Casi todos eran paraguayos en la comunidad de la capilla, así que teníamos una vez al mes misa con cantos y oraciones en guaraní. No entendía ni una palabra, pero las canciones eran muy bonitas y sobre todo me gustaba una antífona que ellos entonaban antes del Gloria. De a poquito fui pescando la melodía y la cantaba de oído.
Un día una de las chicas que venía a catequesis me escuchó cantando esa antífona y empezó a matarse de risa.
- ¡La está cantando mal, padre!
- ¿Y cómo es, entonces?
Con infinita paciencia me enseñó la melodía sílaba por sílaba. Y cuando más o menos le había pescado, le pregunté:
- ¿Y qué quiere decir esto que cantan?
- Quiere decir "Nosotros somos pobres pero lo tenemos a Dios".
Un día una de las chicas que venía a catequesis me escuchó cantando esa antífona y empezó a matarse de risa.
- ¡La está cantando mal, padre!
- ¿Y cómo es, entonces?
Con infinita paciencia me enseñó la melodía sílaba por sílaba. Y cuando más o menos le había pescado, le pregunté:
- ¿Y qué quiere decir esto que cantan?
- Quiere decir "Nosotros somos pobres pero lo tenemos a Dios".
2 comentarios:
Todos tenemos a Dios, pero ellos se dan cuenta. En eso está el mérito.
El domingo fui a una misa en un barrio humilde, en una capilla con techo de chapa, cuasi galpòn y hoy fui a una misa en una zona de terratenientes aristocràticos que me miraban como forànea y no lograba sentirme en casa, no lograba sentirme parte de esa comunidad. Como que me faltaba algo que ellos tenìan, en cambio en la misa del barrio humilde, sin paredes, me sentìa cerca, adentro, sintiendo cuànto me gustarìa tener la claridad que ellos tienen de que la Fe es lo ùnico que verdaderamente merece ser cuidado.
Me resulta un desafìo compartir con los que màs tienen.
Publicar un comentario