viernes, agosto 18, 2006

Sacramentos: el mate

El mate tiene la particularidad de ser algo sumamente sencillo pero a la vez provisto de una ritualidad profunda. La liturgia de su preparación en esta época de té y café instantáneo es un espacio privilegiado para detenerse y volver a descubrir el tiempo para el encuentro, para saborear las cosas (¡el otro día me enteré que existen cursos de cata de mate!).

Preparar la yerba, ajustar la bombilla, llevar el agua al punto exacto... cada uno tiene sus mañas y sus gustos. Con poca cosa se hace mucho y el mate se vuelve también expresión de uno mismo.

Es un sacramento del encuentro porque la compartida misma va haciendo que uno tenga que detenerse, escuchar al otro, tomarse el tiempo también para contestar. Si uno lo toma solo, ir cebando de a ratos ayuda a frenar la vorágine de la mente.

Sabe estimular pero de a poco, trayendo sabor y despertando despacito, sin apurarse... como para aprender que a las cosas se les toma el gusto con serenidad. Así deja regusto por mucho tiempo. Lo que llega despacio también tarda en irse y así es con el mate.

Para mí es un ritual fundamental, compañero de ratos largos de oración y también de charlas con amigos, de escucha y respuesta rumiada, saboreada lentamente... como un buen mate.

El amor de quien quiero hablar

Cristóbal Fones es un jesuita chileno que compone y canta canciones muy buenas y profundas. Entre otras que me vienen ayudando a rezar, está esta que dedicada al corazón de Jesús con letra del jesuita Jorge Méndez. La comparto aquí. Yo también quiero hablar de ese amor.

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Quiero hablar de un amor infinito,
que se vuelve niño frágil;

amor de hombre humillado.

Quiero hablar de un amor apasionado.


Con dolor carga nuestros pecados,

siendo rey, se vuelve esclavo;

fuego de amor poderoso,
salvador, humilde, fiel silencioso.

Amor que abre sus brazos de acogida;

quiero hablar del camino hacia la vida.

Corazón paciente, amor ardiente;
quiero hablar de aquél que vence a la muerte.

Quiero hablar de un amor generoso,
que hace y calla, amor a todos;

buscándonos todo el tiempo,

esperando la respuesta, el encuentro.


Quiero hablar de un amor diferente,

misterioso, inclaudicable;

amor que vence en la cruz.

Quiero hablar del
Corazón de Jesús.

miércoles, agosto 16, 2006

Camino a la ordenación


Parece mentira pero en menos de tres meses junto con dos compañeros más vamos a ser ordenados sacerdotes. Este 27 de octubre será el día de nuestra Pascua, de nuestro paso... a una vida nueva, a una nueva etapa.

Es tradición que el grupo de sacerdotes elija un lema de ordenación, una frase que sintetice lo que ellos desean vivir en su ministerio. Nosotros elegimos "Vivan en la acción de gracias", de Colosenses 3, 15b. Una traducción más literal sería algo así como "Sean agradecidos", o eujaristoi ("¡eucarísticos!").

Nosotros vamos a ser hombres de la acción de gracias. La eucaristía, la acción de gracias, la misa, va a ser el centro de nuestras vidas. La celebración donde llevemos todo lo vivido cada día, lo que la gente trae como búsqueda, alegría, dolor, anhelo, esperanza, angustia... para entrar juntos en la gran acción de gracias de Jesús al Padre. Jesús, que dio gracias y puso un signo de amor en medio de la soledad, la angustia y la cercanía de la muerte. El momento de la máxima soledad es el del máximo don, la plena entrega. Yo quisiera estar al servicio de ese amor.

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"La palabra Eucaristía significa, literalmente, "acción de gracias". Una vida eucarística debe ser vivida con agradecimiento. La historia de los dos amigos que iban a Emaús, que estambién nuestra propia historia, nos ha mostrada que el agradecimiento no es una actitud obvia ante la vida. El agradecimiento necesita ser descubierto y vivido con gran finura interior. Nuestras pérdidas, nuestras experiencias de rechazo y abandono y nuestros muchos momentos de desilusión no dejan de arrastrarnos a la ira, la amargura y el resentimiento. [...]

Jesús nos dio la Eucaristía para que pudiéramos optar por el agradecimiento. Es ésta una opción que nosotros mismos tenemos que tomar y que nadie puede tomar por nosotros.
[...]

Podemos elegir dejar al desconocido que prosiga su viaje y siga siendo un extraño. Pero también podemos invitarlo a nuestra intimidad, dejarle que toque cada partícula de nuestro ser y tranforme nuestros resentimientos en agradecimiento."

Henry Nouwen, Con el corazón en ascuas, pp. 101-103.

Requiem por una bicicleta

Me la regalaron hace tan poco... vino con la ordenación diaconal, sencilla y luminosa, con la simplicidad que necesitaba. El nombre vino rápido: "La Sufrida". Pobre bici, tenía que cargar con mis (en ese momento, ya bajé diez kg) 93 sin queja y sin resuello. Sin mucho uso, la dieta me hizo sacarla a tiempo y destiempo, y nos estábamos llevando bien.


El preludio del fin fue hace una semana. El pedal se cayó mientras subía el túnel de las cuatro barreras. La llevé a arreglar, seguro de la sonrisa del dueño de la bicicletería. ¿Cómo imaginar que diez días después se repetiría el episodio? Sin bicicleterías y con el tiempo justo, la dejé encadenada confiando en volver a la brevedad. La vorágine de la pastoral hizo que ese momento se demorara hasta un par de días. Entonces me topé con la aplastante realidad, o mejor, me topé con la nada, el vacío de bicicleta, y de candado. Tuve que salir a caminar un rato para sacerme la bronca.

¡Oh experiencia, linterna que iluminas hacia atrás, qué magro es tu consuelo! Ahora sólo me queda esperar, ahorrar, y ser más prudente la próxima vez.

miércoles, agosto 09, 2006

El misterio del mal

Hace un par de meses empecé un programa en la radio parroquial, llamado "Camino para el encuentro". Son pequeñas meditaciones que acompañan la catequesis. Esta semana y la siguiente sale el tema del mal. Esto es lo que fue saliendo de mi reflexión.

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A lo largo de la historia, el ser humano se ha preguntado siempre ¿por qué pasan cosas malas? ¿Por qué el hombre elige muchas veces hacer mal a los otros, por qué el crimen, las guerras? Pareciera que la capacidad del hombre para lastimar y lastimarse no tiene límites. Más todavía nos cuestiona el sufrimiento del inocente. ¿Por qué sufren los niños, por qué las catástrofes naturales que, para colmo, parecen atacar preferentemente las zonas más desprotegidas de la tierra? ¿Por qué personas justas sufren persecución mientras que tantos culpables siguen libres de poder dañar a los demás? ¿Por qué las injusticias? Para el creyente, estas preguntas son más que planteos teóricos. En seguida nos sale cuestionarlo a Dios. ¿Qué pasó en el campo del mundo que de golpe hay semilla mala? ¿Cómo es posible? No es verdad que el misterio del mal sea más fácil de aceptar para el creyente; más bien al contrario. ¿Cómo conciliar a un Dios que es amor con la muerte injusta de tantos niños, con el sufrimiento de tantos hombres y mujeres inocentes?

Frente al escándalo que nos produce el mal, algunos eligen desterrar a Dios: Si pasan cosas malas, es que Dios no existe. Otros dicen: El mal existe, pero no es culpa de Dios. Pero entonces pareciera que Dios y el mal no tienen nada que ver, que Dios no tiene nada para decir sobre el mal.

La reacción creyente al enfrentar el escándalo del mal no debiera ser simplemente la de excusar a Dios. Como cristianos tenemos derecho a preguntarnos y preguntarle a Dios sobre el mal, porque es una parte de nuestra vida y una realidad que, por su peso y su importancia, tiene que ver también con nuestra fe. Creo que un peligro es querer buscar soluciones fáciles, o respuestas hechas. Y frente a esto, es bueno recordar que el mal es un misterio, es decir, una realidad que nos desborda, que nunca se puede terminar de explicar.

Sin embargo, Dios tiene una palabra para decir frente al mal, Dios está en contra del mal. La respuesta que Dios nos va a dar, sin embargo, no será una explicación teórica. Frente al mal, Dios se compromete: vence al mal con amor. Nosotros creemos en el Dios liberador, que siente el dolor de los demás como propio, el Dios que quiere participar de nuestras luchas y que se deja tocar por nuestros interrogantes. Animarse a preguntar es parte de la experiencia de la fe, y parte del camino para ser más libres. Como se animó a preguntar Jesús al decir “Dios mío, ¿por qué me abandonaste?”

lunes, agosto 07, 2006

Andar descalzo

Para hombres de pies grandes como los míos, poco adaptables al zapato contemporáneo, la sandalia es un oasis... y andar descalzo la tierra prometida.

Caminar sin nada entre el suelo y uno, dejar que el fresco del piso despierte al cuerpo desde abajo. Si es por el pasto, percibir que las hojas se cuelen entre los dedos. Si es en la arena, sentir como se amoldan los granos al pie. Y quizás, animarse a que el agua se arrime.

De golpe, poner los pies sobre la tierra es algo más concreto de lo que me hubiera imaginado. Y más sanador también.

jueves, agosto 03, 2006

En una misma línea...

... les dejo este texto de un libro muy interesante que estoy re-leyendo:

No puedes amar a otro si no estás empeñado al mismo itempo en la obra espiritual, hermosa pero difícil, de aprender a amarte a ti mismo. Cada uno de nosotros tiene al nivel del alma un manantial enriquecedor de amor. En otras palabras, no necesitas buscar fuera de ti el significado del amor. Esto no es egoísmo ni narcicismo, obsesiones negativas sobre la necesidad de ser amado. Por el contrario, es el manantial del amor en el corazón. Por su necesidad de amor, las personas que llevan una vida solitaria suelen tropezar con este gran manantial interior. Aprender a despertar con sus murmullos la profunda fuente interior de amor. No se trata de obligarte a amarte a ti mismo, sino de ser reservado, de incitar a ese manantial de amor que constituye tu naturaleza más profunda a surcar toda tu vida. Cuando esto sucede, la tierra endurecida de tu interior vuelve a ablandarse. La falta de amor lo endurece todo. No hay mayor soledad en el mundo que la del que se ha vuelto duro o frío. El resentimiento y la frialdad son la derrota final.

Si descubres que te has endurecido, uno de los dones que debes otorgarte es el del manantial interior. Incita a esta fuente interior a que se libere. Remueve el sarro dentro de ti a fin de que poco a poco, en una bella ósmosis esas aguas nutricies penetren e inunden la arcilla endurecida de tu corazón. Donde antes había tierra dura, yerma, impermeable, muerta, ahora hay crecimiento, color, nutrición y vida que fluyen del hermoso manantial del amor. Ésta es una de las formas más fecundas de transfigurar la negatividad que hay en nosotros.

Se te envía aquí a aprender a amar y recibir amor. El mayor don que el nuevo amor trae a tu vida es el despertar del amor oculto en tu interior. Te vuelve independiente. Ahora puedes acercarte al otro, no por necesidad ni con el aparato agotador de la proyección, sino por auténtica intimidad, afinidad y comunión. Es una liberación. El amor debería liberarte. Te liberas de esa necesidad ávida y abrasadora que te impulsa continuamente a buscar afirmación, respeto y significación en cosas y personas fuera de ti. Ser santo es hallar la propia patria, poder descansar en esa casa de comunión y arraigo que llamamos alma.

John O’Donohue, Anam Cara, pp. 44-45, Eds. Planeta.

Dejarse amar II

Me pidieron que siguiera escribiendo sobre esto... con un poco de temor a repetirme, sigo viendo qué puedo sacar de esto.

Don Físico hablaba del miedo que tenemos a no poder responder bien al amor. A veces nos da miedo amar porque ¿y si no nos sale? ¿Y si nos quedamos a mitad de camino? ¿Y si no podemos ser fieles al amor recibido? ¿Será trigo o cizaña nuestro amor? Cuando empezamos, imposible saber. Y entonces más de una amistad, relación de pareja, o cualquier otro vínculo quedan truncos antes de empezar. Segamos la posibilidad por miedo a la desilusión.

Se me ocurren dos cosas. La primera es que cómo hemos sido amados repercute en la confianza que podamos o no tener en nuestra capacidad de amar. Cuando las lastimaduras son grandes, cuando no hemos sido bien queridos, es más difícil también animarse a amar. Los huecos del amor nos van haciendo que el camino sea más accidentado. Conocer esos huecos es una tarea fundamental, pero sobre todo, llenarlos con una ternura más grande que ellos. Cuando podemos experimentar ese amor mayor, descubrimos que el amor tiene nombre de redención, de rescate. Más de uno de nosotros tendremos la experiencia de un amor que nos ha salvado de nosotros mismos, de caer en la melancolía o la desesperación. De que en las horas oscuras se nos ha tendido una mano. Alguien ha impedido que caigamos del todo en el abismo.

La segunda es que cuando somos amados, somos liberados para dar amor también. Un amor que sojuzga y no permite devolver el amor no es amor de verdad. Si no hay reciprocidad, recibir y dar, algo falla. Si el amor del otro no me hace más libre, más autónomo, algo no está bien. La gracia del amor nos da una renovada habilidad para amar. Poder decir "Yo también te quiero" es una de las experiencias más bellas que hay. Es descubrir que podemos amar, no a pesar de nuestras heridas, sino inclusive gracias a ellas, porque han sido surcos para que en ellas se cuele el don... y así aprendamos a amar. Porque lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado, como decía Bernárdez. Porque en el dolor que nos da a aveces nuestra incapacidad para amar, puede estar anidando un amor nuevo. Quizás más sencillo y humilde. Pero por eso mismo infinitamente más real.

domingo, julio 30, 2006

Sacramentos: el abrazo

La palabra sacramento, para muchos, habla de velas, iglesias, liturgias cargadas e incomprensibles, exigencias burocráticas de las jerarquías religiosas para quedar bien con Dios. Nada más lejos, sin embargo, de la realidad.
Los sacramentos, para el creyente, son signos. Signos eficaces, es decir, gestos y palabras que comunican efectivamente aquello que quieren transmitir. No son teatro, ni tampoco ritualismo. Creemos que en ellos se nos ofrece el amor de Dios hecho gracia para una situación peculiar.Esta capacidad que tienen los sacramentos se ofrecen también, de un modo distinto, en distintas realidades de la vida. Hay signos eficaces de la vida. Ritos, gestos, palabras cotidianos (y no tanto) que comunican mucho con poco.


Para mí, pocos sacramentos de ese estilo como el abrazo. Hay distintos modos de abrazar; hay gente que no sabe hacerlo, o no puede; hay otros que abrazan mal, que lastiman o buscan retener al tomar a alguien en sus brazos. Pero cuando recibimos un abrazo bien dado... es el amor hecho cuerpo, hecho firmeza y suavidad, calor y manos. Y cuando uno puede estrechar a alguien en sus brazos, afirmarlo, hacer del cuerpo hueco y refugio... hacerse guardián del dolor o del cariño del otro, porque sólo en el abrazo se pueden soltar algunos sentimientos. El dolor, la alegría, el amor grande piden el abrazo como espacio de libertad.

El abrazo del reencuentro; del perdón; el de la amistad; el de la pasión; el del llanto y el triunfo... todos nos recuerdan que de un abrazo nacimos y hacia otro abrazo vamos...



Nosotros tenemos la alegría de nuestras alegrías, y también tenemos la alegría de nuestros dolores porque no nos interesa la vida indolora que la civilización del consumo vende en los supermercados, y estamos orgullosos del precio de tanto dolor que por tanto amor pagamos. Tenemos la alegría de nuestros errores, tropezones que prueban la pasión de andar y el amor al camino ; y tenemos la alegría de nuestras derrota, porque la lucha por la justicia y por la belleza vale la pena también cuando se pierde. Y sobre todo, sobre todo tenemos la alegría de nuestras esperanzas : en plena moda del desencanto, cuando el desencanto se ha convertido en artículo de consumo masivo y universal, seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano.

Eduardo Galeano

jueves, julio 27, 2006

Dejarse amar

No hay desafío mayor que dejarse amar. Aceptar que somos radicalmente receptivos, que lo primero ha sido siempre el regalo, el don (algo dije en un post anterior sobre esto). Hay una herida en el corazón que no termina de dejarse amar, una zona que siente amenazada por el amor. ¿Por qué tenemos tanto miedo de que nos quieran? Me acuerdo de se poema de Borges: "Es el amor. Tendré que ocultarme o o que huir". Quizás porque de golpe nos descubrimos vulnerables, porque alguien ha tocado una fibra de necesidad y de golpe ese puño que es muchas veces nuestra alma se abre despacio, esperando que alguien la aferre con ternura...
La mayor tentación es pensar que no somos dignos de amor, que esa parte de nosotros que nos dice que la oscuridad es mayor que la luz en nuestro corazón es la que dice la verdad de nuestro ser. El abismo puede a veces llamar con fuerza... Y en el fondo toda herida es algo que nos ha dicho que no meremos el amor, que estamos llamados a ganarlo, a hacer algún tipo de esfuerzo artificial para conseguir aquello que debe, por su misma esencia, ser regalado.

Por eso no hay acto de fe mayor que creer (sólo en el amor se puede creer, y sólo la fe nos lleva hacia el amor, sólo la confianza); por eso quien no se deja amar, quien no se siente digno de amor, desespera. Y quien se sepa amado sabrá siempre que a pesar de todas sus miserias en él brilla una luz inextinguible.

Para disfrutar de la vida



Una de mis hermanas está estudiando para sommelier. Me parece sensacional descubrir que el gustar de ciertas cosas, aún las más esenciales, como la comida y la bebida, pide una aprendizaje. Hace falta despertar del embotamiento en que a veces se encuentra sumida nuestra capacidad de gozar y disfrutar. Saborear las cosas pide entonces tiempo, paciencia y maestros.

Por eso pensaba... ¿y si largamos una escuela de sommeliers, pero para la vida? Pedirle a gente que nos ayude a captar los distintos matices, los tonos y colores, el cuerpo y el gusto de los acontecimientos cotidianos, que a veces sentimos insípidos pero sin embargo están esperando a que nuestros sentidos y nuestro corazón estén lo suficientemente aguzados como para realmente vivirlos a fondo.

Podríamos pensar en profesores que nos abran los ojos a las minucias que sólo el auténtico sommelier capta y aprecia. Otros nos ayudarían a que la degustación no sólo se haga bien, sino con estilo, con gracia (porque la vida es buena y verdadera, pero también bella)... y los últimos cursos serían para que nos enseñen a pasar los tragos amargos y fuertes, que son los más difíciles de pescarle el gusto... pero que también nos pueden dejar lo suyo.


Al fin y al cabo, "sabor" y "sabiduría" tienen la misma raíz, ¿no es cierto? Y para el creyente, se trata de "gustar y ver qué bueno es el Señor". La verdadera sabiduría es la del que tiene la experiencia que desde los sentidos llega al corazón y se retraduce en una capacidad de vivir bien, vivir a fondo...

¡Salud!



martes, julio 18, 2006

Una historia de los Padres del Desierto


El abad Lot vino a ver al abad José y le dijo: «Padre, me he hecho una pequeña regla según mis fuerzas. Un pequeño ayuno, una pequeña oración, una pequeña meditación y un pequeño descanso. Y me aplico según mis fuerzas a liberarme de mis pensamientos. ¿Qué más debo hacer?».
El anciano se puso en pie, levantó sus manos al cielo y sus dedos se convirtieron en diez lámparas de fuego. Y le dijo:

«Si quieres, puedes convertirte del todo en fuego».


domingo, julio 16, 2006

Un haiku (¡Gracias Alemama por la inspiración!)


Para el lejano
qué frías son las nieves
si no se pisan.

Saliendo con lo puesto - 15° domingo del tiempo durante el año, ciclo B

Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: "Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa." Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Desde el principio de su misión, Jesús no estuvo solo. Los discípulos lo acompañaron. Sobre todo, hubo doce que él llamó de un modo especial para que estuvieran con él y para que luego salieran a predicar.

Estos doce vienen de tener hecho un camino con Jesús. Lo han visto predicar. Lo han visto curar. Y hace muy poco... lo han visto también fracasar. A estos doce Jesús ahora, como había planeado en un momento, los llama y los envía a predicar. Les comparte su poder, su capacidad de curar, de expulsar el mal. Los discípulos son enviados a ser, en medio de la gente, una transparencia de Jesús, una visita de Jesús en los distintos lugares a los que son enviados.


Por eso mismo, no son enviados así nomás. Hay una serie de rasgos que son interesantes para nuestra misión también hoy.

1. Lo importante es el mensaje. Jesús hace un énfasis especial en lo que no se debe llevar para la misión. Apenas algo para caminar más cómodos, es decir, para llegar bien a destino. Todo lo demás parece sobrar. Lo importante para Jesús es el mensaje. No hacen falta grandes medios y recursos, que inclusive, parece, pueden entorpecer nuestra misión. A veces nos puede pasar que pensemos que hacen falta muchas cosas para llevar adelante bien nuestra misión. Jesús nos recuerda que lo primero y principal, que el lugar donde nos tenemos que apoyar, es en nuestro vínculo con él. Lo importante es que compartimos su vida y su mensaje, y lo demás... sobra.

Nos podríamos preguntar... ¿no estamos esperando demasiadas cosas a la hora de anunciar a Jesús? ¿No pretendemos a veces demasiadas seguridades? Jesús nos invita a transmitir su Evangelio “con lo puesto”, con lo que tenemos y sabemos. Este envío no está hecho al final del Evangelio, sino en la mitad. Los doce aún tienen mucho por aprender, pero parte de ese aprendizaje va a a pasar por la misión.

2. Como Jesús, también nosotros. En el fondo, la cuestión es descubrir que estamos llamados a misionar “al estilo de Jesús”. Nuestra misión reside en vivir como él, que, con la sencillez de su vida y su palabra transmitía el reino. Para eso, como dice la segunda carta de un modo tan lindo, hemos sido elegidos: para que nuestra vida sea como una canción, una alabanza a Dios. Si arraigamos nuestra comunión con Jesús, desde ahí nos animamos a salir “con lo que tenemos”. Creo que en general el miedo y la dificultad para salir a anunciarlo a Jesús es no estar tan arraigados en él. Quizás nos falta que nuestra experiencia de Jesús sea un poco más profunda. Cuando las raíces no son profundas, sentimos la necesidad de agarrarnos de otro lado, de que nuestra seguridad y nuestra identidad pase más por cosas que por nuestro vínculo con él, por nuestro estar con Jesús.

3. Confiar que el Padre y Jesús nos acompañan. Cuando Jesús envía a los apóstoles, les dice también que va a haber gente que los va a recibir. Jesús sabe que, si bien la experiencia de la misión es difícil, y puede (y habrá) experiencias de rechazo, también habrá gente que nos recibirá. Al menos en una casa de todo el pueblo. Acá, me parece, en esta indicación, se oculta una certeza profunda: La misión la guía, antes que nada, Dios. Jesús, el mismo que nos envía, es también el que irá suscitando gente que nos reciba y acompañe. Saber que la misión es un camino realizado de la mano de Dios nos permite también ser más libres y despojados.

La eucaristía es donde una y otra vez, el Señor nos llama y nos reúne “para que estemos con él y para enviarnos a predicar”. Por eso todas las celebraciones terminan siempre con un envío. Porque no venimos acá simplemente a estar con Jesús. Sino también a encontrar las fuerzas y la certeza de que él nos guía y nos lleva al encuentro de los demás.

sábado, julio 08, 2006

Sorprendidos por el amor

Al fin y el cabo, el amor siempre nos sorprende, porque es regalo... porque es gracia, porque es don. ¿Quién podría alegrarse del todo de un amor "conseguido", o peor, comprado, adquirido? La paradoja es que queremos ser amados gratuitamente: aquello que más amamos es también aquello que no podemos buscar, sino esperar con manos abiertas. Y cuando el amor nos sorprende, tenemos esa extraña mezcla de sentimientos... la sorpresa, pero a la vez, la convicción profunda (que crece con el tiempo) de que todo, absolutamente todo nos ha llevado a ese momento. Como dice esa chacarera "cuando descubrí tu huella/ ya habitabas mi destino". Descubrimos cada vez más que el amor antes de ser desborde, ha sido un hilo de agua que serenamente ha guiado nuestra historia hasta la fuente. Y así, aún los momentos más oscuros se vuelven cauce para el encuentro de hoy.

martes, junio 27, 2006

Y todo terminará bien

Releyendo la Revelación del amor divino de Juliana de Norwich, una mística inglesa del Siglo XIV, vuelvo a maravillarme de uno de los pasajes más conocidos de esta espiritual relativamente ignota, al menos para estos parajes argentinos. En un momento de su obra dialoga con Jesús crucificado, y le pregutna por el sentido del pecado. ¿Por qué Dios no frenó de antemano el pecado? Así todo hubiera terminado bien. Y Jesús entonces le contesta:

"Es verdad que el pecado es la causa de todo este dolor, pero todo terminará bien, y todo terminará bien, y todas las cosas terminarán bien". Dijo esto con tanta ternura, sin echarme la culpa a mí o a nadie más...


Al mismo tiempo que leí estas frases por primera vez, recibí una estampa con la imagen del crucifijo que está en el castillo de la familia de S. Francisco Javier. Este crucifijo tiene una particularidad: en él, Jesús sonríe. No puedo evitar pensar que es la sonrisa de saber que, en la Pascua, Dios se ha asegurado que "todo terminará bien". Cuando la angustia me asalta, cuando mi futuro se hace incierto, me repito estas palabras que Juliana pone en boca de Cristo, recuerdo la imagen... y yo también sonrío.


lunes, junio 26, 2006

Color Esperanza

El tiempo durante el año empezó hace dos semanas, pero este es el primer domingo que se nota más, porque las fiestas de Trinidad y Cuerpo y Sangre del Señor prolongan un poquito más el clima pascual. Mañana posteo "las sobras de ayer", esto es, un apunte sobre los textos del domingo (por si alguien quiere recalentar en microondas en algún momento de hambre o desea picotear algo en la semana).

Me gustó ver hoy a la Iglesia una vez más de verde. Nos toca volver a lo cotidiano con un espíritu renovado, subirse a la barca, andar los caminos del día a día con Jesús de Nazaret, iluminados, sí, por la Pascua, pero en lo concreto del camino que nos toca ahora. Por eso el verde: el color de lo que ya empieza a ser, pero todavía no.. el color de lo que falta aún madurar. Pero por eso mismo, también un color de esperanza. De lo que empieza a crecer pero aún no es cosecha. Será cuestión de descubrir, ahora, donde está empezando a hacerse Pascua nuestra vida, donde empieza a haber brotes de Evangelio en medio del trajín diario.

sábado, junio 24, 2006

Corazón de Jesús

Dame, Señor, la gracia de ser
el hombre con el corazón traspasado,
única forma de ser tu sacerdote.
Karl Rahner


Ayudame a mirar más hondo, a percibir dónde la vida se está haciendo Pascua en medio de la muerte, a encontrar tu verdad que puja hacia la luz, a que la gente descubra que vos estás con ellos, caminando a su lado... partir el pan será ayudar a que te reconozcan.
Enseñame las palabras del amor, las que tocan el alma para hacerse vida y abrazo, las que dan luz porque son tuyas y llevan el acento del cielo. Que pueda regalarme y regalarte en cada una de ellas. Cada caricia será tuya, cada mirada un reflejo.
Belleza escondida, que tocás a la puerta en la hora oscura, para que la roca se haga una vez más manantial... corazón ardiente, todo para Dios, todo para los hermanos... que pueda vivir en tu corazón, que me atreva a dejar traspasar por el amor y el dolor, el tuyo y el de los hermanos... que no tenga miedo de vivir con el corazón expuesto, como lo hiciste vos. Misterio de fuego, hoguera de cruz y amor, corazón ardiente, corazón amigo, cada latido amor entregado... en vos confío, con vos me animo, por vos me entrego.

Para avivar la esperanza

Estoy releyendo por enésima vez la "Meditación para tiempos difíciles" del Cardenal Pironio. Es uno de los textos más bellos que he leído en mi vida. Transcribo nomás dos pedacitos de esta pequeña obra que parece haber sido escrita esta misma mañana después de leer los diarios.

"Pero hoy hacen falta más que nunca profetas de esperanza. Verdaderos profetas -hombres enteramente poseídos por el Espíritu Santo- de una esperanza verdadera. Es decir, hombres desinstalados y contemplativos que saben vivir en la pobreza, la fortaleza y el amor del Espíritu Santo, y que por eso se convierten en ardientes y serenos testigos de la Pascua. Que nos hablan abiertamente del Padre, nos muestran a Jesús y nos comunican el don de su Espíritu."

"Jesús no anula los tiempos difíciles. Tampoco los hace fáciles. Simplemente los convierte en gracia."

domingo, junio 18, 2006

En la fiesta de María

Recientemente me regalaron un par de imágenes de la Virgen hechas por carmelitas del Japón en el estilo del arte local. Una de ellas me suscitó la siguiente reflexión. Es un cuadro de María invocada como "causa de nuestra alegría".

En las manos de María está Jesús, nuestra alegría verdadera, aquella que nadie nos podrá quitar. La presencia de María es portadora de alegría porque es portadora de Jesús. Así como en la visitación Isabel y Juan Bautista se alegran porque con María viene también Jesús, más de una vez la alegría es signo de una presencia escondida de Jesús. Los que creen, como Isabel, intuyen detrás del gozo...

María sabe de la alegría en clave cristiana, que siempre será en clave pascual. Es la alegría que sabe convivir con el dolor, con la inquietud, porque abreva en la certeza de que Dios nos ama y no nos abandona, pero tampoco nos adormece. El gozo cristiano es un gozo realista. Es la canción cosechada después de regar con lágrimas. El gozo de María es el de haber parido a Jesús para el mundo y parir después su fe de discípula entre las oscuridades de la cruz, donde se gestaba el nuevo nacimiento de los hombres, que ella recibía como Madre en la figura del discípulo amado y que estallaría en Pentecostés. Una y otra vez, el Espíritu guió a María hacia la confianza en la fidelidad de Dios, para quien nada es imposible. El Espíritu, cuyo fruto es el amor y la alegría.

María hoy intercede por nosotros para que podamos vivir ese gozo, esa alegría profunda porque tiene sus raíces en el misterio de la Pascua, y por eso mismo brota en el seno de la oscuridad, donde muchas veces se está formando la alegría del mañana.

sábado, junio 17, 2006

Un icono de la oración

El hombre que aparece en esta foto es Pedro Arrupe, quien fuera superior general de los jesuitas antes del actual, Hans Kolkenbach. Vivió muchos años en Japón (estuvo allí cuando cayó la bomba atómica), y de allí tomó el gustó de rezar en la postura acostumbrada por los orientales. Me encanta esta foto. No sólo por ser de alguien a quien admiro y leo. Sino por la belleza de su simplicidad. Los zapatos a un costado; la sotana; el rostro tierno y sereno; las manos abiertas hacia abajo; la luz misma discreta; y la cruz insinuada por el panel, detrás del cual espiamos el misterio que siempre es el encuentro del otro con Dios. Además, es un icono de encuentro: un occidental rezando como oriental; un cristiano en postura budista. Pero, quizás lo que más me gusta de esta imagen es que me despierta un deseo enorme de orar, de abrirme en silencio a la brisa suave, de beber sorbitos de amor, serenidad y comunión. Como haría el P. Arrupe.


jueves, junio 15, 2006

No me pude resistir

Tener un ninja en el blog es un pequeño modo de cumplir un sueño de la infancia. ¿Cómo resistirme? ¡Gracias Xavmp por el dato!

Ninja!

Anticipo del cielo


Éste es el salón de lectura del British Museum. Lo encontré navegando y flasheé. No digo que mi cielo sea sólo esto (habrá también gente querida, picadas eternas, acequias, buena música...). ¡Pero tiene que haber un salón que sea por lo menos así de bueno!


miércoles, junio 14, 2006

Sobre los ritos

Hace un tiempo leí una frase que me gustó mucho (si mal no me acuerdo era de un psicólogo llamado Schellenbaum): "la cabeza siempre pide algo distinto, pero el corazón siempre quiere lo mismo". Hoy por momentos pareciera que estamos entonces viviendo más desde la cabeza que del corazón, y quizás por eso, en parte, hay tanto vacío emocional... ¿no hay demasiada gente ya buscando aferrar el agua con las manos, buscando saciarse en cisternas agrietadas, como decía Jeremías?

Lo interesante es que esta frase estaba en un libro sobre los ritos (no sólo los ritos religiosos, sino los ritos en general). El rito responde a esta necesidad profunda del corazón humano. Su valor consiste justamente en su repetición. Attenti, sin embargo, porque la repetición no es mecánica, sino consciente y natural, es decir, hecha como algo que brota de lo profundo de tal modo que parece ser casi espontáneo. Por paradójico que suene, esta naturalidad no se obtiene en la mayoría de las veces sino con un cierto esfuerzo y dedicación, como cuando vemos a un pianista desplegarse sobre el piano y parece que tocara esa misma pieza desde que nació, sin poder intuir el trabajo detrás de esa ejecución.

Es sumamente sanador descubrir esos ritos como espacios donde recobramos sentido, donde la realidad gana en densidad, donde nos abrimos a una comprensión y una experiencia más profunda de nosotros mismos, de nuestra historia, de los demás y también de Dios. Y es justamente su repetición la que hace que uno entre progresivamente en su riqueza y en el propio hondón.

Habrá ritos más cotidianos y otros reservados a los momentos nucleares de la vida, pero aún estos últimos necesitan algún tipo de actualización o recordatorio para que no los olvidemos, para que sigamos abrevando en la riqueza que nos regalan.

Un par de textos que recomiendo para profundizar en este tema son El gozo de vivir. Rituales que sanan, de Anselm Grün, y releer el diálogo con el zorro del Principito de Saint-Exupéry.

martes, junio 13, 2006

Después de ver "Los Coristas"...

... me vuelvo a maravillar del enorme poder de la belleza para tocar el corazón humano, para sacar de él lo mejor que tiene de sí. No a la fuerza, sino enamorando, despertando las fíbras más profundas del alma que a veces el dolor y la traición de la confianza han ocultado para resguardarlas, a la espera de que la belleza venga a su rescate.
Como dice el "Himno a la Noche" de Rameau, que en un momento de la película los chicos entonan, "¿Hay una verdad más dulce que la esperanza?".
Probablemente tuviera razón Dostoievsky cuando dijo que "sólo la belleza salvará al mundo".

lunes, junio 12, 2006

Un Dios enamorado

Como hace muy poco me mudé a mi flamante parroquia (estuvimos de obra), estos días me tuvieron ocupado en el desempaque y organización de mi biblioteca, oportunidad excelente para leer párrafos amados y encontrarse con viejos amigos. Cuando terminé de leer mi post sobre la Trinidad, me di cuenta que en un momento había escrito que los Tres están "enamorados de lo que han creado". Esa expresión tan linda no es mía, sino de Sta. Catalina de Siena (le debo un post desde el 29 de abril que ya está viniendo). Y la saqué de esta parte de su opera magna, que es "El Diálogo":

¡Oh Padre eterno, fuego y abismo de caridad; eterna belleza, sabiduría eterna, bondad eterna, clemencia, esperanza y refugio de los pecadores; generosidad inestimable, eterno e infinito bien; amor loco! ¿Es que necesitas de la criatura? Eso me parece, puesto que obras como si no pudieras vivir sin ella, siendo así que tú eras la causa de su vida, pues la vida de todas las cosas depende de ti y sin ti nadie vive. ¿Cómo has enloquecido de este modo? Porque te has enamorado de lo que has creado, te has complacido y alegrado por causa de ella. Como embriagado andas buscando su salvación, cuando ella te huye. Tú las vas cercando; ella se aleja y tú te acercas a ella. No podías acercarte más que tomando su humanidad.
¿Y qué diré? Haré como un balbuciente: Diré "A, a, a", porque no sé qué otra cosa decir, pues la lengua finita no puede expresar el afecto del alma que infinitamente te desea.

El Diálogo, n. 153.

sábado, junio 10, 2006

Homenaje a "Campo M"

La misa había terminado tarrde y cuando salió al atrio había poca gente y el frío se llevaba a los últimos... algún que otro valiente se animaba a seguir conversando, y se prendió a charlar. Ni escuchó cuando de atrás se le acercó un grupo de gente. Cuando uno de los que estaba charlando con él miró por encima de su hombre se dio vuelta y encontró a dos mujeres y algunos chicos. Antes de escucharlos hablar ya sabía que eran peruanos, en el barrio había muchos.

- Padre tiene que venir a bendecir nuestra casa, dijo una de las mujeres, la más anciana.
- Claro, contestó él, perá que agarro la agenda y arreglamos, así...
- No, Padre, tiene que ser ahora, por favor... Antes que se haga muy de noche.
Los ojos mostraban una urgencia que no llegaba a la voz. Asintió, buscó rápido su Biblia y su hisopo con agua bendita y salieron.

Eran nuevos en el barriio y acababan de conseguir una casa, muy barata, muy buena y muy rápido. El tema era que el dueño anterior se había suicidado. Y algo no se sentía bien allí.

Él se puso un poco nervioso, sin saber por qué. Hasta ahora, casi siempre que tenía una bendición era por algo raro: "me hicieron un trabajo", "el dueño anterior era brujo", "me parece que alguien me quiere hacer daño". Pero acá había algo más, algo verdadero. O quizás era el frío, la noche en el barrio que hacía todo un poco más amenazador... Se repitió a sí mismo esto último y entró en la casa.

Adentro había más familiares, todos silenciosos y de pie. "Parece un responso sin muerto", pensó. No procuró sonreír ni siquiera saludar demasiado efusivamente. La atmósfera era... densa, no había otro modo de describirla.
Empezó a rezar y salpicó las paredes con agua bendita. Ya estaba guardando la Biblia cuando la mujer le dijo:

- Espere, Padre, tiene que venir al lugar donde él se suicidó. Por favor.

Salieron a un jardín maltrecho que tenía contra una de las medianeras un cobertizo grande. Entró, ella lo seguía.

La densidad aquí aumentó... algo lo hacía casi palpar el aire. Una presencia, como si el aire fuera viscoso e intentara ahogarlo... como si algo latiera aún, o murmurara desde algún recodo del lugar.

Le dijo a la mujer que rezaran por este hombre, por todos los de la casa. Dijo una oración por los difuntos y el agua bendita se derramó generosamente por el cobertizo.

Cruzó la puerta saludando apurado a cada uno, y caminó solo, desgranando un par de oraciones por esa gente, intentando olvidar.

Para la fiesta de la Trinidad


La fiesta de la Trinidad es una de las solemnidades que más me gusta del año, y, lamentablemente, me parece que una de las más descuidadas... los curas más de una vez no saben qué decir, y más de uno se pierde en peroraciones teológicas (como las del prefacio de la fiesta, que es lamentable).
Y sin embargo, ¡acá estamos tocando el corazón de nuestra fe, de nuestra identidad cristiana! Creer que Dios es Trinidad es entender que el hombre está llamado a la comunión, al encuentro, a la donación de sí... porque todas estas cosas son el mismo ser de Dios, del cual somos imagen y semejanza.


Nada puede agotar este misterio. Siempre nos valemos de símbolos (¿quién podría definir el amor?), que son imperfectos pero los necesitamos porque el dinamismo del amor nos lleva siempre a expresarnos (¿quién podría expresar el amor sin gestos y palabras, por más que estos nunca terminan de plasmar lo que sentimos?). Aquí muestro una imagen que me gusta mucho y que se va haciendo más conocida. Surfeando la red descubrí que la hizo una monja alemana dominica llamada Caritas Müller (desconozco si la idea original es de ella). Yo tengo la suerte de verla adornar la capilla del Santísimo del templo de mi parroquia.




En el centro está el hombre. La Trinidad pone al hombre en el centro, enamorada de lo que ha creado... el hombre está herido, medio muerto... pero la misericordia de la Trinidad lo recibe.

A la derecha está el Padre, abrazándolo y besándolo como el padre misericordioso de la parábola (Cf. Lc 15). Toda la humanidad entra en este abrazo tierno.


A la izquierda está el Hijo. Jesús lava los pies y los besa. Las llagas nos muestran que es el Resucitado. Por la Pascua de Jesús sabemos que Dios está de parte del hombre que sufre, y que la Trinidad "ha venido a nuestro valle" para compartir nuestro dolor y llenarlo con su presencia.

Arriba está el Espíritu Santo, paloma y fuego a la vez, a punto de entrar en el corazón del hombre para resucitarlo y darle vida eterna, la vida que sólo Dios puede dar... la vida que es estar en comunión con la Trinidad y con todos los hombres...

Que la Trinidad nos enseñe a vivir "a su estilo", en comunión y diversidad, en misión y unidad permanente y gozosa.

jueves, junio 08, 2006

Un texto de Anselm Grün

"Mis manos fueron ungidas en mi ordenación sacerdotal. El óleo no es sólo un símbolo del Espíritu Santo, sino también de la ternura de Dios. Mis manos siempre me recuerdan que debo compartir el amor de Dios. No se trata de tenerlo todo siempre a punto, de organizar la parroquia estupendamente, sino de acercarse a los hombres con ternura y transmitirles que las manos de Dios son buenas manos. Dios ha escrito los nombres de los hombres en mis manos y mi nombre en las suyas.

A menudo siento que mis manos están vacías: no tengo nada que ofrecer. No entiendo el misterio de Dios, no me entiendo a mí mismo. Y, sin embargo, mis manos deben dar. Sólo pueden dar lo que reciben una y otra vez. Me consuela saber que incluso con mis manos vacías soy capaz de dar; sólo las manos vacías pueden recibir lo que Dios deposita en ellas sin descanso. No obstante, es doloroso no tener "nada" en las manos. Las palabras que predico en mis sermones no parecen reales; no las puedo repetir, pues suenan huecas. Lo que he aprendido, se me escapa entre los dedos. No cosecho éxito alguno en mi trabajo. La experiencia de muchos sacerdotes es dolorosa, porque a pesar de tener las manos cansadas de tanto bregar, la iglesia está cada vez más vacía. Yo creo que ser sacerdote significa presentar incesantemente a Dios la propia impotencia y alzar ante él las manos vacías. Con todo, creoque mis manos ungidas son un signo de esperanza, ya que transmiten la bendición de Dios aunque ellas no la experimenten, porque Él no es propiedad de mis manos."

El orden sacerdotal, pp. 51-52.

viernes, junio 02, 2006

Ven Espíritu Santo


Somos tierra reseca, garganta sedienta, estepa y glaciar, soledad y mudez.
Sólo vos podés transformarnos, convertirnos....
Artesano de lo humilde, tejé con nuestra pobreza las redes de la Iglesia, pintá el rostro de Cristo en la comunidad.
Agua viva, hacé que despierten las semillas del Verbo escondidas en el mundo.
Fuego sagrado, despertá en nosotros el ardor de la entrega, hace de nuestra vida ofrenda permanente.
Como antes, más que antes...¡te invocamos!

Sólo el amor salva

Cada día estoy más impresionado de descubrir, al mismo tiempo que la enorme capacidad del ser humano para hacerse mal y hacer mal a los demás, su más increíble capacidad para amar y remontar historias de vida durísimas que cualquier cálculo humano diagnosticaría como desahuciadas. Cada historia única, sagrada, con su complejidad (a veces enorme complejidad) y sus heridas. Pero siempre hay un punto en común. Todas estas historias, todas estas personas, todas estas heridas cambian su rumbo cuando aparece el amor. Lo único que cambia la orientación hacia la tragedia de tantas existencias... es que en algún recodo del camino aparezca una persona que las quiera, que las ame. Y entonces todo da un giro de ciento ochenta grados.

Lo que no logra el miedo, el poder o la plata, lo logra el amor, con mucho menos. El amor salva. Sólo el amor salva.


viernes, mayo 19, 2006

Reencuentro con una vieja amiga

Buscando entre los distintos estantes de la librería parroquial, se dio el reencuentro. Ella estaba igual de linda y vital que siempre, y aunque hubiera pensado que el tiempo habría amenguado los sentimientos, volver a escucharla fue sentir la emoción de alegría y frescura que se siente en la conversación con el amigo o la amiga, sobre todo cuando éstos tiene la capacidad de poner en palabras las propias búsquedas, los deseos, y a la vez, son capaces de interpelarlos y llevarlos más allá.

Así me sentí cuando entre esos estantes apareció La alegría de creer, de Madeleine Delbrêl, libro que regalé hace unos años y que no había podido encontrar... hasta ahora.

Madeleine fue una joven atea francesa convertida al cristianismo después de un largo proceso que comenzó con la entrada de su novio a los dominicos. La vida la llevó a un camino de inserción entre los obreros marxistas de su época, en un estilo muy parecido al de la familia religiosa de Charles de Foucauld (de quien ella y sus compañeras eran admiradoras).

Creo que Madeleine es una contemplativa de aquellas que han sabido encontrar una senda para el encuentro en nuestra ajetreada existencia contemporánea, y tiene además la gracia de poder decir las cosas con una sencilla belleza... sus palabras, como las del Hermano Roger, las de Jean Vanier, o las de la M. Teresa, tienen una cierta... digamos, sacramentalidad. Logran comunicar no sólo la luz de una intuición, sino la calidez de una experiencia. Son palabras que hacen gustar e invitan a entrar más hondamente en la espesura. Yo la recomiendo: algunos de sus libros, como éste que nombre o Las comunidades según el Evangelio, se pueden conseguir en castellano. Lo demás, supongo que en francés. Les dejo algo para que se tienten:

Bienaventurados los pobres de espíritu,
... porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Ser pobre no es interesante:
todos los pobres son de esta opinión.
Lo interesante es poseer el Reino de los Cielos,

pero sólo los pobres lo poseen.

Así que no piensen que nuestra alegría consiste
en pasar nuestros días vaciando nuestras manos,

nuestras cabezas, nuestros corazones...

Nuestra alegría consiste en pasar nuestros días
haciendo sitio en nuestras manos,
nuestras cabezas y nuestros corazones al Reino de los Cielos que pasa.

Pues es asombroso saberlo tan próximo,
saber que Dios está tan cerca de nosotros;

es prodigioso saber que su amor es posible
de tal manera en nosotros y sobre nosotros

y no abrirle la puerta,

única y simple,

de la pobreza de espíritu...


de Alegrías procedentes de la montaña

martes, mayo 16, 2006

Un cansancio feliz

Hay un cansancio distinto de los otros, un agotamiento tremendo, terrible... pero que está acompañado de una alegría que es inversamente proporcional a él. Debe ser lo que sienten los bomberos tras horas de luchar contra un incendio y ver que se apaga la última llama; el periodista al apretar "send" y mandar su artículo que le pidió una y mil correcciones hasta quedar bien; el médico al dar el último punto de sutura a una operación larga y exitosa... Hoy creo que vivo un poco de ese cansancio, que he tenido la alegría de vivir varias veces... ¿quién se iba a imaginar que el estar agotado puede ser también un pequeño anticipo del cielo?

lunes, mayo 08, 2006

Recuerdo del Jueves Santo


Repasar fotos puede volverse un momento casi sacramental... lo vivido se actualiza en el recuerdo y toca el corazón una vez más. Me pasó viendo el CD con las fotos del Triduo en la comunidad. Cuando todos habíamos comulgado, y un profundo silencio inundaba la Iglesia, el párroco dijo:


- Miren qué linda imagen. Todos unidos... y Jesús en el centro.


P.D.: ¡Gracias ecazes por la edición de la foto!

domingo, abril 30, 2006

Nocturno

I have been one acquainted with the night.
Robert Frost

Me encanta la noche... la oscuridad trae consigo la apertura de los otros sentidos... el cansancio de la mente deja espacio para que el corazón esté más libre, por eso la noche tantas veces es el espacio para la confidencia, el amor, la oración. Por algo los antiguos monjes recomendaban guardar vela para orar. Es el tiempo del silencio, donde los sonidos que durante el día se entremezclaban en el barullo ahora tienen su tiempo para hacer un solo.

Caminar en la noche es descubrir que cada paso tiene peso, que cada movimiento debiera tener una cadencia y una sutileza que el día en su velocidad ignora pero que la noche no puede tolerar.

También es cuando el dolor se siente más hondo. "Por las noches la soledad desespera" y "te pone loco... rogando entrar en los confines más oscuros", canta Bersuit Vergarabat. Pero por eso mismo, creo que en la noche bajan las barreras y uno está más dispuesto a pedir ayuda, a buscar el encuentro. La noche nos vuelve más vulnerables, más atentos, más alertas...


Quizás por todo esto, como decía una película, la noche tiene "el aroma de otro mundo". Después de todo, si bien Jesús aparece resucitado de día, el acontecimiento de la resurrección, ¿no fue en la noche? ¿en el momento en que la oscuridad y el frío reinan pero por eso mismo uno intuye que el alba está a punto de llegar? Quizás por todo esto, aún hoy, los cristianos se reúnen antes del amanecer para orar. Porque saben que, como dice uno de los himnos de Completas, "la noche es tiempo de salvación". Toda noche puede serlo.



¡Oh noche que guiaste!
¡oh noche amable más que el alborada!
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

jueves, abril 27, 2006

El Rock habla de Dios II

Hay canciones que hablan de Dios "por defecto", es decir, reflejan una presencia por ausencia. Son un grito que a veces parece no tener destinatario, o un insulto que, en el fondo, está esperando que alguien recoja el guante. Sobre todo, me parece, hay muchas canciones que reflejan una soledad en búsqueda de una comunión.
Quizás a algunos encuentren un poco extraño esto de la "presencia por ausencia" en ciertas obras literarias o musicales. Pero la Palabra de Dios nos deja abundantes testimonios de la experiencia de la aparente ausencia de Dios, que se traduce en oración:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?
Te invoco de día, y no me respondes,
de noche y no encuentro descanso,
y sin embargo tú eres el Santo,
que reinas entre las alabanzas de Israel. (Sal 22, 2-4)

Yo invoco tu ayuda, Señor,
desde temprano te llega mi plegaria.
¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué me ocultas tu rostro? (Sal 88, 14-15)

La diferencia con los temas de hoy es la búsqueda y la mención explícita de Dios... el anhelo es el mismo. Por ejemplo, cuando en el tema de Green Day, Boulevard of Broken Dreams, dice:

My shadow's the only one that walks beside me
My shallow heart's the only thing that's beating
Sometimes I wish someone out there will find me
Til then I walk alone

My sombra es la única que camina junto a mí
My corazón hueco es lo único que late
A veces desearía que alguien allá afuera me encuentre
Mientras tanto, camino solo.
O como dice también La Renga en la Balada del Diablo y la Muerte:

Estaba el diablo mal parado en la esquina de mi barrio
ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos.
Al lado de él estaba la muerte, con una botella en la mano me miraban de reojo
y se reían por lo bajo.
Y yo que esperaba no sé a quién, al otro lado de la calle del otoño
una noche de bufanda que me encontró desvelado,
entre dientes oí a la muerte que decía así:
Cuántas veces se habrá escapado, como laucha por tirante
y esta noche que no cuesta nada, ni siquiera fatigarme,
podemos llevarnos un cordero, con solo cruzar la calle.
Yo me escondí tras la niebla y miré al infinito,
a ver si llegaba ese que nunca iba a venir.
Sobre todo en el tema de la Renga la referencia a Dios es muy obvia, aunque nunca se lo nombre y aparentemente tampoco se lo espera. La lista de temas podría multiplicarse al infinito... para mí lo interesante es descubrir la pregunta, la búsqueda que hay en estas canciones. A alguno les podrá parecer un poco blasfemo este estilo de lanzar botellas al mar en búsqueda de una respuesta... pero para mí son gritos que siguen esperando que alguien los escuche, como han gritado Job y los enfermos en la Biblia... la bronca, la experiencia de desamparo, de injusticia, también pueden volverse oración. Aquí, en estas canciones, no está totalmente planteado así. Pero tampoco está cerrada la puerta. ¿Quién sabe? Tal vez en algún momento, también aquí se de el encuentro...

lunes, abril 03, 2006

El rock habla de Dios

Me gusta mucho el rock, el hip-hop y todo lo que en general es música contemporánea. Me parece que si uno escucha las letras encuentra una sensibilidad, un anhelo, un deseo de plenitud, de encuentro, que a veces parecen un verdadero grito a Dios. Hay artistas con una mentalidad religiosa, como U2 (hoy tomo la letra de una de sus canciones). Otros que aparentemente no lo son pero que sin embargo muestran en las búsquedas que tienen sus canciones un camino que puede llegar hasta Dios. No todos los temas de rock son poesía, pero muchos sí. Y como dice Karl Rahner

... el cristiano, para saber oír la palabra cristiana del mensaje de Dios, tiene que estar agraciado para oír una palabra. ¿Qué palabra? Tiene que saber oír la palabra mediante la cual el misterio silente "se presencia". Tiene que saber percibir la palabra que toca certeramente el corazón en su entraña más honda. Tiene que estar iniciado en la gracia humana de oír la palabra que une recogiendo, y la palrba que es, en medio de su propia y clara finitud, la corporeidad del misterio infinito. Ahora bien, ¿cómo se llama tal palabra? Esa palabra es la palabra poética. Ese saber-oír es el haber-oído de la palabra poética, a la que el hombre se entregó con humilde prontitud hasta que se le abrieron a ella los oídos del espíritu y le entró en el corazón.("La palabra poética y el cristiano", en Escritos de Teología VI, Taurus)

Es decir que cuando sabemos descubrir que en las palabras de la poesía late un misterio, quizás innominado para el que la escribe, pero que nosotros sabemos que se llama Dios, sólo entonces podemos recibir apropiadamente la palabra del Evangelio. Sólo cuando nuestra vida tiene una cierta hondura, un cierto anhelo, podemos recibir a Dios. Y en la música, en la poesía de hoy, desgarradora y brutal como puede sonar muchas veces, no deja de percibirse más de una vez (junto con otra música y literatura barata), la palabra mediante la cual se hace presente el misterio.

Yo he encontrado puentes a la oración en distintas canciones de rock que no me han podido dar unos cuantos libros "espirituales". Quizás para otros también sea así. O si no, podrá ser al menos la oportunidad de entender el deseo y el modo de expresar ese deseo de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los más jóvenes.

Hoy me animo con un temón de U2, donde la referencia religiosa es más obvia.

**********

Grace, she takes the blame
She covers the shame
Removes the stain
It could be her name

Grace, it's the name for a girl
It's also a thought that changed the world
And when she walks on the street
You can hear the strings
Grace finds goodness in everything

Grace, she's got the walk
Not on a ramp or on chalk
She's got the time to talk
She travels outside of karma
She travels outside of karma
When she goes to work
You can hear her strings
Grace finds beauty in everything

Grace, she carries a world on her hips
No champagne flute for her lips
No twirls or skips between her fingertips
She carries a pearl in perfect condition

What once was hurt
What once was friction
What left a mark
No longer stings
Because Grace makes beauty
Out of ugly things

Grace makes beauty out of ugly things

Grace, by U2


La letra de esta canción es espectacular. Juega con la imagen doble de Grace como una mujer pero también como la acción de Dios, es "un pensamiento que cambió el mundo". Sobre todo me gusta la última estrofa, cuando dice que "lo que una vez fue fricción, lo que dejó una marca, ya no duele, porque Grace ("gracia") hace belleza de las cosas feas". Y así es la gracia, el amor de Dios: crea belleza, sana, transfigura. Jesús es el mejor ejemplo. El resucitado no deja de tener las cicatrices, las marcas, pero estas ya no duelen, están transformadas por la gracia. No eliminadas, transformadas desde dentro. El amor ha hecho de las heridas del odio la fuente para que el amor corra libremente. La gracia ha transformado la fealdad en belleza, la belleza más grande.

Así vemos que la gracia no actúa como un maquillaje. Es la obra de Dios, amando desde dentro de nuestra experiencia de dolor humano, de nuestras ausencias y pecado. Así como Dios creo por amor el mundo sacándolo del caos (porque lo importante para la Biblia no es que Dios crea "de la nada", sino que es el que pone luz y orden en el caos), la gracia toca la fealdad y la herida que duele en nuestro interior... y transforma en luz la oscuridad. Cuando la gracia toca nuestro corazón, estamos al principio de la creación una vez más. Por eso el salmista decía "Crea en mí un corazón puro". En hebreo está usando el verbo bará, que es el verbo crear pero reservado a la acción gratuita y salvadora de Dios, que interviene directamente, sin mediaciones. Es la experiencia de ser perdonado en Jesús, y ser, justamente "una nueva creación". Es la experiencia de la gracia.

domingo, abril 02, 2006

En el umbral de la Pascua (5° Domingo de Cuaresma)

Estamos en el umbral de la Pascua. La aparición de los griegos, de gente que viene de lejos para encontrarse con Dios, la cercanía de la fiesta de la liberación son un signo para que Jesús se de cuenta que llega la hora, el momento de que Dios manifieste su gloria, su amor salvador, su presencia.

Pero esta “hora de gloria” no viene como se la imagina la gente. La gloria, la manifestación de Dios, la manifestación del poder y el amor de Dios va a ser en la cruz. Dios no va estar nunca tan cerca del hombre; Dios no va estar nunca tan escondido para el que no tiene una mirada de fe, una mirada profunda.

Este modo de actuar de Dios, tal como nos lo presenta Jesús, rompe nuestros esquemas mentales sobre cómo es Dios. Dios no es una soledad que permanece ajena a nuestro dolor, a nuestra situación. Al contrario: Jesús va a ser ese grano de trigo que se entierra para dar fruto abundante. Jesús va a solidarizarse con nuestro dolor y nuestras búsquedas para que desde ahí nosotros tengamos vida. El modo de actuar de Dios pasa por la entrega, por darse, morir para que tengamos vida.

Hoy vivimos en un mundo que nos dice “da hasta acá”. Aunque hay abundancia de recursos, de posibilidades, pareciera por momentos que cada vez tenemos más miedo de una entrega de corazón, que todo lo que es darse por entero asusta, nos da miedo sentir que si nos entregamos nos destruimos, nos perdemos en esa entrega.

Jesús, en cambio, sabe que ésta, la hora de su muerte, es su hora. Está la angustia que uno siente siempre frente a estos momentos decisivos, pero él sabe que en este momento “guardarse” es quedarse solo. Porque eso es lo que le pasa al que no entra en la lógica del amor de Dios: se queda solo.

Y Jesús nos invita a hacer esta experiencia de donación, de entrega total. “El que quiera servirme que me siga”, es decir, el que quiera ser discípulo de Jesús tiene que vivir esta misma experiencia, entrar en este movimiento de entrega, que supera toda lógica.

De eso se trata la Pascua. A veces el riesgo con Semana Santa es que pensemos “vamos a ver qué le pasa a Jesús”. ¡Y no se trata de eso! Las celebraciones no están para “acompañar a Jesús”; son el camino para que Jesús nos acompañe a nosotros, para que descubramos una vez más que estamos llamados a morir y resucitar, para que él una vez más nos haga recorrer este camino, para descubrir que estamos llamados a entregarnos como él por los demás, para dar fruto.

Semana Santa no es que Jesús lo hace todo y nosotros nos quedamos sentados: es entrar en comunión con la pascua de Jesús para que nosotros podamos entregarnos también. Nosotros podemos hacerlo porque él lo hizo primero. Jesús es quien nos abre un espacio para que podamos darnos por entero, para que, recibiendo su amor, podamos entregarnos de corazón, sin miedo a perdernos ni destruirnos porque nuestro corazón está marcado por una alianza eterna, porque sabemos que estamos para siempre unidos al amor de Dios. Podemos entregarnos sólo porque somos atraídos por el amor de Dios manifestado en la cruz.

Hoy celebramos la comida de la nueva alianza, la fiesta de Jesús que entra en nuestros corazones para que nosotros también podamos entregarnos por los demás. Dejémonos atraer por él, para que, afianzados en su amor, podamos darnos por completo a los demás.

miércoles, marzo 29, 2006

"Recibieron gratuitamente, den también gratuitamente"

No hago comentarios personales en mi blog, por lo menos en general. Pero en este caso la alegría era tanta y las ganas de contar un poco lo que se siente el paso de Dios por la vida que escribir sobre esto era una necesidad impostergable.

Este último viernes me ordenaron diácono al servicio de la Iglesia de San Isidro, junto con dos compañeros más. Todavía estoy decantando todo lo que viví. Pero la primera sensación es la de "llegar a casa", de estar donde quiero estar. En ese sentido, llegar a la ordenación y empezar a vivir el ministerio es empezar a vivir lo que siempre quise, para lo que me preparé en estos años de seminario y que, al menos en cierta medida, ya estaba viviendo. Pero por otro lado la novedad es total... porque es un regalo de Dios, y por eso siempre es gracia, siempre desborda, siempre sorprende. Más no puedo decir sobre esto, porque... ¿qué más se puede agregar?


Al preparar la celebración, elegimos el lema "Recibieron gratuitamente, den también gratuitamente" (Mt 10,8). El viernes comprobé una vez más que uno piensa que elige la Palabra, pero es la Palabra en realidad quien nos elige y "nos dice". En la misa se me hizo palpable todo lo recibido: todo el amor de Dios manifestado en una innumerable cantidad de personas que me han marcado con su cariño (desde mis papás hasta personas desconocidas que, sin embargo, han rezado por mí); todo lo que Él puso en mis manos sin condiciones ni advertencias, con una generosidad como sólo Dios puede tener; todo el misterio de la Iglesia que en ese momento está ahí rezando por los ordenandos. Sólo desde ese amor se puede entender la vocación; desde la gracia; desde el misterio de comunión por el cual no queda otra que entregarse. Como dice una canción de León Gieco, "yo por amor doy la vida/ porque de amor mi vida un día nació".

Ahora quiero seguir dando gracias, y pedirle a Dios que cada día me abra más a su don, para que pueda también ser más fecundo en mi entrega como servidor.

domingo, marzo 05, 2006

Per crucem ad lucem ("De la cruz a la luz")

La cruz de Cristo está llena de luz. ¿Por qué? El relato de la pasión en Marcos dice que en ese momento la tierra se cubrió de tinieblas. Y sin embargo, si este momento parece, como dice Jesús, la hora del poder de las tinieblas, la tradició unió la cruz a la luz, "per crucem ad lucem". Juan especialmente nos muestra la cruz como epifanía, como manifestación de la gloria. Sólo entiende esta paradoja quien se atrave a sumergirse en la noche para encontrar la luz escondida. No creo, sin embargo, que esa luz esté en la opacidad del madero, sino en el cuerpo crucificado de Jesús.

En su cuerpo roto por la cruz está el amor que se entrega al abismo, confiado en que el Padre lo arrancará de ahí. Llegar a las tinieblas de la muerte es llegar al fondo de la experiencia humana en lo que tiene de distancia de Dios y de la vida. Jesús baja al abismo de nuestra condición humana. Si hacía siglos el salmista se preguntaba "¿se anuncia tu fidelidad en el reino de los muertos?", Jesús cruficicado, muerto y resucitado es la respuesta a esa pregunta. El abismo ahora también es un lugar de esperanza, porque el amor ha llegado hasta allí.

La luz escondida, entonces, es el amor loco, hasta el extremo, de Jesús. Nos espera un abrazo en el frío de la noche. Son las manos abiertas del Señor crucificado. La luz de su amor es cálida, es fuego que ilumina y calienta a la vez.

La cruz de Jesús es nuetra zarza ardiente, que "arde sin consumirse". Hacia ella nos acercamos como Moisés en el Horeb, intrigados por la paradoja de tanto fuego en tanta fragilidad; de Dios presente de modo supremo en el lugar donde el pecado ha querido dar su testimonio máximo de la negación al amor; de este mismo amor victorioso donde más parece que el odio ganó la partida. La cruz es el lugar de la revelación y la atracción. "Y cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí", "...entonces sabrán que yo soy". Y desde ella la voz de Dios se nos revela solidaria del que sufre, y nos compromete a salir al encuentro del hermano.

sábado, marzo 04, 2006

Hacia el desierto del corazón (1° domingo de Cuaresma, ciclo B)

Hace apenas unos días empezamos a recorrer la cuaresma, el camino hacia la Pascua. Es un camino que tenemos que transitar junto con Jesús; es marchar con él hasta la cruz y la resurrección.

Y justamente, hoy el Evangelio nos pone delante el inicio de la vida pública de Jesús, de este camino. Jesús acaba de vivir una experiencia que le cambiará la vida: su bautismo, donde el Espíritu le hace descubrir de un modo nuevo que él es el hijo amado de Dios, que Dios es su Padre. Éste mismo Espíritu es el que lo va a impulsar al desierto, para un tiempo de prueba.

El desierto es un lugar muy especial. Allí no hay casi nada. En el desierto la vida y la muerte son realidades concretas y decisivas. Por eso allí aflora con más facilidad lo que llevamos en el corazón. Y por eso ahí se manifiesta más claramente Dios... y también el mal. El desierto es un símbolo de nuestra vida, de nuestro corazón.

En ese desierto quiere entrar Jesús. Él no viene a salvarnos “desde arriba”: comparte hombro con hombro nuestra lucha. Quiere meterse en el desierto de nuestro corazón, de nuestra existencia cotidiana donde tantas veces nos sentimos sedientos, tentados y necesitados de Dios. Y desde ahí, nos abre el camino a una mayor libertad, a una nueva relación con Dios y con el mundo. Por eso aparece servido por los ángeles y tranquilo entre las fieras: en Jesús tenemos un nuevo comienzo, una nueva creación.

Esta es la propuesta de Jesús, ese reino de Dios que en seguida comienza a anunciar: es saber que Dios, en Jesús, quiere meterse en nuestra vida hasta el fondo. El reino que predica Jesús es: vengan a vivir mi experiencia, a descubrir que Dios nos ama, que somos sus hijos queridos, y que eso nos cambia la vida, nuestro modo de verlo a Dios, de entendernos a nosotros mismos y a los demás, nuestro modo de vivir en comunidad.

La invitación de Jesús a convertirse, esa misma invitación que escuchamos el miércoles de Ceniza, “convertite y creé en el evangelio”, es justamente esta: no es empezar a “apretar los dientes” para ser más fuertes, sino estar más disponibles a que Dios entre en los distintos rincones de nuestra vida. Es dejarle a Dios otra vez tomar la iniciativa. No nos convertimos tanto para dejar atrás lo malo, sino que buscamos abrirnos a algo muy bueno. La cuaresma no se vive mirando para atrás, sino mirando para adelante.

Esta experiencia del reino de Dios, del amor de Dios que quiere hacerse presente en nosotros, la vivimos como la vivió Jesús: en medio del desierto. Hoy, frente a la voz de este Dios que nos dice que somos sus hijos amados hay tantas otras que nos dicen que no valemos, o que valemos si hacemos tal o cual cosa. A veces no terminamos de darnos cuenta que esas voces viven en nuestro corazón. Ir al silencio, al desierto, nos puede ayudar para que, de la mano de Jesús, podamos descubrir esas otras realidades que nos quitan libertad, que no nos permiten escuchar esa voz de Dios que nos dice que somos sus hijos amados.

Hoy venimos aquí con un profundo deseo de ir al desierto con Jesús. Para que las distintas realidades que nos tientan, que nos limitan, aparezcan más claramente; pero, sobre todo, para que la voz del Padre, que nos vuelve a decir, “vos sos mi hija muy amada, vos sos mi hijo muy amado”, resuene cada vez más fuerte en nuestro corazón.