Ya falta poco para que comience Adviento. Si bien nada le gana a la belleza del Triduo y el tiempo Pascual, y cada uno de los tiempos del año litúrgico tiene su riqueza y particularidad, Adviento es (me animo a decir), el que nos regala una espiritualidad más adecuada al tiempo en que vivimos.
Estoy cada vez más convencido de que si en otras épocas hemos atravesado crisis de fe, hoy pareciera estar en juego la esperanza. Muchas personas creen (en distintas cosas) pero aún dentro de ellas muchos parecen sucumbir al resentimiento, la desesperación, la mirada apocalíptica y los malos augurios.
Entonces hace hace falta darnos cuenta que uno de los títulos de Cristo es "El que está viniendo". El futuro tiene dentro de sí la semilla escondida de Jesús. Si logramos percibirla, encontrarla, entonces la herida puede ser surco y lo que se cae y rompe abono fértil para un mañana nuevo.
Cristo está viniendo, está llegando... Por eso es tiempo de profetas, que no son sólo ni tanto mensajeros del futuro sino auscultadores del presente, capaces de percibir la presencia de Dios en la historia.
Él se acerca... por eso la imagen de este tiempo es María, embarazada de amor y de confianza en que el plan de Dios se cumplirá, porque no hay nada imposible para él.
Jesús sale a nuestro encuentro... por eso hay que estar atentos, vigilantes, a la expectativa.
Adviento de Dios, Adviento de vida, Adviento de esperanza.
3 comentarios:
En estas últimas semanas siento más que nunca que Dios está con nosotros, nos ama y jamás nos abandonará. Y a pesar de que las cosas vayan mal, al final siempre lo podemos encontrar a Él… si queremos. Procuro estar atenta y vigilante, como tu, Eduardo, muy bien dices...
Gracias por recordarmelo
Jose
Coincido con vos. El Triduo es precioso, y cada tiempo tiene lo suyo, pero el Adviento tiene algo que me inunda el corazón, es una alegría, una espera, un motivo para seguir... No sé, siempre uno llega a fin de año agotado, con mil cosas, con más obligaciones que tiempo para cumplirlas y saturado de cosas que en el fondo no son ni de cerca esenciales, pero entonces empieza el Adviento y uno descubre en el corazón una fuerza, una alegría, una plenitud que había olvidado. A mí, al menos, me pasa así. Y de pronto me encuentro sonriendo (pero desde adentro, bien desde el corazón) y rebasada por una alegría y una esperanza que en el transcurso del año había olvidado. Y vuelve la certeza de que Dios está, aún cuando no lo veamos y se esconda en el vientre de una madre, está. Viene en camino y hay que prepararle un lugar.
Gracias, Eduardo, por recordarme que empieza el Adviento!!!! =)
Saludos!!
María
preciosas palabras, me llegaron al corazón.
Publicar un comentario