Encontré estos versos de Neruda leyendo Memorial de Isla Negra que ponen palabras a la experiencia del herido, de la dificultad para abrirse al amor después de las lastimaduras:
Hay que tener mucho valor, o más díficil aún, más confianza para no sacar filo al alma después de la herida. Para que la bronca no nos gane la partida y el desengaño se vuelva nuestro traje cotidiano. Cuando el invierno llega al corazón, no siempre es una estación pasajera. A veces se instala en el alma.
Pero los que logran hacer el salto de confianza, los que se abren al amor, experimentan que la herida se vuelve serena (aunque no deje de ser herida), y que inclusive puede ser otro lugar más para que el amor se cuele más fácil o salga más fuerte del corazón. Pero es una batalla dura: pocos enemigos del corazón tan terribles como el resentimiento. Quizás sea especialmente ardua porque me parece que sólo se gana con ternura y acción de gracias, con gestos que nos hagan redescubrir que somos más que nuestra herida, que somos más que nuestra historia de lastimaduras. El que logra dar gracias por su vida a pesar de los dolores, va por buen camino a ganar esa pelea.
Quién no desea un alma dura?
Quién no se practicó en el alma un filo?
Cuando de a poco ver vimos el odio
y de empezar a andar nos tropezaron
y de querer amar nos desamaron
y sólo de tocar fuimos heridos,
quién no hizo algo por armar sus manos
y para subsistir hacerse duro
como el cuchillo, y devolver la herida?
El delicado pretendió aspereza,
el más tierno buscaba empuñadura,
el que sólo quería que lo amaran
con un tal vez, con la mitad de un beso,
pasó arrogante sin mirar a aquella
que lo esperaba abierta y desdichada:
no hubo nada que hacer: de calle en calle
se establecieron mercados de máscaras
y el mercader probaba a cada uno
un rostro de crepúsculo o de tigre,
de austero, de virtud, de antepasado,
hasta que terminó la luna llena
y en la noche sin luz fuimos iguales
Hay que tener mucho valor, o más díficil aún, más confianza para no sacar filo al alma después de la herida. Para que la bronca no nos gane la partida y el desengaño se vuelva nuestro traje cotidiano. Cuando el invierno llega al corazón, no siempre es una estación pasajera. A veces se instala en el alma.
Pero los que logran hacer el salto de confianza, los que se abren al amor, experimentan que la herida se vuelve serena (aunque no deje de ser herida), y que inclusive puede ser otro lugar más para que el amor se cuele más fácil o salga más fuerte del corazón. Pero es una batalla dura: pocos enemigos del corazón tan terribles como el resentimiento. Quizás sea especialmente ardua porque me parece que sólo se gana con ternura y acción de gracias, con gestos que nos hagan redescubrir que somos más que nuestra herida, que somos más que nuestra historia de lastimaduras. El que logra dar gracias por su vida a pesar de los dolores, va por buen camino a ganar esa pelea.
4 comentarios:
Aprendí por experiencia
la lección de no autocompadecerme.
Todos, sea de una u otra especie, tenemos "lastimaduras", sería no humano un registro sin ellas.
Pero si, he aprendido que puedo ver detrás de estas vivencias, la mano de mi Padre celestial. Algunas veces él ha usado mis "equivocaciones" redirigiendolas por su buena voluntad. Otras más él las ha permitido para enseñarme, sea a amar, sea a dar, a perdonar o valorar... ¡Y cómo duele!¡Más cómo enseña!
Sabemos que a los que aman a Dios, todo ayuda a bien, esto a los que conforme a su propósito son llamados.
Gracias por el interesante poema de Neruda ¡buenísimo!
Muy sabias tus palabras Eduardo. Gracias por compartirlas.
El amor. Que tema! El Amor sabe como abrir la puerta de cada uno de nosotros para que salga al encuentro lo que tan celosamente guardamos. Si creemos que alguien puede robarnos el amor y dejarnos despojados o desarmados estamos equivocados. El Amor esta dentro de cada uno y es el otro,con sus cualidades, el que lo invita a salir o a guardarlo. No te dejes convencer de que ya no tienes amor, por que no seríamos más que cenizas.El Amor siempre está a la espera de ser recibido, esta a la espera para donarse, y aflora misteriosamente en el momento que menos lo pensamos.
Eduardo: me gustaron tanto el poema como tus comentarios. Hace un año me disponía a celebrar mi cumpleaños y no festejarlo, pues estaba triste y no sentía motivos para festejar. Pese al dolor, pude ver aquellas cosas que me permitían seguir adelante y me dispuse a celebrar el Amor, sintiendo que era igual que celebrar la Vida. Este año no fue fácil, pero gracias a haberme recompuesto pude conseguir logros que me hacen muy feliz y por lo que hoy sí quiero festejar. Pero no solo quiero festejar mis logros, sino que también haber tenido la dicha de ser destinataria de tantas manifestaciones de amor que fueron las que me ayudaron a estar donde me encuentro hoy.
Publicar un comentario