el que ocupa el foco de nuestras energías y preocupaciones. Jesús nos ha mostrado que el servicio es, para el discípulo, el camino de la plenitud: “Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican”. 
Ayer me pidieron una meditación para un momento de adoración. Salió esto. ¡Espero que les guste!




Estamos aquí para dejarnos amar por Jesús.

Estamos reunidos porque queremos, porque necesitamos que Él nos mire. Porque sólo su mirada recrea. Sólo su mirada transforma.

Desde el principio, Dios “Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. “ Así sigue siendo hoy. Nos mira, a cada uno de nosotros, y nos dice “Qué bueno es que existas”. No dice “tenés que ser bueno”; nos dice que “somos buenos”, que es bueno que nosotros seamos. Y punto. El desafío, entonces, es encontrar esta mirada de amor, que vive en lo más profundo de nuestro corazón.

Esto no es fácil, pues vivimos sujetos a distintas miradas. Desde el principio, cuando la mirada de nuestra madre nos fue ayudando a sentirnos una persona, alguien amado, deseado y cuidado. La mirada de quienes nos aman nos va haciendo alguien: alguien con un lugar, con una manera, con un modo de ser y de obrar. No todas las miradas son iguales: algunas nos afirman y nos liberan. Otras, en cambio, nos detienen en el camino; nos hieren y nos llenan de temor e inseguridad.
Esas miradas, tanto las que nos hacen crecer como las que lastiman y llenan el corazón de inquietud se vuelven parte nuestra y tiñen nuestro propio mirar: nuestra perspectiva, nuestro punto de vista esta profundamente influido por ese amasijo de miradas que han marcado nuestro camino.

Cuando las heridas gritan fuerte, cuando nos sentimos frágiles y dudamos del amor es cuando el pecado entra en nuestra vida: nos enceguecemos y ya no podemos ver. Así quedamos muchas veces a oscuras. La luz se vuelve una desconocida y el amor deja de alumbrarnos los pasos. Nos vamos quedando al borde del camino.





Por suerte, cada tanto, alguien vuelve a hablarnos de Jesús. Nos animamos a acercarnos a él, a pedirle que podamos volver a ver. Y entonces nuestros ojos se abren a su mirada: esa mirada que no juzga, que no condena, y que llega hasta lo más profundo... la mirada de Jesús, que despierta todo lo que hay de bueno, de noble y de puro en el corazón del ser humano. La mirada que nos libera y nos resucita. Esa mirada creadora, que nos dice “qué bueno es que existas”.

Esa mirada que, sorprendentemente, tiene sed de nuestra mirada, de nuestro amor. Jesús quiere que lo miremos, que tengamos los ojos fijos en Él. Porque sabe que sólo en sus ojos está el secreto de nuestra vida; sólo si lo miramos fijo podemos mantenernos en este caminar sobre las olas que es nuestra existencia. 

jueves, septiembre 10, 2009

Sobre la Iglesia (IV)

El misterio de Jesús es un misterio de unidad: “murió el sólo para no ser más él sólo”, dijo San Agustín. Él se entregó para que nosotros, divididos por nuestros pecados y miserias, podamos ser uno. Ese es su mayor deseo, su oración al Padre: “que todos sean uno… para que al verlos, el mundo crea”. La unidad (que no es uniformidad, sino comunión de amor y de misión), nace del corazón orante de Jesús, de su intercesión constante al Padre por nosotros. Por eso no se puede ser cristiano sino en comunión con otros, en Iglesia.

Nosotros también nos sabemos parte de ese sueño de Jesús y del Padre que se realiza por la acción del Espíritu. Y sabemos también que vivir cada día más unidos es nuestro anhelo, pero es además una lucha. No siempre es fácil vivir juntos, ni encontrar los caminos para fortalecer nuestra fraternidad. Vivir en comunión implica muchas veces renuncia, sacrificio y en todo momento un esfuerzo constante por crecer en el amor. Además, podemos más de una vez quedarnos en sentimientos y buenos deseos y olvidar darle cauce concreto a nuestro trabajo por la unidad. Pero si la Iglesia de Jesús es un misterio al mismo tiempo visible e invisible, sabemos que la gracia que hemos recibido tiene que tomar también una dimensión estructural.





La preparación no atenta contra la espontaneidad o la calidez. Cuando vemos a un gimnasta saltar con gracia entre trapecios, o a un músico ejecutar una pieza con maestría, nos parece que lo que está haciendo es fácil por la naturalidad y soltura con la que encara su tarea. Pero el artista sabe la enorme cantidad de trabajo y empeño que hay detrás de esa ductilidad. 

Esto no es querer ocupar el lugar de la providencia. Paradójicamente, cuanto más uno se dedica y se entrega, más crece la certeza de que es Dios quien finalmente hace todo. Y al mismo tiempo dicha certeza nos permite entregarnos más de lleno a lo nuestro: yo no tengo que hacer todo, ni encargarme de todo, sino vivir lo mejor posible aquello que se me confía.

miércoles, septiembre 09, 2009

"... ustedes han resucitado con Cristo..." (Col 3, 1)

Hay algo de cielo en nuestra existencia, algo irrevocable e indestructible, inocente y frágil, un núcleo de paraíso recuperado o de parusía anticipada que nada ni nadie nos puede quitar. Es cuestión de buscarlo, o mejor, de darse cuenta que ya está allí, en nuestro interior, esperándonos.

lunes, septiembre 07, 2009

Lecciones de Sushi: dejar los palillos

Un gran amigo tiene un restaurant de sushi. Comer sushi es una experiencia sumamente entretenida porque no sólo es muy sabroso y original, sino que además mantiene una carga de ritualidad que lamentablemente nuestras comidas occidentales han perdido.
Entre otras cosas, algo interesante es que es de mala educación tener los palillos en la mano mientras se come. Es necesario dejarlos en la mesa (en un pequeño plato pensado para eso), terminar la pieza y sólo entonces volver a tomarlos. Además, se recomienda comer un poco de las hierbas que adornan el plato para limpiar la lengua y prepararla para saborear la próxima pieza, o maki. Así la comida se disfruta más y también se prolonga el tiempo del encuentro.
Me quedé pensando en como del mismo modo hay muchas realidades de la vida que no pueden (bajo riesgo de indigestión o peor) apresurarse en su asimilación. Es necesario tomarse su tiempo. Dejar los palillos en la mesa y detenerse en el sabor de lo que uno está viviendo para incorporarlo más plenamente y así también poder percibir los matices de cada instante. El que no sabe saborear tampoco puede distinguir, y así cada momento pierde su gracia y su particularidad.
Dejar los palillos es el símbolo de una actitud distinta: frente a los demás, frente a la naturaleza, frente a la Presencia que pide recogimiento y lentitud de pasos y gestos... para poder percibir mejor el sabor de cada cosa y hacerlo propio.


domingo, septiembre 06, 2009

Todo lo has hecho bien, Señor.

En tus manos está la fuerza del Reino,

la semilla del principio inalterado.

Cuando la fe se abre como surco,

tu fuerza siembra vida nueva

y nos abrimos a la escucha

de un amor más profundo

que sólo permanece oculto

para quien no quiere oír.

guerison_par_Jesus

Nunquam deformata

Imagen004 Vengo de estar esta semana en unos sencillos y ricos días de retiro en un lugar lindísimo de mi diócesis llamado Santa María del Encuentro. En la ermita donde recé y descansé estos días tenía una imagen de San Bruno, fundador de los cartujos, que me acompañaba cuando oraba delante del Santísimo.

Cual sería mi sorpresa cuando al llegar a la parroquia y pasar hoy por la santería parroquial encontré, recién llegada ¡la misma imagen! En un tamaño menor, pero idéntica. La tengo a préstamo por unos días y me mira mientras escribo este post. ¿Será una invitación al silencio?

En todo caso, verla me da mucha paz. Es un pequeño sacramento de estos días de intimidad.

viernes, agosto 14, 2009

Dejarse amar (V)

En un momento me habían pedido una serie de posts sobre este tema y ayer por la mañana me levanté recordando una clase de Revelación donde la profesora nos habló del amor de la Trinidad. Subrayaba cómo todavía hoy no sacamos todas las consecuencias (para la vida) de creer en un Dios que es Padre, pero también es Hijo. El Hijo que vive en actitud de recepción, como bien dirá Von Balthasar. Él es quien hace que recibir amor también sea divino.

Es verdad que hay modos de buscar recibir amor enfermizos y hasta pecaminosos (¡algo que también se da en muchas maneras de querer dar amor!). Pero no es menos cierto que nuestro ser creaturas nos pone antes en actitud de recibir. Cuando reconocemos esta mendicidad del corazón podemos abrirnos más plenamente al don, y es este recibir más abiertamente el que nos convierte a sus vez en fuente para los demás. Como el Hijo, que todo lo recibe del Padre en el Espíritu y en ese mismo Espíritu no se guarda nada, sino que se entrega a los demás.

miércoles, agosto 05, 2009

Una vez leí que la muerte sella la identidad de la persona. Revela de un modo más claro y contundente lo que esa persona es. En Jesús esto es clarísimo. Su muerte es parte de su persona. Y lo sigue siendo: el Resucitado no deja de ser el crucificado. Es el Cordero de pie y "como degollado". Es el que tiene las heridas aún resucitado.

Hoy celebré las exequias de un hombre muy bueno. La casa estaba llena de familiares y amigos. Todos intercambiaban anécdotas de su nobleza, del amor que tenía a su esposa, hijos y nietos. En su último paso al Padre, el misterio de esta persona brillaba con una luz nueva, firme y definitiva. No pude
evitar pensar que aquí también se cumplía el misterio del grano de trigo muerto que da vida, sobre todo mientras este hombre bajaba a descansar a la tierra. En la familia, su entrega seguía vivo y dando abundante fruto, del mejor: el escondido en el amor cotidiano.

Algo de Bernárdez

Estoy pensando que alguna vez le daré a alguien para que haga su acción de gracias post-confesión este soneto de Bernárdez... piénsenlo como si Jesús se los dijera.

Aquel entendimiento que callaba
tiene toda la voz que no tenía,
y aquella voluntad que estaba fría
tiene todo el calor que le faltaba.

Aquel entendimiento que ignoraba
tiene la ciencia de que carecía,
y aquella voluntad que no quería
tiene el deseo que necesitaba.

Porque para que el uno se levante
del sueño en que vivía sumergido
es suficiente con que yo te cante.

Porque para que aquella no se muera
de la muerte que hubiera padecido
es suficiente con que yo te quiera.