En estos últimos dos días murieron dos chicos mendocinos (mi familia vive en Mendoza). Los dos chicos de 25-26 años. Los dos de familias de alto nivel económico y muy buen nivel cultural. Los dos murieron en accidentes automovilísticos. Los dos estaban ebrios cuando chocaron.
La muerte de los dos es una tragedia. ¿Quién puede negar que estas muertes son terribles, absurdas, carentes de todo sentido? ¿Cómo no sentir la bronca y la sensación de injusticia que produce siempre la muerte de alguien joven?
Pero no puedo evitar pensar que si nos quedamos sólo en la tristeza y el dolor no haremos que la muerte de estos chicos dé frutos, si no para ellos, al menos para los demás.
El aumento del consumo de alcohol y el descenso simultáneo de la edad de consumo no son simples comentarios de señoras escandalizadas: son datos de la realidad. Transcribo unos párrafos de una charla dada por Domingo Favaloro para la Subsecretaría de Atención a las Adicciones de la Provincia de Bs. As.:
El aumento del alcoholismo esta condicionado, fundamentalmente, por un tipo de bebida, la cer-veza.
En este aspecto, en la década del 80 el consumo de cerveza era de 8 litros por habitante por año (260 millones de anuales); en los 90 paso a 22 litros, por habitante y por año (más de 700 millones de litros al año), y ahora es de 34 litros, es decir que tenemos más de 1200 millones de litros de cerveza consumidos por año.
A esto debe agregársele el descenso en la edad de consumo. En el ´90 una estadística del hospital revelaba que el 6% de los pacientes alcohólicos habían empezado a tomar antes de los 10 años de edad. Y otra estadística, nos mostraba que el 30% de los alumnos secundarios de La Plata consumía alcohol sobrepasando los limites naturales los fines de semana. Si analizamos el consumo por sexo en los ´80 existía una relación de 10 hombres por una mujer, mientras que en el ´90 hay una relación de 5.6 a 1 y ahora eso viene en descenso, ya que tenemos 4 hombres por mujer.
El problema es que hoy el consumo de alcohol es un factor de identificación muy fuerte entre los jóvenes y socialmente cada vez más aceptado. Aún si algunos chicos no toman, no ven como algo especialmente negativo que sus amigos lo hagan. Y, obviamente, como muchos de los que consumen están en plena adolescencia, las llamadas de atención de los padres no parecen surtir demasiado efecto.
Desde la publicidad hay un constante bombardeo del alcohol como instrumento de socialización y como "factor de alegría incondicional", por así decirlo. Me acuerdo de una serie de propagandas que mostraban fiestas o reuniones aburridas que cambiaban drásticamente cuando todos empezaban a tomar la bebida promocionada.
Lamentablemente los jóvenes no perciben que lo que para ellos es un "trampolín para la libertad" en realidad los hace parte de una enorme maquinaria de consumo que se beneficia a costa de ellos. Sólo en situaciones trágicas como las de estos dos chicos podemos percibir con claridad las consecuencias que trae el consumo de alcohol como está vivido en la actualidad.
Tenemos que escuchar lo que estas muertes nos dicen. No podemos pensar que son simples accidentes ni consecuencias indeseables de una situación puntual.
Para los padres, será una invitación a encontrar espacio para el diálogo, la contención y los límites. Sin confundir autoridad con autoritarismo, pero sin dejar de lado la responsabilidad que nos toca.
Para los jóvenes, creo que el desafío será preguntarnos sobre dónde estamos cimentando nuestra identidad. Si necesitamos tomar (y tomar tanto) para ser libres, espontáneos, integrados... ¿no estaremos construyendo sobre arena?
Para la Iglesia, tendremos que seguir buscando espacios que ayuden a encontrarnos. Y animarnos a decir las cosas sin miedo. Me parece que a veces hemos denunciado demasiado las costumbres juveniles sin mirar más allá y descubrir las estructuras que favorecen dichas conductas.
Ojalá que estas historias, y las de otras tantas víctimas del alcohol, no se queden mudas, sino que sigan hablando a nuestro corazón y a nuestra mirada sobre la realidad. Cada vez más fuerte.
P. D. : Remito a los interesados a que busquen material (tanto de datos como orientaciones en la página de la Subsecretaría para la
Atención a las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires)