Para recordar que estamos vivos y seguimos caminando.
Para descubrir que el dolor de la separación es también parte del afecto compartido.
Para hacer del encuentro recuerdo y acción de gracias.
Para agrandar el corazón a la medida del adiós.
Para habitar un poco en otras partes y otros recuerdos, que siguen más allá de nosotros.
Para ser habitados por los distantes, y llevar su presencia más allá de ellos mismos.
Para construir un nuevo hola, un nuevo abrazo, un sacramento cada vez más hondo
del reencuentro.
2 comentarios:
Vivo despidiéndome tanto de mis hijos que no viven en Chile, como de mis padres que no viven en Santiago etc. Nunca me acostumbraré, pero con la web, casi no se nota la distancia: he tenido suerte.
Felicitaciones por tu próxima ordenación. Cada día rezo por Uds, los que lo están pensando y los que ya son.
Yo tengo a mis padres y dos hermanas viviendo en Mendoza (yo soy de San Isidro, Buenos Aires) desde que entré al seminario. Las despedidas se me han hecho el pan de cada día (amén de los amigos que se han ido a estudiar o trabajar fuera del país o en el interior), aunque, como vos, con el mail y el Messenger me las arreglo.
¡Gracias por las felicitaciones! Seguí rezando para que la cosa vaya bien este año.
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