Algo que me alegra de este año es que he escrito mucho màs. Y creo que por eso, entre unas cuantas páginas pobres, también salieron algunas líneas al menos aceptables.
Animarme a escribir sin preocuparme tanto por el resultado final, o mejor, sin estar pensando tanto en la forma definida y perfecta que debe tomar una idea, me ha ayudado a producir más y mejor.
Alguna vez leí que los escritores son los más cerebrales de los artistas y por eso también los que más bloqueos sufren. Creo que a mí me pasa algo de eso: pienso tanto en la idea y el modo "perfecto" de plasmarlo que no le doy la oportunidad a que pase al papel hasta que pasa mucho tiempo. Y así muchos pensamientos, poemas, escritos, etc., van perdiendo su oportunidad y se van al tacho de los descartes sin pasar ni siquiera por el papel.
Pero cada vez percibo más que este momento de la escritura no es tan definitivo como pensaba; no estoy cincelando palabras inmortales en marfil. Apenas estoy bocetando un sentimiento o un recuerdo. Y cuando me suelto, cuando finalmente "muero" al deseo de plasmar ese texto "perfecto" pero que lamentablemente pocas veces ve la luz, puedo escribir. Entonces veo que dar el paso de escribir es más que la meta: introduce un nuevo círculo de interpretación. Cuando las palabras empiezan a aparecer en la hoja o en la computadora dicen cosas nuevas. Más aún: se dicen a sí mismas de un modo nuevo.
Animarme a escribir sin preocuparme tanto por el resultado final, o mejor, sin estar pensando tanto en la forma definida y perfecta que debe tomar una idea, me ha ayudado a producir más y mejor.
Alguna vez leí que los escritores son los más cerebrales de los artistas y por eso también los que más bloqueos sufren. Creo que a mí me pasa algo de eso: pienso tanto en la idea y el modo "perfecto" de plasmarlo que no le doy la oportunidad a que pase al papel hasta que pasa mucho tiempo. Y así muchos pensamientos, poemas, escritos, etc., van perdiendo su oportunidad y se van al tacho de los descartes sin pasar ni siquiera por el papel.
Pero cada vez percibo más que este momento de la escritura no es tan definitivo como pensaba; no estoy cincelando palabras inmortales en marfil. Apenas estoy bocetando un sentimiento o un recuerdo. Y cuando me suelto, cuando finalmente "muero" al deseo de plasmar ese texto "perfecto" pero que lamentablemente pocas veces ve la luz, puedo escribir. Entonces veo que dar el paso de escribir es más que la meta: introduce un nuevo círculo de interpretación. Cuando las palabras empiezan a aparecer en la hoja o en la computadora dicen cosas nuevas. Más aún: se dicen a sí mismas de un modo nuevo.
Es muy probable que así termine generando mucho material olvidable. Pero también abro la puerta a que los buenos escritos salgan a la luz. Cuanto más amplio el cauce de escritura, más amplia también la salida de buenos textos.
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