martes, marzo 06, 2007

Un texto sobre el sacerdocio

Lo había leído algunas veces y me lo regalaron para mi ordenación. Dicen que fue pertenece a un manuscrito medieval hallado en Salzburgo, Austria. No sé si será así (no he encontrado que en algún esto se certifique), pero ciertamente el texto es lindísimo.


Un sacerdote debe ser pequeño y grande a la vez;

noble de espíritu, como si fuera de sangre real;

simple y natural, como si fuera de raíz campesina;

un héroe en la conquista de sí;

un hombre que ha combatido con Dios;

una fuente de santificación;

un pecador que Dios ha perdonado;

soberano de sus deseos;

un servidor para los tímidos y débiles

que no se abaja ante los potentes

pero se inclina ante los pobres;

discípulo de su Señor;

pastor de Su rebaño;

un mendigo de manos largamente abiertas;

portador de muchísimos dones;

un hombre sobre el campo de batalla;

una madre para confortar a los enfermos;

con la sabiduría de la edad;

con la confianza de un niño;

dirigido hacia lo alto;

con los pies sobre la tierra;

hecho para la alegría;

experto para sufrir;

lejos de toda envidia;

que saber ver lejos;

que habla con franqueza;

un amigo de la paz;

enemigo de la inercia;

fiel para siempre... otro Cristo.

1 comentario:

SP dijo...

Hace poco le escribí un mail urgente a un gran amigo que tengo -sacerdote él también, al igual que vos- y lo que me apuraba a escribirle era la necesidad de decirle que había comprendido aquello de "lo que ates/desates en la tierra... quedará atado/desatado en el cielo".

Le decía y ahora te digo, que cuán importante es que desate para nosotros el camino hacia Cristo. Ese camino intrincado, lleno de esperanzas y oscuridades. De claridades y oscurantismos. Ciertamente, aquello oscuro, advenedizo, intrincado, es lo que nos tapa el horizonte. Qué necesario es que "nos desaten" el camino. Que nos digan: "no importa, Cristo es más fuerte que todas tus limitaciones, vacilaciones y pecados".