sábado, diciembre 31, 2005

Leyendo a Robert Frost

Después de varias búsquedas (todas igualmente infructuosas) por las librerías de San Isidro y alrededores, había abandonado la posibilidad de conseguir algún libro de poesía de Robert Frost. Gracias a Internet tuve la posibilidad de leer varios de sus poemas, lo cual no hizo más que aumentar mi obsesión por tener algún libro suyo entre mis manos.

Casi desesperanzado, acompañé a mi abuela a una librería especializada en textos en inglés y... ¡sí! Escondido entre grandes volúmenes estaba una pequeña selección de sus poemas. Si bien no traía muchos, esta edición venía con un aparato crítico interesante para entrar más profundamente en su lectura.

No sé de teoría literaria ni de la obra completa de Frost como para decir algo acertado o sintético sobre él. Sí puedo decir por qué me gusta tanto.

La poesía de Frost es sencilla, con rima, en general breve. Su mundo es rural, pero muy lejos de cualquier descripción idílica, describe de modo muy despojado el mundo campestre. Pero ese mundo le sirve como piedra de toque para reflexionar sobre la vida. Quizás por despojadas sus palabras tienen una fuerza elemental, un poder de hablar a alguna parte de nuestro corazón que no ha dejado de estar en contacto con la tierra y el agua, con la vida que brota de ellos.

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Into my own

ONE of my wishes is that those dark trees,
So old and firm they scarcely show the breeze,
Were not, as ’twere, the merest mask of gloom,
But stretched away unto the edge of doom.

I should not be withheld but that some day
Into their vastness I should steal away,
Fearless of ever finding open land,
Or highway where the slow wheel pours the sand.

I do not see why I should e’er turn back,
Or those should not set forth upon my track
To overtake me, who should miss me here
And long to know if still I held them dear.

They would not find me changed from him they knew—
Only more sure of all I thought was true.


Dificultades del proceso creativo

Algo que me alegra de este año es que he escrito mucho màs. Y creo que por eso, entre unas cuantas páginas pobres, también salieron algunas líneas al menos aceptables.

Animarme a escribir sin preocuparme tanto por el resultado final, o mejor, sin estar pensando tanto en la forma definida y perfecta que debe tomar una idea, me ha ayudado a producir más y mejor.

Alguna vez leí que los escritores son los más cerebrales de los artistas y por eso también los que más bloqueos sufren. Creo que a mí me pasa algo de eso: pienso tanto en la idea y el modo "perfecto" de plasmarlo que no le doy la oportunidad a que pase al papel hasta que pasa mucho tiempo. Y así muchos pensamientos, poemas, escritos, etc., van perdiendo su oportunidad y se van al tacho de los descartes sin pasar ni siquiera por el papel.

Pero cada vez percibo más que este momento de la escritura no es tan definitivo como pensaba; no estoy cincelando palabras inmortales en marfil. Apenas estoy bocetando un sentimiento o un recuerdo. Y cuando me suelto, cuando finalmente "muero" al deseo de plasmar ese texto "perfecto" pero que lamentablemente pocas veces ve la luz, puedo escribir. Entonces veo que dar el paso de escribir es más que la meta: introduce un nuevo círculo de interpretación. Cuando las palabras empiezan a aparecer en la hoja o en la computadora dicen cosas nuevas. Más aún: se dicen a sí mismas de un modo nuevo.

Es muy probable que así termine generando mucho material olvidable. Pero también abro la puerta a que los buenos escritos salgan a la luz. Cuanto más amplio el cauce de escritura, más amplia también la salida de buenos textos.

domingo, diciembre 11, 2005

La tentación

Y si miras al abismo, el abismo te devolverá la mirada. F. Nietzche



Es mentira que la tentación

es lo prohibido, la manzana

o la mujer de tu prójimo,

la violencia o la soberbia.

eso está hecho de tanta fragilidad...

La tentación, la de verdad,

el abismo

al que, si tenés suerte, te asomás poco

es esa voz

es una voz

que te llama del abismo

y te dice

que no hay luz

en vos

que no sos digno

la tentación de verdad es la desesperanza

cuando la oigas

no peleés

escapate

no mires el abismo

no te envalentones

decite frágil, cobarde, lo que quieras

pero escapate