Great spirits now on earth are sojourning;
He of the cloud, the cataract, the lake, Who on Helvellyn's summit, wide awake,
Catches his freshness from Archangel's wing:
He of the rose, the violet, the spring,
The social smile, the chain for Freedom's sake:
And lo!--whose stedfastness would never take
A meaner sound than Raphael's whispering.
And other spirits there are standing apart
Upon the forehead of the age to come;
These, these will give the world another heart,
And other pulses.
Hear ye not the hum
Of mighty workings in the human mart?
Listen awhile ye nations, and be dumb.
John Keats
Cada vez estoy más convencido que una de las dificultades de nuestro tiempo es la crisis de esperanza que atravesamos. No por la angustia o la incertidumbre de otras épocas, sino por el insidioso desánimo que uno descubre colándose por infinitos resquicios de nuestra cultura. Es difícil de constatar a primera vista pero la desesperanza esta allí, ahogando proyectos, achicando deseos, apagando sueños.
¿Cómo combatir esta enfermedad mortal, doblemente peligrosa porque no se percibe a simple vista? Creo que uno de los caminos es encontrar y desarrollar posibilidades de una alternativa, dondequiera que uno esté. ¿Qué quiere decir esto? Mostrar que no es todo más de lo mismo, que no es "siempre igual". Proponer la diferencia, la posibilidad de un camino distinto que, al menos en lo cotidiano y sencillo, de manera personal o comunitaria, muestre que las cosas pueden ser diferentes. Abrirnos mutuamente las puertas de la esperanza ensayando una realidad nueva.
No es verdad que "lo que siempre fue, lo mismo será", con todo mi respeto al Eclesiastés (y a Vox Dei). Es más: algo está cambiando ahora mismo. En este preciso momento, alguien decide romper con el sistema y ofrecer un gesto de solidaridad, de perdón, de justicia y comunión. Ya está pasando. Basta con abrir los ojos para empezar a ver.
Y decidir ser parte de ese cambio.