La semilla del grano de mostaza es una invitación a mirar las cosas como las mira Dios. Cada una de las parábolas es una fuente de conversión para la vista, para desarrollar una percepción contemplativa de la realidad. Pero esta me parece especialmente importante.
Hoy necesitamos personas capaces de percibir el brote de Dios en medio del mundo... contemplativos capaces de encontrar, agradecer y acrecentar los impulsos del Reino que se abren paso en medio de lo pequeño.
Hay más cosas buenas pasando alrededor nuestro de las que nos damos cuenta. Hay más vida creciendo de la que nuestra vista enceguecida capta. El Reino está acá, entre nosotros (¡en nosotros!), esperando que lo reconozcamos para ayudarlo a crecer.