En la Biblia no son todos los tiempos iguales: hay momentos distintos, importante, señeros. Tiempos oportunos, porque en ellos se nos manifiesta Dios. Eso es la Cuaresma: un tiempo oportuno, un kairós. La imagen podría ser la de la ventana abierta que nos permite salir a un lugar nuevo.
- Ir de la mano de Jesús: él es el centro de la cuaresma, el núcleo de todo. Vamos a vivir la pascua con Él.
- La oración, el ayuno, la limosna, apuntan justamente a vivir como él: orientados hacia el Padre, entregados a los demás, libres plenamente para amar.
- Desde acá se entiende mejor el pecado: es negar lo que Dios sueña para nosotros, es impedir que la imagen de Jesús se forme en nuestro corazón. Es todo aquello que nos impide vivir como verdaderos discípulos. De todo ello nos queremos alejar y nos queremos convertir, es decir, volver.
- Por todo esto, la cuaresma es un tiempo de alegría. Es el gozo que se siente cuando uno vuelve a casa, o cuando uno descubre el camino después de haber estado perdido. Es probable que tengamos un largo tramo por recorrer... pero tenemos el gozo de saber que ya no estamos sin horizonte, que tenemos una meta hacia donde peregrinar. Es lo que vivimos cada vez que vamos a comulgar: mi horizonte es Jesús, mi camino es hacia él.
- Pidámoste al Señor que nos de la abundancia de su Espíritu, para que sea Él quien siga haciendo crecer su imagen en nosotros, liberándonos de todo aquello que frena su proyecto.