lunes, agosto 28, 2006

Recordando a Max Scheler

Cuando estaba cursando los estudios de filosofía del seminario, tropecé con una cita de Max Scheler que me impactó profundamente: "Todo acto humano se proyecta hacia el infinito" (creo que era así, estoy citando de memoria). En ese momento percibí la enorme densidad que puede tener el gesto más cotidiano. Todo nuestro obrar gana en profundidad y responsabilidad.

¿Quién sabe que está gestando ese gesto de cariño pequeño que ahora regalamos? ¿Cómo calcular el poder de un abrazo o una palabra bien dadas? ¿Quién podrá saber las repercusiones de un "sí" o un" no" en el momento justo? En este mundo que parece por momentos marchar más allá de nuestras pequeñas existencias, qué bien nos hace recordar el enorme poder del obrar humano, aún a pesar de las circunstancias.

5 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

¡Muy buen punto!

Claudia Landini dijo...

Como volcar la primer ficha en un hilera de fichas de dominó.

Hernan dijo...

Muy bueno. Has dado en la tecla con una idea que hace rato quería expresar: quizás la manera más exacta de explicar mi conversión fue la de tomar una acabada conciencia de esa proyección infinita de cada acto (y palabra). Fue una repentina conciencia de la GRAVEDAD de la vida. Haciendo analogías literarias (poco felices dirán algunos), la fe verdadera puede transformar a uno en un ser infinitamente PESADO en el sentido kunderiano del término.

Naïfa dijo...

me viene a la cabeza la idea de trascendencia.

Maris dijo...

Con esto que decis, Eduardo, me quede pensando..... que somos lo que decimos y eso obra en consecuencia con lo que hacemos. Por eso es tan importante trabajarse y pensarse como seres humanos porque nuestros actos pueden salvar o destruir una persona.
Gracias por ayudarme a pensar.