Hay una expresión en inglés que me gusta mucho (acorde, ciertamente, con el espíritu del blog). Cuando alguien es determinado, decidido a enfrentar con decisión las cosas sin frenarse ante los obstáculos se dice que tiene "fire in the belly" ("fuego en la panza", literalmente). En un estilo más técnico (y más frío), he leído a algún autor que habla de "discernimiento atemático" o algo por estilo, cuando uno sigue avanzando, sin saber bien por qué, confiando, tal vez, en alguna oscura intuición que no nos permite bajar los brazos, aunque las apariencias no den demasiado lugar a la esperanza.
Es lo que viven apasionados como Jeremías, cuando afirma
Entonces dije: "No lo voy a mencionar,
ni hablaré más en su Nombre".
Pero había en mi corazón como un fuego abrasador,
encerrado en mis huesos:
me esforzaba por contenerlo,
pero no podía.
Es la pasión que consume a Jesús, que vino a traer fuego sobre la tierra (cf. Lc 12, 49). Es esa fuerza extraña que experimentamos muchas veces de modo misterioso, cuando algo nos
impide rendirnos... esa llama que arde sin consumirse y nos lleva hacia el corazón de la ofrenda.