Te fuiste este mediodía. Después de años juntos, te fuiste.
Qué desgarrón. Mis amigos me habían dicho que lo mejor era
que te fueras, pero no me animaba. Qué difícil es cortar una relación, por más
que te haga mal, ¿no? Pero vos no dejabas de empujar y de empujar. No había
lugar para los otros si estabas vos. Y no había otra manera. Teníamos que
cortar. Aunque fuera un desgarrón. Aunque me quede la herida sangrando, como
sangro todavía.
Pensé que te ibas a ir más fácil, pero una relación
enfermiza no se puede terminar si no es con dolor y tironeos, ¿no es cierto? En
todo caso, ya se terminó.
Pero ya me empiezo a sentir mejor. Sé que era el paso que
tenía que dar. Y en cuanto a vos… bueno, todavía tengo muchas. No creo que me
hagas tanta falta.
Mientras tanto, me tomo un helado para pasar el dolor de la
separación. Lo puedo hacer tranquilo ahora, sin miedo. Al fin y al cabo, me lo
recomendó el dentista.
Adiós, muela del juicio, donde quiera que estés. Nunca te
olvidaré.
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