miércoles, agosto 09, 2006

El misterio del mal

Hace un par de meses empecé un programa en la radio parroquial, llamado "Camino para el encuentro". Son pequeñas meditaciones que acompañan la catequesis. Esta semana y la siguiente sale el tema del mal. Esto es lo que fue saliendo de mi reflexión.

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A lo largo de la historia, el ser humano se ha preguntado siempre ¿por qué pasan cosas malas? ¿Por qué el hombre elige muchas veces hacer mal a los otros, por qué el crimen, las guerras? Pareciera que la capacidad del hombre para lastimar y lastimarse no tiene límites. Más todavía nos cuestiona el sufrimiento del inocente. ¿Por qué sufren los niños, por qué las catástrofes naturales que, para colmo, parecen atacar preferentemente las zonas más desprotegidas de la tierra? ¿Por qué personas justas sufren persecución mientras que tantos culpables siguen libres de poder dañar a los demás? ¿Por qué las injusticias? Para el creyente, estas preguntas son más que planteos teóricos. En seguida nos sale cuestionarlo a Dios. ¿Qué pasó en el campo del mundo que de golpe hay semilla mala? ¿Cómo es posible? No es verdad que el misterio del mal sea más fácil de aceptar para el creyente; más bien al contrario. ¿Cómo conciliar a un Dios que es amor con la muerte injusta de tantos niños, con el sufrimiento de tantos hombres y mujeres inocentes?

Frente al escándalo que nos produce el mal, algunos eligen desterrar a Dios: Si pasan cosas malas, es que Dios no existe. Otros dicen: El mal existe, pero no es culpa de Dios. Pero entonces pareciera que Dios y el mal no tienen nada que ver, que Dios no tiene nada para decir sobre el mal.

La reacción creyente al enfrentar el escándalo del mal no debiera ser simplemente la de excusar a Dios. Como cristianos tenemos derecho a preguntarnos y preguntarle a Dios sobre el mal, porque es una parte de nuestra vida y una realidad que, por su peso y su importancia, tiene que ver también con nuestra fe. Creo que un peligro es querer buscar soluciones fáciles, o respuestas hechas. Y frente a esto, es bueno recordar que el mal es un misterio, es decir, una realidad que nos desborda, que nunca se puede terminar de explicar.

Sin embargo, Dios tiene una palabra para decir frente al mal, Dios está en contra del mal. La respuesta que Dios nos va a dar, sin embargo, no será una explicación teórica. Frente al mal, Dios se compromete: vence al mal con amor. Nosotros creemos en el Dios liberador, que siente el dolor de los demás como propio, el Dios que quiere participar de nuestras luchas y que se deja tocar por nuestros interrogantes. Animarse a preguntar es parte de la experiencia de la fe, y parte del camino para ser más libres. Como se animó a preguntar Jesús al decir “Dios mío, ¿por qué me abandonaste?”

8 comentarios:

Maris dijo...

Al leer lo que escribiste me acorde de una amigo que me dice siempre....ante la agresion del otro, solo miralo y con la mirada decile en silencio," yo tambien te quiero",...y resulta...el otro misteriosamente cambia.
¿Sera el misterio de amor?

Maris

Erica dijo...

Yo creo que el mal que azota al mundo es producto de nuestros propios actos y pensamientos negativos que, como energía, regresan en forma de desgracias para cualquiera de los seres vivientes. Porque en definitiva, somos todos UNO. Comparto que ésto se resuelve con amor y limpiando nuestra mente y nuestro corazón.

... dijo...

Eduardo, el mal a veces nos engaña? es una pregunta q suelo hacerme, puede ser, el mal a mi forma de ver es una parte de nosotros, es una parte de ese ser dañino que debemos calmar con amor, el tema es cuando no podemos estar con nosotros mismos y menos aun calmarnos.
Me da impresión la foto que pusiste, esa grafica de un muñeco asi carente de vida y sin ojos, algo con que los niños juegan! mucha impresión.
beso

Antigona dijo...

nenadivine@hotmail.com
Besos!

Naïfa dijo...

Yo lo único que tengo en claro, es que el bien es mas grande, y le gana al mal.

Unknown dijo...


yin yang
las dos fuerzas opuestas y complementarias que existen en todas las cosas según la filosofía China. Cada una contiene la semilla del opuesto.

Ululatus sapiens dijo...

¿Qué tal, Eduardo?

¡Qué gusto saber que estás pronto a la ordenación! Ya me imagino las emociones tan grandes que has de tener; yo apenas voy a comenzar el prenoviciado en la Compañía de Jesús y ya soy un manojo de sentimientos.

En cuanto al Mal, me parece acertada tu meditación. Creo que te agradaría leer este pequeño texto del cardenal Martini sobre el Mal, que publiqué en mi blog hace un tiempo: http://ululatus-sapiens.blogspot.com/2006/04/conocemos-el-mal.html

Por otra parte, recuerdo al teólogo Pinchas Lapide hablando sobre Dios en el Antiguo Testamento, un Dios iracundo y desolado por el sufrimiento y por los pecados de su pueblo... ¡un Dios capaz de sentir, de solidarizarse, de entristecerse, de encolerizarse, que se preocupa por nosotros y que sin embargo nos ha dado libertad total para hacer y deshacer!

Un Dios, en una palabra: maravilloso.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Dios no quiere que haya mal, pero lo permite. Confío lo bastante en El para estar seguro de que, si lo permite, sus razones tiene. Menos claras me parecen las razones por las cuales El confía en cada uno de nosotros cuando nos exhorta a mantenernos en las sendas del bien; pero esa confianza nos honra, y por lo mismo, vale la pena no decepcionarlo, o en su defecto, defraudarlo lo menos posible.