Para hombres de pies grandes como los míos, poco adaptables al zapato contemporáneo, la sandalia es un oasis... y andar descalzo la tierra prometida.
Caminar sin nada entre el suelo y uno, dejar que el fresco del piso despierte al cuerpo desde abajo. Si es por el pasto, percibir que las hojas se cuelen entre los dedos. Si es en la arena, sentir como se amoldan los granos al pie. Y quizás, animarse a que el agua se arrime.
De golpe, poner los pies sobre la tierra es algo más concreto de lo que me hubiera imaginado. Y más sanador también.
Caminar sin nada entre el suelo y uno, dejar que el fresco del piso despierte al cuerpo desde abajo. Si es por el pasto, percibir que las hojas se cuelen entre los dedos. Si es en la arena, sentir como se amoldan los granos al pie. Y quizás, animarse a que el agua se arrime.
De golpe, poner los pies sobre la tierra es algo más concreto de lo que me hubiera imaginado. Y más sanador también.
5 comentarios:
Poner los pies sobre la tierra... Apoyarnos con la piel y recibir hasta la ultima parte del cuerpo todas las sensaciones posibles, habitualmente son las manos, porque pudimos vivir con las manos al aire y tapamos nuestros pies?
Ufa me dejás pensando...
Esta es una historia verdadera, que le sucedió al maestro de una amiga, monje ermitaño, que vivía en una cueva en lo alto de una montaña cerca de su monasterio:
Su vida sencilla, su humildad pero sobre todo su capacidad de reflejar a Cristo hacía que la gente recorriera mucho camino para ir a verle. Un día llegó una señora de lo más encopetada a consultarle. Venía con una niñita, callada y quieta, a la que había adoptado por un tiempo para ayudar a su educación. La niña asistió al encuentro en silencio, mirando todo con ojos escrutadores. El ermitaño, sin que se diera cuenta la observaba, cuando vio que ella, muy discretamente se quitaba sus bonitos zapatos nuevos, y durante largo rato continuó descalza. Cuando se despidieron y el ermitaño les acompañaba más allá de su ermita, la señora, se dio cuenta que la niña caminaba sobre las agudas piedras del camino descalza y se sorprendió, diciéndole: "¿Por qué te descalzas, ahora ya puedes ir calzada ya que conmigo no te falta nada...?” Y la niña, le respondió: "Ya lo sé, señora, pero él -dijo señalando al venerable padre- también va descalzo....”
Disculpa la extensión. Pero es que he recordado esta historia que me es muy querida.
Una grandiosa sensación de libertad y en parte un retorno a la niñez
Poner los pies sobre la tierra... gracias Eduardo. Recién un amigo me bajó de un hondazo a tierra con su sinceridad y la verdad es que quedé agradecida (no sin que se me revuelva el estómago por supuesto). Ahora leer esto, es la frase que hace síntesis de mi día.
Realmente creo que los pies son bonitos y no hay razon para que esten siempre ocultos. (Yo disfruto usando sandalias, (lo hago siempre que no estoy trabajando)pero lo que mas disfruto es sentir las texturas y las temperaturas al andar descalzo. Realmente es delicioso sentir el cesped humedo, la tierra caliente, etc. Tambien disfruto ver a otras personas que como a mi, tambien les gusta mostrar sus pies.
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