El abad Lot vino a ver al abad José y le dijo: «Padre, me he hecho una pequeña regla según mis fuerzas. Un pequeño ayuno, una pequeña oración, una pequeña meditación y un pequeño descanso. Y me aplico según mis fuerzas a liberarme de mis pensamientos. ¿Qué más debo hacer?».
El anciano se puso en pie, levantó sus manos al cielo y sus dedos se convirtieron en diez lámparas de fuego. Y le dijo:
«Si quieres, puedes convertirte del todo en fuego».
El anciano se puso en pie, levantó sus manos al cielo y sus dedos se convirtieron en diez lámparas de fuego. Y le dijo:
«Si quieres, puedes convertirte del todo en fuego».
7 comentarios:
"Gracias por el fuego"
nada pequeño púede dar algo grande.
El esfuerzo está en entregarse a lo grande de la fé.
¿Infierno?
No, al contrario... es una historia que refleja al hombre divinizado, que se vuelve una zarza ardiente, como decía Roger en su comentario. Para el oriente cristiano, la transformación del hombre en Dios lo hace luminoso... como a Jesús en el Tabor
Que lindo Edu!
El ser humano es ardiente de modo innato aunque muchas veces le cuesta y mucho expresar sus emociones. Gracias por el fuego.
es-pec-ta-cu-lar...después voy a postear en el mío algo de Dolina, de una charla en la que hablaba de personas luminosas y mencionaba algunos monjes del desierto. Un abrazo en Jesús.
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