Despojarse de todas las saciedades
hasta que la sed
nos lleve a casa
a la fuente
donde el anhelo no duerme
sino que resucita
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Para ser manantial
primero ahondarse
convertirse en sed y en grito
en esperanza
viernes, febrero 29, 2008
Una palabra que crece dentro nuestro
En distintas oportunidades, se nos dice una palabra que nos marca. Una frase, un consejo que se nos entrega, a veces, inclusive, al principio de la vida. El paso del tiempo hace que esa palabra crezca dentro nuestro, y que lo que tal vez fue algo dicho para una situación concreta tenga también luz para otras situaciones.
Durante los años del colegio practiqué tae kwon-do. Uno de los momentos esperados (y temidos) era cuando el maestro empezaba a entrenarnos en la rotura de maderas. Como todo lo demás en el arte marcial, era más cuestión de técnica y concentración que de fuerza.
Creo que el maestro debe haberse percatado de la cara de miedo que tenía al enfrentar la madera. Y me dijo: "No pienses en la madera. Pensá más allá de ella. Si te concentrás en la tabla, te vas a a romper el pie. Si mirás más allá, rompés la madera".
Por suerte se rompió la madera (y no el pie). Pero ese consejo me quedó para otras ocasiones. Una dificultad, un obstáculo, puede enceguecernos. Tomar un tamaño desproporcionado, y volverse lo único que vemos en el camino. Si logramos ubicarnos bien, concentrarnos más allá de él, sin ahogarnos en un vaso de agua, sin darle más importancia que la que se le debe dar, superamos el momento.
Durante los años del colegio practiqué tae kwon-do. Uno de los momentos esperados (y temidos) era cuando el maestro empezaba a entrenarnos en la rotura de maderas. Como todo lo demás en el arte marcial, era más cuestión de técnica y concentración que de fuerza.
Creo que el maestro debe haberse percatado de la cara de miedo que tenía al enfrentar la madera. Y me dijo: "No pienses en la madera. Pensá más allá de ella. Si te concentrás en la tabla, te vas a a romper el pie. Si mirás más allá, rompés la madera".
Por suerte se rompió la madera (y no el pie). Pero ese consejo me quedó para otras ocasiones. Una dificultad, un obstáculo, puede enceguecernos. Tomar un tamaño desproporcionado, y volverse lo único que vemos en el camino. Si logramos ubicarnos bien, concentrarnos más allá de él, sin ahogarnos en un vaso de agua, sin darle más importancia que la que se le debe dar, superamos el momento.
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