Cada vez que algo se expone, se airea, se hace luz. La oscuridad de tantas cosas que tapamos no viene de ellas mismas, sino del manto de miedo que ponemos sobre ellas, de tantos prejuicios y pudores falsos que nos impiden compartir y revelarnos ("quitar del velo") tal cual somos. No digo que haya que caer en ese exhibicionismo emocional en el que algunos parecen regodearse. Se trata simplemente de constatar una vez que más que lo que se comparte pierde su tiniebla y se convierte en brillo de vida no sólo para nosotros, sino también para los que nos rodean, porque la verdad nunca puede ser oscura, aunque a veces sea dolorosa. Siempre termina iluminando.
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