viernes, enero 18, 2008

Hace un tiempo (¡más de diez años!) leí un libro llamado "Año mil, Año dos mil, la suma de nuestros miedos". En realidad era una entrevista al célebre historiador francés sobre los miedos que la gente había sentido durante la edad media y los que sentía en la actualidad, comparando los que persistían y hablando de otros nuevos.

Uno de los miedos nuevos, si mal no recuerdo, era el miedo a la soledad. Parece que es un temor que ha nacido con nuestro tiempo. Llama la atención que en medio de tanta comunicación y capacidad de encontrarse, surja también el horror a la soledad.


Quizás porque hoy también sentimos nuestra pequeñez frente a un mundo enorme.
O tal vez porque nuestros vínculos se han hecho más frágiles, "líquidos", en palabras de Bauman.

Por momentos detrás de muchos desenfrenos actuales me parece que late este miedo, esta necesidad de piel que ponga un poco de calidez en medio del frío de la soledad.

¿Cómo se cura el miedo a la soledad? San Juan de la Cruz decía

mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

Entonces habrá que pensar en modos de estar presentes, de hacer de tantas posibilidades de encuentro medios para la cercanía. No habrá otro modo de curar la dolencia.


2 comentarios:

Mery dijo...

Creo que en el mundo de hoy, como bien decís, los vínculos se están haciendo más frágiles, menos sólidos y estables. Hay tantos modos de comunicación, establecemos tantos vínculos, que en definitiva, no establecemos ninguno sólido, ninguno verdadero. Estoy generalizando y exagerando, lo sé, pero creo que es tan cómodo relacionarnos por estos nuevos medios, que cada vez menos queremos salir de nuestra casa y encontrarnos cara a cara.

Me gustó también el último párrafo. Habrá que pensar modos de estar presentes. Frente al miedo a la soledad, yo por lo general, busco sentirme acompañada, empiezo a exigir a los demás, empiezo a sentirme con derecho a reclamos, cuando en realidad debería pensar al revés. ¿Para quién soy presencia, para quién soy compañía? Como la oración simple, "que yo no busque tanto ser consolado, como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar".

Saludos y gracias por lo que escribís! Hace mucho bien.

Anónimo dijo...

Hace tiempo que leo tus comentarios, y como siempres sorprende que puedas entender y expresar lo que siente el alma humana. La SOLEDAD,es verdad se ha convertido en un enemigo, tal vez no queremos reconocer que al final solo Dios nos acompañara, queremos esa presencia fisica, ese contacto. Cuando esa Soledad se cala en los huesos es tan mala que la unica manera de Olvidarla, la unica manera de no tenerle miedo es con el amor, con el compartir, con el calor humano...,abramos nuestros corazones sin miedo...